Moscú (PL) La celebración del aniversario 75 de la victoria sobre el fascismo alemán y sus aliados en Stalingrado adquiere vital importancia, sobre todo cuando a ella se refieren familiares de protagonistas directos de esa gesta.
La batalla en Stalingrado es considerada por los especialistas como una de las cruzadas más sangrientas en la historia de los conflictos en el orbe, con un total que sobrepasa el millón de víctimas de ambos lados, cuando combatieron más de dos millones.
Prensa Latina recogió algunos testimonios durante los días previos y posteriores a la celebración del 2 de febrero, para conocer de primera mano los detalles de esa historia por especialistas y familiares cercanos a la gesta bélica.
La referida victoria de 1943 permitió éxitos como la ruptura del bloqueo fascista de Leningrado (hoy San Petersburgo), declaró a Prensa Latina Artimo Savinov, curador de la exposición sobre la batalla de Stalingrado en el Museo de Los Héroes, en Moscú.
El plan de golpear al Ejército Rojo y a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1922-1991) en los meses de verano y otoño de 1941 falló, afirmó el también especialista del museo Panorama de la Batalla de Borodino.
Por eso, en esa situación, la comandancia alemana tomó la decisión de que, en el verano de 1942 realizaría una nueva ofensiva, no en la dirección central, como la anterior, sino al sur, en línea a Stalingrado, comentó.
Stalingrado (actual Volgogrado), era un centro importante de industrias, pues trabajaban tres fábricas militares importantes: la de artillería pesada Barrikadi, la de tractores, donde se hacía el tanque T-34 y Krasni Oktiabr (Octubre Rojo).
El 23 de agosto de 1942, la ciudad de la cual evacuaron a unas 100 mil de 300 mil personas, fue atacada con bombas convencionales e incendiarias para desaparecerla casi en una jornada, explicó el historiador a Prensa Latina.
Savinov narró que hubo momentos, cuando los trabajadores de la fábrica, aún sin poner a punto los tanques y con una tripulación que apenas contaba con mecánicos de prueba, los situaban en lugares claves de la ciudad, apuntó.
Al respecto, el especialista del Museo de la Historia del tanque T-34, Vladimir Gorbunov, declaró a Prensa Latina que cuando la fábrica estaba casi tomada, los trabajadores prepararon cinco tanques y los situaron en esa zona.
Los alemanes al ver esa concentración de tanques se retiraron, declaró Gorbunov, quien afirmó que hasta el 8 de octubre se mantuvo la producción, cuando abandonó la fábrica el último obrero y el día 14 fue ocupada por los nazis.
De septiembre de 1941 al verano de 1942, la fábrica de tractores de Stalingrado fue la única que produjo tanques T-34 para el Ejército Soviético, explicó.
Para Vasili Ivanovich Chuikov, nieto del legendario general soviético encargado de dirigir la lucha urbana en la defensa de Stalingrado, su abuelo luchó como héroe, ninguna vez retrocedió, ni se entregó.
Para la misión de Stalingrado designaron a varios oficiales, pero se negaron porque consideraron imposible resistir, declaró a Prensa Latina.
En 1981, escribió una carta al entonces secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Leonid Brezhnev, con la petición de enterrarlo en el Memorial de la Batalla de Stalingrado, en el Mamayev Kurgan, y lo cumplieron.
Chuikov confesó que Aleksandr Ilyich Rodimtsev fue un verdadero amigo de combate de su abuelo. Él arribó a Stalingrado cuando la situación estaba muy difícil, «los alemanes rompieron nuestra defensa y llegaron al Volga, y hacía falta refuerzos para hacerles frente», comentó.
Al final, fue enviada la décimo tercera división de fusileros de Rodimtsev, quien con una condecoración de Héroe de la Unión Soviética en España, regresó con tropas de paracaidistas a su mando, recordó.
De su lado, el hijo de Aleksandr Rodimtsev indicó a Prensa Latina que su padre fue dos veces Héroe de la Unión Soviética, Coronel General, y participó en la Gran Guerra Patria desde los primeros días hasta la victoria.
La batalla principal de su vida fue la de Stalingrado. En otoño de 1942, los alemanes llegaron hasta las cercanías de esa ciudad y en septiembre, con un golpe fuerte, rompieron la defensa, y en muchos lugares salieron al Volga, narró.
El núcleo de la división era de paracaidistas. Justo como una brigada de paracaidistas la unidad de mi papá empezó en la guerra en 1941, gente con preparación especial, constató.
Un golpe con una división fresca fue una sorpresa para los alemanes; lograron tirarlos de las orillas y mantener la defensa, describió el hijo de Rodimtsev.
Desde el punto de vista militar-estratégico, se debía mantener Stalingrado. No se podía permitir a los alemanes cortar el Volga y por ello la división 13 de la guardia de fusileros mantuvo el centro de la ciudad, explicó.
El hijo de Rodimtsev destacó que en un momento de la batalla, hubo posiciones situadas a apenas 200 metros del Volga, donde se mantuvo la defensa por 140 días. Todo el que posee conocimientos militares sabe qué significa eso, apuntó.
Una de las más grandes páginas en la historia de la división 13 de la guardia fue la defensa de la casa de Pavlov. Resultó que esa vivienda recibió el nombre de ese sargento.
El sargento y tres combatientes mantuvieron esa casa a unos 200 metros del Volga por cuatro días. De la edificación expulsaron a un grupo de alemanes y protegieron a 30 civiles escondidos en su sótano, algunos heridos, comentó.
Llegaron unos refuerzos y la casa de Pavlov se mantuvo con 26 combatientes como bastión inexpugnable contra los nazis durante 58 días. Otra página heroica y de resistencia escrita en Stalingrado, apuntó.
Tales testimonios, tomados en museos o residencias de estos narradores tan pegados a la referida página histórica podrían extenderse porque como afirmó Rodimtsev, anécdotas existen como para escribir un libro, solo de Stalingrado.
De esta manera Prensa Latina contribuye a la memoria histórica con un somero fragmento de ese río de constante flujo, con personas cercanas a quienes dirigieron una batalla que cambió el curso de la II Guerra Mundial.