Por Julio López
Corre el año de 1979, Arturo “El Negro” Durazo es jefe del Departamento de la Policía del entonces Distrito Federal y la corrupción en el penal de Santa Martha Acatitla ha alcanzado niveles alarmantes. Las drogas, el alcohol, los cigarros y otros beneficios son controlados por las autoridades del penal. Esta es parte de la trama de la película La 4a compañía, un proyecto ambicioso que inicio hace 12 años y que sorteó todo tipo de contratiempos, incluida una grave enfermedad que llevó al borde de la muerte a Carlos Valencia, uno de sus protagonistas.
“Nosotros íbamos a hacer un paro de dos semanas y continuar, y ese paro se extendió a causa de Carlos, por un año y medio. Tuvimos que rearmar todo el proyecto volver a consolidar las fuentes financieras, pedir un montón de favores y seguir con esta empresa de terminar la película”, dijo Amir Galván, codirector.
Este era un proyecto atípico pues gran parte de la película se filmaría dentro de un penal con actores profesionales, pero también con reclusos. Todo el equipo debió someterse a rigurosos procesos de seguridad, acatar los horarios de visita y estar alerta, pues al final del día estaban dentro de un reclusorio.
“Siento una gran valorización y una gran conciencia de lo que es la libertad, porque, aunque tú sabes que vas a pasar sólo unas horas y vas a salir, que sólo vas a estar de visita, de todas maneras, el convivir, el ver, el sentir lo que es una prisión, realmente, como se dice vulgarmente, ‘te apaña’, te reduce, te hace consciente que hay una libertad fuera de esos salones y de esas rejas”, agregó el actor Miguel Ojeda.
El filme cuenta la historia de Los Perros, un equipo de futbol americano conformado por reos. Sus éxitos en la cancha contrastan con otras actividades clandestinas porque se han convertido en La Cuarta Compañía, una herramienta al servicio de las autoridades del penal. Estos hombres son obligados a cumplir tres tareas fundamentalmente: ganar sus partidos para que sus logros sirvan de ejemplo del buen estado del sistema penitenciario, controlar a los reos dentro del penal y cometer todo tipo de crímenes. Las mismas autoridades los dejan libres para que cometan todo tipo de fechorías.
A decir del actor Adrián Ladrón, “la película genera una reflexión sobre lo importante que es seguir hablando de estos temas y ponerlos sobre la mesa e invitando al espectador a sacudirse, y a generar un poco más de conciencia acerca de su entorno y lo importante que son sus decisiones. Esperemos que la película cumpla ese objetivo también”. Sin embargo, la pregunta que queda en el aire es ¿Cuántas de las cosas que vemos retratadas en la película siguen sucediendo?
La 4ª compañía llegará a las salas de cine en noviembre.