La Habana, 2 nov (PL) Bien podría decirse que visitar China es directamente proporcional a ir a la Gran Muralla, una de las nuevas siete maravillas del mundo.
Al menos así lo consideran muchos extranjeros, quienes tratan a toda costa de incluir en su agenda la visita a una de las secciones de esa obra monumental que surca unos 20 mil kilómetros de la geografía del gigante asiático.
Quizás por ello, estar en la mayor construcción de defensa militar de la antigüedad y la que tardó más tiempo en construirse, resulta una especie de experiencia multicultural. Así lo pudimos constatar un grupo de periodistas latinoamericanos durante una reciente visita a ese país asiático.
Español, chino, francés, inglés, portugués, son algunos de los idiomas que se escuchan mientras se suben los escalones -irregulares en su altura- de esa colosal construcción.
Si bien el ascenso puede ser bastante agotador, desde niños hasta adultos mayores se adentran en un recorrido hecho para el disfrute y el eterno recuerdo.
Esta colosal muralla se erigió a lo largo de muchos siglos: desde el V a. C. hasta el XVI d. C., refieren textos especializados.
Los pueblos que dominaban las planicies centrales, es decir, las cuencas central e inferior del Río Amarillo, decidieron defenderse de los ataques de los pueblos del norte con una muralla que uniera los muros, las almenaras y los castillos situados a lo largo de la frontera y desde la que pudieran vigilar los movimientos del enemigo.
Después del año 221 de antes de nuestra era, año en que Qinshihuang, primer emperador de la dinastía Qin, unificó China, se enlazaron los muros ya existentes.
La formidable barrera defensiva así formada, que cruzaba las montañas de la frontera septentrional, sirvió para rechazar los ataques de la etnias nómadas montadas a caballo, provenientes de la estepas mongolas.
En la construcción de esta muralla gigantesca, que desde lejos parece una larga serpiente que sube y baja, se aprovecharon las afiladas crestas de las montañas y los abruptos precipicios, subrayan especialistas.
Levantada con ladrillos enormes, mampuestos, loess (material geológico sedimentario eólico) y piedra machacada, tiene una altura de unos 10 metros.
La anchura de su parte superior oscila entre los cuatro y cinco metros, lo que permitía el paso simultáneo de cuatro soldados a caballo y facilitaba los movimientos de las unidades de combate y el transporte de cereales y armas.
La Gran Muralla, declarada en 1987 Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, recoge varios siglos de una historia enriquecida cada día con la visita de personas que llegan de todo el orbe.