Guatemala, 16 jun (PL) Las labores de búsqueda de cuerpos que quedaron soterrados por la erúpción del volcán de Fuego y la atención de emergencia en los albergues, acapararon la atención mediática de la semana que hoy concluye en Guatemala.
En medio de la lluvia y la constante actividad del coloso, los pobladores continúan llegando a la llamada zona cero del desastre para señalar a los rescatistas el lugar donde antes estaban sus casas y tratar de sacar los restos de familiares desaparecidos.
A nueve días de la mayor explosión del coloso desde 1974, la emergencia se concentra ahora en los centros de evacuación diseminados por los departamentos de Escuintla, Sacatepéquez y Chimaltenango, los más golpeados debido a su cercanía. Según el último parte de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), suman tres mil 510 las personas albergadas, principalmente en la cabecera departamental de Escuintla, con dos mil 672.
Hacinamiento, malas condiciones higiénicas y de manipulación de los alimentos, son ahora el peligro mayor en estos centros, donde médicos cubanos tienen presencia las 24 horas en cuatro de ellos, sin esperar que grandes titulares de prensa reconozcan su labor.
Nada más conocerse la magnitud de la tragedia, los 26 colaboradores que viven y trabajan en Escuintla asumieron voluntariamente guardias nocturnas, después de concluir su jornada laboral, en la escuela oficial urbana mixta federación José Martí, la cual alberga a casi 900 damnificados.
Ante la solicitud de las autoridades guatemaltecas de ampliar la ayuda de la Brigada Médica Cubana (BMC), desde el miércoles pasado se sumó a las tareas asistenciales y de vigilancia en salud un grupo de 20 galenos especialistas en Pediatría, Medicina General Integral y Epidemiología.
La misión estatal de la Isla en la tierra del Quetzal ha reiterado la disposición de sus más de 400 cooperantes de asumir cualquier llamado, sin importar las condiciones, para enfrentar las enfermedades posdesastre y aliviar el dolor de la población más humilde, la principal afectada por esta catástrofe natural.
Desde su llegada a esta nación centroamericana, el 5 de noviembre de 1998, la BMC ha permanecido ininterrumpidamente en los lugares más recónditos de la geografía nacional y cuenta con profesionales de alta calificación y conocimiento de las costumbres de los guatemaltecos.
Hasta ahora, el Gobierno no tiene un dato oficial sobre cuántas personas vivían en San Miguel Los Lotes y El Rodeo (Escuintla), comunidades que quedaron sepultadas bajo toneladas de material piroclástico, el 3 de junio al mediodía.
La Conred confirmó la víspera que podrían declararse esos lugares como camposanto, pero eso implicaría detener la búsqueda de restos humanos y comenzar de lleno las tareas de limpieza con maquinaria pesada, algo que procupa a los pobladores.
Aunque el Ejecutivo ha dicho que buscará la forma de construir viviendas a quienes lo han perdido todo, la Secretaría Nacional de Bienes en Extinción del Dominio aseguró que hasta ahora no tienen disponibilidad, de ahí que agilizan el procedimiento de conjunto con el Ministerio Público.
Muchos temen que la espera en los albergues se torne indefinida o deban volver a instalarse en la misma zona de riesgo ante la falta de respuesta institucional y la ineficacia con que el Gobierno ha encarado el desastre volcánico, advierten expertos.
La situación empeora -afirman- cuando se patentiza la precariedad de los más altos cuadros de mando en este país.