Por Alberto Aranda
Sólo en el estado de Morelos, los sismos del 2017 afectaron 300 inmuebles considerados como patrimonio, de estos, los más dañados fueron los monasterios del siglo XVI. Elsa Arroyo Lemus, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, nos cuenta que recorrer los catorce inmuebles dañados tomó poco más de un mes, “haciendo estos registros con fotógrafo, historiadores del arte, arquitectos tanto del Instituto de Investigaciones Estéticas como de la Facultad de Filosofía y Letras y de la Facultad de Arquitectura. Son Agustinos, sobre todo, Dominicos y Franciscanos que corresponden a toda esta ruta en la falda del Popocatépetl. Hay dos que en realidad están bastante bien, pero todos sufrieron algún daño, dos tienen los daños más graves: colapso de bóvedas, torres, claustros y bardas atriales.”
De los catorce inmuebles del siglo XVI, trece presentan daños en pintura mural, pero daños severos sólo seis. El proyecto de la UNAM, apoyado por el INAH, contempla la intervención en diez. El trabajo de rescate de la pintura mural será lento por las condiciones de trabajo.
“Encontramos que todos los problemas de murales en claustros altos sufrieron daños muy severos. Esto quiere decir desprendimientos, colapso, agrietamiento, abombamientos y la pintura mural en estos casos estaba en el piso cuando hicimos los primeros recorridos. Notamos también que otras brigadas que habían entrado a los monumentos a hacer sus propios trabajos habían pasado y habían pisado. También notamos esta falta de atención al tema de las decoraciones porque lo urgente son las estructuras, pero también este tipo de patrimonio cultural es fundamental y son ejemplos únicos del arte mexicano”.
Para la investigadora esto implica “un trabajo de catalogación, registro, almacenamiento y resguardo de la pintura mural. Lo que hacemos es recolectar esos fragmentos, organizarlos por zonas de desprendimiento, hacerles un registro fotográfico y catalogación y luego resguardarlos en camas con materiales inertes para que resistan a estar guardados hasta el día en que las estructuras estén listas y los proyectos formulados por parte de las instituciones que se encargan de la restauración para poder ser reinsertados en los muros.”
El trabajo dará pie a un manual para catalogar, tratar y conservar los murales de los inmuebles del siglo XVI, ya que se han tomado muestras de las pinturas para hacerles pruebas químicas y físicas y saber cómo se realizaron estos trabajos. “Los monumentos exhiben heridas faltantes, lagunas de sismos previos o de daños previos que nunca fueron atendidos. En ese sentido me gustaría agregar que a mí me parece preocupante que muchos de estos espacios tienen zonas afectadas de una manera muy dramática derivada también de una falta de mantenimiento de años y sobre todos son las áreas que han estado en clausura y que nosotros incluso no conocíamos porque no es fácil tener acceso a ellas dado que están ocupadas todavía por la iglesia.”