El arte de hablar por teléfono

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

No me considero una persona que esté en contra de la tecnología, sino todo lo contrario, estoy convencido que gracias a ella y utilizándolo como herramienta de trabajo es de gran ayuda no solo para sacar adelante el trabajo, sino también a organizarte en tu vida personal.

Pero también estoy convencido que los excesos en todo son malos. Tan solo por mencionar uno de ellos es el abuso de uso de los teléfonos inteligentes que resultan ser más listos éstos dispositivos que los mismos usuarios, es decir, se han convertido en la nueva extensión de no solo de la juventud, sino hasta el de miles de menores de edad que se han aferrado a tener uno de ellos.

Sobre este mismo tema no sé si algunos de ustedes se ha percatado que los teléfonos han dejado de sonar. Usted ya no escucha el teléfono en su casa, tampoco en las oficinas y ni siquiera en sus propios celulares.

Una reacción generalizada en la juventud cuando su dispositivo se ha desconectado de una red de WiFi o inalámbrica, es para que se pongan todos en pánico y más cuando no tiene base de datos. Todos entran en un estado de “shock”.

Es una locura para ellos porque no tienen mensaje de texto, no FaceTime, no chat de Facebook, no WhatsApp, etc., se encuentran totalmente incomunicados y sienten que el mundo se les viene encima.

Se ha perdido totalmente el arte de usar el teléfono por una simple razón, que es el no saber qué decir, o sea, no tienen tema de conversación porque se la pasan más en pasar bromas y decir, cosas sin sentido y viviendo un mundo irreal en donde siempre esperan las expectativas y chocan con la realidad.

El arte de hablar por teléfono es una joya rarísima y fabulosa distinta compartida solamente entre dos personas en donde no se puede copiar y pegar dentro de una conversación telefónica.

Se han olvidado o simplemente nunca han probado que en una conversación telefónica es diferente por el simple hecho de que cada frase que sale de la boca no va ser una cadena perfectamente calculada de personajes diseñados para impresionar sino solamente se trata de ser uno mismo.

Se ha perdido el arte de hablar por teléfono porque la juventud considera la comunicación verbal como coercitiva y deshumanizante, es decir, tiene una amplia gama de personalidad y las diferencias ideológicas se desarrollan en el tono de voz, expresión facial, registro emocional, el tiempo de respuesta, y así sucesivamente.

Los jóvenes se sienten vulnerables a las preconcepciones y a los juicios automáticos de los demás y por lo tanto no se sienten verdaderamente libres para ser ellos mismos.

Estos jóvenes sienten una gran presión existencial para ajustarse a las normas del pensamiento y los estereotipos de los demás, para decir lo correcto en el momento adecuado, para las personas adecuadas y así sucesivamente. Todo esto tiene una tendencia a querer manipular a la persona a tener que comportarse de manera que están más o menos en desacuerdo con quién toman su verdadero ser para ser en esencia, es decir, ser ellos mismos.

Este tipo de angustia no se manifiesta tan fuertemente en el mundo de la “comunicación”, de las redes sociales a través de sus celulares. Porque tienen más tiempo para pensar lo que realmente quieren decir. Hay menos presión para comportarse de manera inauténtica. Y, de hecho, mucho más se puede decir, que la interacción está mediada por lo que saben solo por Internet y solo son capaces de comunicarse a través de las redes sociales.

No hay nada mejor que retomar el arte del teléfono porque es la única manera de enfrontar todos esos temores que no permiten a los jóvenes a ser ellos mismos, y que simplemente ocultan todos sus temores detrás de un dispositivo móvil. Con el arte del teléfono no hay equivocaciones en mal interpretar cualquier mensaje de texto en donde el mismo receptor le da una entonación dependiendo del humor o sensibilidad en el que se encuentra. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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