Por Guillermo Robles Ramírez
Nadie puede negar la lucha de igualdad de género ha sido una dura batalla principalmente para las mujeres no solo hacerse un respetar sus derechos, sino abrirse camino dentro de una sociedad en donde existan las mismas libertades que tienen los hombres para ejercer cualquier profesión o trabajo, aunque ese haya simbolizado exclusivo de los hombres.
Pero las mujeres no son las únicas en esa lucha, sino hace unos cuantos años se ha venido observando otra lucha silenciosa que ha ganado terreno sobre esa misma igualdad de género, son aquellas parejas del mismo sexo que han tenido que luchar primeramente consigo mismo en su propia aceptación y después de manera social.
Su reconocimiento socialmente desde la aceptación de matrimonio legal entre el mismo sexo, seguramente no fue suficiente. Sino que ahora seguía el otro paso, ya que era obvio que una vez aceptados dentro de un matrimonio querrían formar una familia y la procreación de la naturaleza no se puede dar del mismo sexo.
Por consiguiente, miles de parejas del mismo sexo han estado luchando por la adopción de hijos para poder hacer su propia familia. Siendo este la motivación en su lucha sin embargo la sociedad percibe este tema con otros ojos.
El gran argumento en que los humanos necesitan la figura de una madre y un padre como el vínculo entre hijos y padres son siempre tan necesarios sin embargo existe una realidad en donde hay un niño en algún orfanato o la otra opción es su adopción en torno a su nacimiento, entonces ese niño ya no tiene la oportunidad de ese vínculo.
No se puede negar que el hecho de que dos sexos opuestos ha funcionado durante milenios no es un falso dilema que otro no pueda funcionar como es el caso de los matrimonios del mismo sexo.
La masculinidad o feminidad de un niño es innata, es decir, no se va a convencer a un hijo ya sea con inclinaciones de gay o afeminado de ser más viril simplemente porque existe la imagen del padre o el de convivir más con él.
Lo único que va a suceder en la posición de los padres con respecto a ese hijo o hija, es que respete su sexualidad o la identidad de género, u oprimir ya sea con el rechazo.
El episodio con respecto a que los hijos de una pareja heterosexual crecen mejor que en otra que pertenece a una homosexual cada vez queda más entre dicho eso ya que es sin algún fundamento alguno, ya que un estudio de la Universidad de Cambridge de 2013 desacreditó la afirmación común de que los hijos de padres homosexuales eran más propensos a ser homosexuales o a experimentar confusión acerca de su sexualidad.
La investigación realizada no encontró ninguna evidencia para apoyar la especulación de que las tendencias masculinas o femeninas de los niños se ven afectadas por tener padres gays o lesbianas.
De hecho, los hijos de padres homosexuales parecían estar particularmente bien en el estudio de Cambridge. Ya que los padres homosexuales parecían tener más interacción con sus hijos y los hijos de padres homosexuales tenían vidas sociales particularmente ocupadas. Los padres homosexuales también tenían menos probabilidades de reportar síntomas de depresión que los padres lesbianas o heterosexuales.
En esta lucha que enfrentan las parejas del mismo sexo han ganado al menos científicamente una pelea, pero todavía falta que la sociedad acepte estas nuevas familias del mismo sexo, así como sus derechos legales para poder lograr su adopción. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org