Por Karen Rivera
¿Cómo es que los imaginarios de las novelas de John Maxwell Coetzee pueden provocar una resistencia cultural y política? En su narrativa, el escritor sudafricano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2003, construye personajes depresivos o decadentes, y los ubica en escenarios que cuestionan los discursos políticos y culturales, así como las prácticas del poder. Racismo, guerra, injusticias y autoritarismo, son algunos de los temas que pueden leerse en libros como Informe Vietnam o Diario de un mal año. Una reflexión literaria y filosófica de la obra de Coetzee, puede encontrarse en el libro Los imaginarios de la resistencia del investigador Pablo Lazo, publicado por Akal.
“El libro nace a partir de la inquietud de pensar críticamente la sociedad, de pensar críticamente cómo podemos responder a regímenes totalitarios, a regímenes de injusticia y de esto trata las novelas de Coetzee. El libro, quiere probar que a partir de los imaginarios que plantean las novelas, de los imaginarios literarios, se puede hablar de una resistencia al sistema. Y esto es lo que yo quisiera probar también de Coetzee: que en sus novelas está un disparador de la acción, que no es una simple evasión, sino que respetando todas las reglas literarias de toda la buena escritura, empujan al lector a repensar su propia realidad, a hacerse un espejo con ella y a despertar.”
Lazo analiza las quince novelas que hasta ahora ha publicado Coetzee como Tierras de poniente, Desgracia y Verano, y traza un mapa narrativo de interpretación de la obra del Nobel. Mapa para el que el mismo Coetzee escribió un prefacio que “es una reflexión sobre la censura, que no está publicado más que en este libro. La novedad de éste es que Coetzee cuenta cómo fueron tratadas sus novelas, las principales novelas, Esperando a los bárbaros, Vida y época de Michael K.y otras, cómo fueron tratadas en Sudáfrica por los censores. Aquí ventila una hipótesis: ¿qué es la censura? Nos hace algo a nivel psíquico que es inseminarnos la prohibición sin necesidad de ningún vigilante.”