Dejad pensar al pueblo que gobierna y se dejará gobernar
William Penn
El nueve de septiembre, el gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, rendirá ante el Congreso del Estado su primer informe de gobierno, y seguramente los logros enumerados no serán precisamente considerados los más palpables, pero en estricta justicia, sin ellos, toda la administración actual y, seguramente las futuras, simplemente no tendrían viabilidad, en un entorno caracterizado por las finanzas colapsadas y las normas hechas para mantener la impunidad de aquellos que ven en las arcas públicas la fuente de su riqueza personal.
¿Que la inseguridad es latente? ¿Que no se perciben la oportunidades prometidas en campaña? ¿Que el desarrollo de todas las regiones estatales sigue siendo desigual? Ciertamente, esos son precisamente los retos que enfrentará la administración joaquinista en los cinco años por venir y además a ello está obligada, si es que quiere pasar a la historia como el gobierno que, por primera vez, cumplió lo prometido a los ciudadanos que optaron por un cambio de gobierno, centrando sus esperanzas en colocar en el poder a grupos políticos diferentes a los que siempre estuvieron ahí, y aun luchan por regresar.
Pero también es cierto que en el primero de seis años, el ambiente se percibe diferente, las instituciones encargadas de combatir la corrupción han sido creadas, las cuentas del pasado han sido auditadas, pero además las designaciones que la XV Legislatura está por realizar se advierten analíticas y de frente a la sociedad, no con un “Congreso en fuga”, como lo hicieron los diputados anteriores, que tuvieron que sesionar encerrados a “piedra y lodo” en hoteles lujosos de la Riviera Maya, para aprobar leyes que les brindaban total impunidad.
Ahora hay quien asegura que las audiencias públicas que ha dado el mandatario son insuficientes para atender todas las demandas sociales, pero ¿acaso ya se olvidó que los cinco años en que Roberto Borge Angulo estuvo en el poder, lo que menos podían los ciudadanos era acercarse a dialogar siquiera con quienes los gobernaban? Las vallas y “guaruras” fueron la característica del borgismo, Carlos Joaquín ha estado ahí, dando la cara en las audiencias, arriesgándose además a la descalificación o minimización de la tarea, pero de frente a quienes pidió el voto. ¿Que falta mucho? Sí, pero las bases se han sentado.
Con lo anterior como antecedente, puede afirmarse que el primer año del joaquinismo ha dependido, por mucho, de la actitud y disposición del gobernante, de lo hecho por la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan) y por el alcance de las reformas y acciones del Congreso estatal, faltan desde ahora las de los demás del gabinete estatal, y que quienes lo encabezan, por cierto, se concentren más en conseguir los objetivos planteados y no los deseos políticos particulares. El primer año ha sido fundamental, los otros cinco deberán conseguir los beneficios tangibles para el ciudadano; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.