Washington, 26 jul (PL) Uno de los principales partidarios del presidente Donald Trump desde su etapa como candidato republicano, el fiscal general Jeff Sessions, parece hoy la piedra en el zapato de la que el mandatario norteamericano está impaciente por librarse.
Varios medios de prensa reportaron alguna vez que el gobernante se disgustó con la decisión del secretario de Justicia de recusarse de la investigación sobre una presunta interferencia rusa en las elecciones de 2016, pero lo acontecido en los últimos días apunta a algo más que a una mera molestia.
El nuevo escándalo que rodea a la administración estadounidense estalló hace una semana, cuando en entrevista concedida al diario The New York Times el dignatario manifestó que nunca habría nombrado al titular para el cargo si hubiera sabido que se distanciaría de la pesquisa.
Sessions se separó de las indagaciones en marzo pasado, cuando The Washington Post informó que durante la campaña presidencial el entonces senador por Alabama se reunió dos veces con el embajador ruso aquí, Serguei Kislyak.
De acuerdo con Trump, la postura del fiscal general fue «muy injusta para el presidente» y lamentó que llevara al nombramiento de Robert Mueller como asesor especial de la investigación que también analiza una supuesta complicidad entre su equipo de campaña y el país euroasiático.
El gobernante agregó que el procurador debía haberle dicho de antemano su posición sobre ese tema, y él habría escogido a alguien más para el cargo.
Al día siguiente, Sessions declaró ante reporteros que ama su trabajo y que pretende continuar al frente del Departamento de Justicia de manera efectiva.
El tema podía haber quedado ahí, pero lunes y martes Trump arremetió de nuevo contra el fiscal general, en este caso desde la red social Twitter, en la cual lo llamó «asediado» y «muy débil».
Jeff Sessions ha tomado una posición muy débil respecto a los crímenes de Hillary Clinton. ¿Dónde están los correos electrónicos, el servidor del Comité Nacional Demócrata y las pérdidas de información de inteligencia?, escribió en uno de los tuits contra su funcionario.
Cuando Hugh Hewitt, anfitrión de un programa radial, preguntó al nuevo director de Comunicaciones de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci, si pensaba que Trump quería la renuncia de Sessions, su entrevistado le respondió: «Probablemente tienes razón».
Por si quedaba alguna duda del grado de distanciamiento, el jefe de Estado reiteró este martes que estaba muy decepcionado con el secretario, quien fue el primer senador en darle su apoyo cuando presentó la candidatura a la Casa Blanca por el Partido Republicano.
Cuando la prensa le preguntó si desea que el titular dimita, su respuesta fue: «vamos a ver qué pasa, el tiempo dirá», para luego añadir que quiere verlo ser mucho más duro ante las filtraciones de las agencias de inteligencia.
A pesar de los motivos que ha dado para justificar el descontento con el fiscal general, varias fuentes sugieren que el propósito real de Trump es promover su salida del cargo y ejercer un mayor control sobre el Departamento de Justicia, que le permita cerrar en algún punto la investigación de Mueller sobre los comicios.
Para la cadena CNN, el objetivo no es despedir a Sessions, debido al revuelo que esto pudiera causar, sobre todo tras las acusaciones que recibió luego de sacar del puesto en mayo pasado al exdirector del Buró Federal de Investigación James Comey.
La televisora apuntó en su página digital que, en cambio, su estrategia es atacar a un subordinado, pública y repetidamente, sabiendo que solo le deja la posibilidad de la renuncia como forma de defenderse.
Más allá de las intenciones concretas del jefe de la Casa Blanca, lo cierto es que su cruzada contra quien fuera un cercano aliado ha provocado fuertes críticas de los demócratas y de miembros de su propio partido.
Totalmente transparente: @POTUS (el presidente de Estados Unidos) quiere obligar a Sessions a renunciar para nombrar a alguien que frene la pesquisa de Mueller, tuiteó el congresista por California Adam Schiff, el principal demócrata en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.
En tanto, The New York Times afirmó que «Trump abrió una brecha con los conservadores que ven al fiscal general como su campeón» y puso a la presidencia en un virtual estado de guerra con el Departamento de Justicia en medio de una investigación de alto nivel.
Incluso si el enfrentamiento no termina en la salida de Sessions -y la sabiduría convencional en Washington asume que ocurrirá eventualmente- el espectáculo planteó preguntas sobre el futuro de la pesquisa sobre la interferencia electoral, agregó el periódico.
A ello se une la dimisión la semana pasada del jefe de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, y los reportes de que el secretario de Estado, Rex Tillerson, podría considerar su salida del cargo, todas esas malas señales para la administración de Trump a solo seis meses de su llegada al poder.
Jeff Sessions, ¿piedra en el zapato de Trump?
Por Martha Andrés Román