Por Alberto Salazar Gutiérrez
Hanoi, 29 abr (PL) La danza como vehículo de amistad y conocimiento entre los pueblos tuvo una lucida jornada en Hanoi, la capital de Vietnam, cuando una veintena de grupos locales interpretó otros tantos cuadros de yosakoi, un baile originario de Japón.
Pero nadie imagine un espectáculo con etéreas geishas de paso breve y acompasado deslizándose sobre un pentagrama cuasi celestial de fondo: lo típico del yosakoi son los movimientos enérgicos, a veces acrobáticos, revoloteando sobre una música intensa a ratos acompañada de gritos y siempre de sonrisas.
Tampoco son de seda y tonos pastel las vestimentas de los bailarines, pues las yukatas recorren una vasta paleta de colores vivos y brillantes. Y para que a la danza no le falte algazara, sus ejecutantes entrechocan con fuerza los narukos, unas pequeñas tablillas que recuerdan a las castañuelas.
Todo eso, junto a las numerosas personas que integran la coreografía, hacen del yosakoi una de las danzas tradicionales japonesas más enérgicas que existen.
El yosakoi nació en 1954 en la ciudad de Kochi, isla de Shikoku, como reinterpretación de la famosa danza Awa Odori, típica de la cercana ciudad de Tokushima, y rápidamente se hizo muy popular en todo el país.
Cada año en Japón se celebran cientos de competiciones y festivales, pero los más llamativos por su importancia y cantidad de participantes son el de Kochi (ininterrumpido desde 1954); y los de las ciudades de Sapporo y Sendai, que datan de 1992 y 1997, respectivamente.
Por su estética vigorosa y llamativa, el yosakoi saltó a otras naciones vecinas donde ya tiene decenas de miles de cultivadores.
Japoneses que por diversos motivos estaban en Hanoi cuando actuaron las cuadrillas locales, comentaron que estas no serían segundas de nadie… si en la lista no figuraran las que le bailan al Sol Naciente.