Guatemala, 31 dic (PL) A contrapelo de la comunidad internacional, el presidente guatemalteco, Jimmy Morales, decidió comportarse como un verdadero amigo para Estados Unidos e Israel y ordenó el traslado hacia Jerusalén de su sede diplomática en Tel Aviv.
La noticia llegó vía Facebook, víspera de Nochebuena, como un «regalo» adelantado.
Morales confirmó a su pueblo una conversación con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y anunció subrepticiamente el retorno de la embajada de Guatemala a Jerusalén después de Washington, por supuesto.
El gobierno guatemalteco cumplía con la palabra empeñada el 21 de diciembre, cuando junto a un solitario grupo de ocho países se plegó al presidente estadounidense, Donald Trump, en su empeño por reconocer a la Ciudad Santa como capital de Israel, a pesar de que 128 estados votaron en contra.
También se hizo evidente su habilidad para tomar nota, pues en un acto más de prepotencia, la embajadora permanente norteamericana en Naciones Unidas, Nikki Haley, lanzó un par de amenazas en un discurso previo; en particular, que recordarían lo ocurrido en la Asamblea General cuando cualquier gobierno acudiera a pedir ayuda o financiamiento.
«No olvidaremos cómo fuimos agredidos en la Asamblea General, lo haremos cuando alguien venga llamando a nuestra puerta con el objetivo de servirse de la influencia de Washington o pidiendo ayuda monetaria», insistió, y Jimmy Morales tiene buenas razones para tal coqueteo.
«Guatemala es pro Israel históricamente. En los 70 años de relación, Israel ha sido nuestro aliado», dijo a periodistas días antes de tomar la provocativa decisión en contra del consenso internacional, pero muy atractiva para los sectores más extremistas y la influyente comunidad judía en el país.
Para algunos, la decisión no fue sorpresa. La nación centroamericana jugó un papel destacado en la creación misma del Estado judío en 1947, luego fue de las primeras en apoyar su reconocimiento en Naciones Unidas y en establecer relaciones diplomáticas con la apertura de su sede en Jerusalén hasta 1980.
Una colaboración que mostró también su lado oscuro en 1977, cuando incluso la administración norteamericana de James Carter retiró su ayuda militar a Guatemala ante las acusaciones de violaciones de los derechos humanos, e Israel llenó ese vacío.
En 1982, el dictador Efraín Ríos Montt contó a la cadena ABC que su éxito (léase masacres) se debía al hecho de que «nuestros soldados fueron entrenados por israelíes», una cooperación en el plano de seguridad y armamento activa hasta nuestros días.
El gobierno de Israel ha invertido en sectores como agricultura, educación, medicina y seguridad. En noviembre de 2016, Morales visitó oficialmente esa nación para afianzar todavía aún más el intercambio en esas y otras áreas, lo cual explicaría en parte su determinación sobre Jerusalén.
A lo interno, la decisión de Morales provoca reacciones encontradas que van desde felicitaciones hasta críticas por querer congraciarse con Trump.
Sin embargo, las condenas más fuertes llegaron de la comunidad internacional. El primero fue el presidente boliviano, Evo Morales, quien consideró que el gobierno de Guatemala vendió su dignidad para no perder las migajas del imperio, escribió en un twitter de su cuenta @evoespueblo.
Y es que Estados Unidos es el principal mercado de este país centroamericano, su principal fuente de inversión extranjera directa, con un peso importante de las remesas enviadas por los inmigrantes.
La amenaza de mayores recortes evidentemente pesó, pues según cifras de la Agencia de Cooperación de Estados Unidos, Usaid, Guatemala recibió en 2016 cerca de 297 millones de dólares y se ubicó como el tercer principal receptor de toda la región y el onceno a nivel mundial.
Jordania, por su parte, calificó la postura guatemalteca como una violación flagrante de la legislación internacional, en tanto Qatar consideró la acción como ilegal y provocativa.
El Parlamento Árabe e Indonesia se sumaron a las condenas contra Guatemala, donde empiezan a sonar alarmas económicas ante el riesgo de un corte abrupto de las ventas a los países árabes, principalmente, de su aromático cardamomo.
Pero en un año realmente tortuoso para Jimmy Morales, con varias acusaciones de corrupto y la economía en baja por las turbulencias políticas, un guiño a Donald Trump podría ser importante para que continúe llegando el dinero que muchos consideran «bendiciones».
(Tomado de Orbe)
Jerusalén y el coqueteo de Jimmy Morales
Por Maitte Marrero Canda