Por Betty Hernández
La Habana (PL) El virus de Zika, luego de causar pánico a nivel global en 2015 y 2016, está hoy casi desaparecido de los titulares de los medios de comunicación, sin embargo todavía es el centro de numerosas investigaciones cuyos resultados no dejan de sorprender.
Esa arbovirosis transmitida por el mosquito Aedes Aegipty se identificó por vez primera en macacos a través de una red de monitoreo de la fiebre amarilla realizada en Uganda en el año 1947.
Posteriormente, en 1952, fue detectada en el ser humano en ese país y la República Unida de Tanzanía.
Pero no fue hasta el brote de Brasil en julio de 2015 que la enfermedad cobró relevancia pues se demostró su asociación con el síndrome de Guillain-Barré y la microcefalia congénita.
En 2016 se confirmaron reportes del padecimiento en 36 países, principalmente en Suramérica. Debido al movimiento poblacional posteriormente se detectaron casos en Estados Unidos y varias naciones de Europa.
Desde entonces se adoptaron múltiples acciones para erradicar la epidemia, desde reforzar el control epidemiológico en fronteras, endurecer las pruebas de calidad de las transfusiones de sangre, hasta recomendar la abstinencia sexual o las relaciones protegidas, pues el virus fue detectado en el semen.
En el campo de las ciencias, los expertos han aportado las respuestas más novedosas, como vacunas, pruebas para detectar más rápido la enfermedad y experimentos con mosquitos genéticamente modificados para atacar al agente transmisor.
Novedades en 2018
Recientemente salió a la luz pública un estudio de la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami, en Estados Unidos, cuyos expertos inyectaron anticuerpos de mujeres afectadas por el zika a primates embarazadas y lograron evitar el contagio a la madre, pero no al feto.
A tres macacos rhesus preñadas se les inyectó un cóctel de anticuerpos provenientes de una paciente que contrajo la arbovirosis en Brasil y se produjo una alta tasa de complicaciones en el desarrollo fetal.
El coctel de anticuerpos fue efectivo para eliminar el virus de la sangre materna, pero no fue suficiente para erradicarlo del líquido amniótico, detalló el reporte.
Los autores explicaron que posiblemente los anticuerpos no atraviesen la placenta en concentraciones suficientes para bloquear el virus.
Durante el experimento, los expertos relataron que la infección resultó en el cruce del virus al líquido amniótico, lo cual provocó la muerte del feto.
De esa forma, determinaron que es necesario desarrollar terapias específicas para detener la transmisión de madre a feto y tratar a los fetos infectados.
Una investigación más alentadora con resultados insospechados fue la del Centro de Estudios del Genoma Humano y Células Tronco, de la Universidad de Sao Paulo (USP), cuyos expertos concluyeron que el virus del Zika purificado, en bajas concentraciones, puede destruir tumores embrionarios cerebrales humanos inducidos en ratones.
En sus experimentos los galenos utilizaron células cancerígenas humanas derivadas de dos tipos de tumores embrionarios del Sistema Nervioso Central: el meduloblastoma y el tumor teratoide rabdoide atípico, los cuales afectan principalmente a niños menores de cinco años.
Según el estudio, el virus no infectó células tumorales indiscriminadamente.
Los autores observaron que el Zika fue bastante específico para células tumorales del sistema nervioso.
Los tumores presentaron remisión en 20 de los 29 animales tratados con el virus del Zika, de los cuales siete presentaron remisión completa, o sea, el tumor desapareció, relató el reporte científico.
Incluso en algunos casos se observó además el combate a las metástasis, que es cuando surgen tumores secundarios, continuó dicha fuente.
Para las pruebas con humanos será necesario obtener el virus purificado en mayores cantidades y producirlo de acuerdo con buenas prácticas de cultivo.
Ética… un freno necesario
Hasta ahora, aunque sean numerosas las pruebas con animales, el proceso de experimentar con humanos ha sido muy controversial.
Tengamos en cuenta que los estudios en personas solo se llevan a cabo en un pequeño número de instituciones en cada país.
Sin embargo, esos polémicos ensayos se han usado para lograr vacunas o tratamientos contra el dengue, la malaria, y muchas otras peligrosas enfermedades.
Pero, en el contexto actual, ¿cabe el zika en esa categoría?
Recientemente la revista Science publicó las críticas de un panel de científicos contra un futuro experimento, auspiciado por las máximas autoridades sanitarias de Estados Unidos, en el cual se infectará con el virus a los voluntarios.
En su artículo los autores exigieron que se establezcan comités de ética para revisar el diseño de dichos estudios en personas, que algunas veces se usan para poner a prueba vacunas.
«No hay forma de regresar en el tiempo», comentó la bioeticista Seema Shah, académica de la Universidad de Washington que encabezó el panel y coautora del texto.
«Cuando le pides a alguien que tome un riesgo que no lo beneficiará aunque sí a otros en el futuro, necesitas saber dos cosas: que se implementan las protecciones adecuadas y que eso en verdad va a cambiar las cosas de manera visible», sentenció.
Bajo la tutela de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH), los investigadores en cuestión tienen planeado inocular a los participantes con vacunas potenciales y después inyectarles pequeñas dosis del virus de Zika para poner a prueba la eficacia del tratamiento.
Es válido precisar que en medio de esta polémica los NIH todavía no han decidido si continuará la investigación.
Los científicos a cargo del ensayo clínico argumentan que es necesario prevenir una epidemia en el futuro.
En su defensa, quienes impulsan el estudio consideran que las preocupaciones del grupo son hipotéticas y los panelistas no tomaron en cuenta el protocolo propuesto.
De hecho, los científicos planean usar dosis mínimas del virus de Zika y poner en cuarentena a los pacientes en una unidad para pacientes de corta estancia hospitalaria
Al respecto, el investigador de vacunas en los NIH, Stephen Whitehead denunció que «se nos ha pintado como científicos locos que hacen estudios horribles en seres humanos. Sin embargo, tenemos controlados todos esos riesgos».
Sin embargo, los bioeticistas aseguran que la investigación tiene «valor insuficiente» para justificar los riesgos.
El panel argumentó que la gente que no participa en el estudio, como las parejas sexuales de los voluntarios, también podrían infectarse.
Además el contagio podría tener consecuencias no especificadas a largo plazo para los sujetos de la investigación.
La realidad es que los brotes de zika en el mundo se han vuelto demasiado esporádicos para poner a prueba las nuevas vacunas.
En este contexto, las autoridades sanitarias de cada país tienen la disyuntiva de ceder a los experimentos en humanos para inocular a las personas ante un posible brote o continuar con las medidas de contención de los riesgos de la transmisión del virus.