Washington, 25 sep (PL) El presidente estadounidense, Donald Trump, muy dado a desatar fuertes polémicas en sus redes sociales, protagoniza hoy una nueva controversia que tiene como blanco de los ataques a deportistas de su nación.
Al final de una semana en la que lanzó amenazas contra varios países, impuso nuevas sanciones a la República Popular Democrática de Corea y presumió de su política nacionalista, el mandatario abrió una inesperada guerra en Twitter contra atletas de baloncesto y fútbol americano.
La más reciente movida del jefe de la Casa Blanca comenzó el viernes último, cuando expresó que los dueños de los equipos deberían despedir a los integrantes que se arrodillen cuando se escucha el himno nacional.
Con ello aludió a la protesta iniciada en agosto de 2016 por el ex mariscal de campo del San Francisco 49ers Colin Kaepernick, quien dijo que no se pondría de pie para mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a las personas de color, en una postura repetida desde entonces por otros futbolistas.
Los comentarios del mandatario en torno al mundo del deporte podrían haber quedado ahí, pero al día siguiente reaccionó de forma airada a un comentario del baloncestista Stephen Curry.
Ese jugador estrella del equipo Golden State Warriors, campeón de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA), indicó que no tenía deseos de realizar la tradicional visita a la Casa Blanca debido a diferencias con el gobernante, aunque reconoció que no se trataba de una decisión individual.
«Ir a la Casa Blanca está considerado un gran honor para un equipo campeón. Stephen Curry está dudando, por lo tanto, la invitación está retirada», escribió el republicano antes de que los Warriors pudieran decidir de conjunto sobre el viaje a la mansión ejecutiva.
A ese mensaje le siguieron sábado y domingo una decena de tuits dedicados fundamentalmente a arremeter contra los integrantes de la Liga Nacional de Fútbol americano (NFL).
«Si un jugador quiere el privilegio de ganar millones de dólares en la NFL o en otras ligas, no se le debe permitir que no respete nuestra Gran Bandera Americana y debe estar de pie en el Himno Nacional. Si no, está despedido ÂíQue encuentre algo más que hacer!», apuntó.
En otras entradas tildó a los futbolistas que adoptan esas posturas de irrespetuosos, instó a los fanáticos a no asistir a los juegos, calificó a los desafíos de aburridos y dijo que pierden público.
Como era de esperar, la reacción del mundo deportivo fue inmediata, con numerosas críticas de jugadores, directivos, y de dueños de equipos de las dos disciplinas mencionadas y de béisbol.
Ayer Estados Unidos presenció protestas en casi todos los partidos de fútbol celebrados en la jornada, con muchos atletas arrodillados durante el himno y otros con los brazos entrelazados, a la vez que algunos se negaron a abandonar el vestuario en ese momento.
En medio de esas confrontaciones, Trump pretendió justificar su actitud al argumentar que defiende el patriotismo y a la nación, pero medios y analistas sostienen que el jefe de Estado en realidad busca conectar con su base y desviar la atención de problemas de su gobierno.
Otros advierten, incluso, de las implicaciones raciales del asunto, cuando la mayoría de los jugadores inmiscuidos en la discusión son afronorteamericanos.
Comenzó como una diatriba a una muchedumbre conservadora y abrumadoramente blanca en Alabama, pero las declaraciones de Trump se han convertido en un alboroto nacional sobre la raza, el patriotismo y la libertad de expresión, con una trayectoria política impredecible, consideró The New York Times.
Para el diario, al atacar a atletas individuales y pedir el despido de los que protestan silenciosamente en el campo, el presidente llevó a elegir lados y condujo al deporte a la incómoda división política de la nación.
A su vez, el estratega demócrata Rodell Mollineau estimó que el gobernante está más interesado en reforzar las diferencias raciales que en defender la bandera.
«Sus comentarios estaban destinados a agitar a su base y a distraer temporalmente de los fracasos de su administración», expresó el analista a la cadena NBC News.
Entre los problemas que enfrenta su gobierno se encuentran las divisiones entre los propios políticos republicanos, el incierto futuro de su esfuerzo por derogar el Obamacare, y la mala acogida que tuvo entre su formación política el pacto que estableció recientemente con los demócratas.
Frente a ese panorama, consideran algunas fuentes, Trump necesitaba encontrar un tema que recordara a sus partidarios cuál es su postura en lo concerniente a cuestiones culturales.
Entre los debates sobre el porqué de esta polémica, que probablemente tendrá nuevos capítulos, hay personas que comparan la actitud del presidente con la adoptada el año pasado por su antecesor, Barack Obama (2009-2017), cuando inició la protesta de Kaepernick.
Obama, recordó la revista Time, fue conciliador entonces, se cuidó de no tomar lados, y defendió el derecho a la libertad de expresión; pero Trump, según lo ven muchos implicados, ha usado el tema para separar.
Comentarios divisivos como estos demuestran una desafortunada falta de respeto por la NFL, nuestro gran juego y los jugadores, y la imposibilidad de entender la abrumadora fuerza del bien que representan en las comunidades, le respondió al republicano el comisionado de la liga, Roger Goodell.
Retórica divisiva de Trump, ahora contra el deporte
Por Martha Andrés Román