Igual que a los burros

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Quién dice que las campañas publicitarias no funcionan, es decir, una buena estrategia de mercadotecnia es evidente que genera una reacción al público con que va dirigido.

Y si no me cree voy a mencionar algunas de ellas que su impacto ha sido tan fuerte en nuestra sociedad que se han logrado grabar durante años y hasta casarse con muchos slogans que han salido de dichas campañas publicitarias.

Siempre es bonito recordar y veamos algunos que han pasado a la historia pero por su efectividad es fácil recordarlos: “La chispa de la vida”, “¡Jorgitooo!… ¿Quién crees que lava la ropa? ¡Hoover!”, ”¿Estrenando?… Noo, Vel Rosita….”, “Haz una cara Hellmans”, “A Duvalí­n no lo cambio por naaada, Duvalí­n..”, “Jaimeeee, el niño tiene sed y no hay naranjas… pero Tang le va a encantar por su gran sabor a naranja”, “Estaban los tomatitos muy contentitos, cuando para su suerte, llegó Del Fuerte”, “Para ese apetito ferooooz…. Mamut, Mamut…”, “Es un pequeño lujo, pero creo que lo valgo. LOreal porque yo lo valgo…”, “En la casa, en la oficina, tenga usted Vitacilina, ¡ah! que buena medicina”, “Kolaloka, pega de locuraaaaa…”, “A que no puedes comer sólo una. Papas Sabritas”, “Mum bolita mágica…”, “Gansito Marinela… Recuerdameee…”, “Hogar se escribe con H, con H-24 sin igual”, “Bic, no sabe fallar….”, “¿Y la Cheyenne apá?”, “Soy totalmente Palacio. Palacio de Hierro”, “Todo mundo tiene un Jetta, al menos en la cabeza”, “Con el cariño de siempre, Bimbo”, “Corona, la cerveza de mayor venta en el mundo”

El éxito de la mayoría de estos slogans tiene mucho que ver con la estrategia de la campaña publicitaria, y mercadotecnia en la cual detrás de ello va implicado un grupo de profesionistas con una complejidad para lograr su objetivo, el impacto al público dejando plasmado el objetivo por la cual fueron hechas.

Son pocas aquellas campañas para concientizar a la población sobre el cuidado del medio ambiente y sobre todo la del vital líquido que cada vez se va haciendo menos, y con el recalentamiento mundial, el agua se aprovecha menos porque los cambios climatológicos han cambiado drásticamente y donde debe de llover para hacer ese banco de manto acuífero, o presas, ya no sucede desaprovechándose la lluvia dentro de las ciudades que en las afueras.

Por otro lado, el incremento de las zonas áridas ha provocado en la búsqueda de nuevos pozos y sacarle como el jugo al tuétano aquellos que están funcionando, pero lo malo es que existe un momento en donde el agua ya no es potable por llegar a los minerales nocivos para la salud del ser humano.

Hace muchos años en el país existió una campaña elaborado con una excelente mercadotecnia quedando grabado en la mente de todo aquel que lo llegó a ver. Posiblemente para las nuevas generaciones no lo recuerden, pero era una campaña al cuidado al agua, donde salía un niño regordete muy simpático, con su manita bien “chonchita” regañando a los adultos diciendo: “Amanda… se nos va a acabar el agua”. La mujer respondía: “¡Y dale con el agua! ¡Qué quieres que yo haga!”. La respuesta pronta del niño era con esa frase, “¡Ya ciérrale!”.

Su impacto entre la gente fue tan fuerte que entre broma y broma cada vez que había una oportunidad la gente lo utilizaba para hacer bromas, es decir, su objetivo surtió efecto que era simplemente: la concientización.

Cada vez es mayor la necesidad de crear una cultura del agua como prioridad en la actualidad y en los próximos años para evitar la escasez del vital líquido para la sobrevivencia del ser humano, el riego de plantíos y animales como parte de la cadena alimenticia del hombre.

Para realizar este tipo de cultura del agua a base de la producción televisiva son caras pero necesarias para poder generar una consciencia de que es un recurso natural limitado, y una necesidad para hacer el buen uso de ello con el mejor aprovechamiento y conservación.

En la actualidad los estados de Coahuila y Durango, se han olvidado de las campañas publicitarias porque no más no entra la concientización a la población; teniendo que recurrir a la cultura del burro, es decir, a base puros macanazos para que entiendan.

Y el mejor castigo ha sido pegándole al bolsillo, en donde las autoridades echaron andar una serie de medidas económicas por medio de multas elevadas para quiénes desperdicien el agua, porque tal parece solamente es el único modo de concientizar sobre el cuidado del vital líquido. Lamentablemente para algunos la multa es un mal necesario para crear cultura. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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