Zagreb, 16 jul (PL) Apoteósico es el calificativo justo para describir el recibimiento que la población de Croacia obsequió en esta capital a su selección nacional de fútbol, recién proclamada subcampeona en el mundial Moscú 2018.
Como todo estaba listo para celebrar la conquista del trofeo y la medalla de oro, no fue traumático el desenlace por la caída ante Francia 2-4 en la final de ayer y la decisión de autoridades nacionales, capitalinas y ciudadanía en general fue simple: «Son para y ante nosotros los campeones del mundo y como tal los honraremos».
Desde que a las 15:30 hora local rodó por la pista del aeropuerto el Airbus A-319, pintado de blanco y con la leyenda Croatia y Bravo, Vatreni (Bravo Fogosos) a los dos lados del fuselaje, la multitud allí congregada estalló en júbilo ensordecedor.
Los más altos decibeles del delirio colectivo se registraron cuando al abrirse la puerta de la aeronave aparecieron Luka Modric, galardonado como el mejor jugador del Mundial, y el director técnico, Zlatko Dalic, para desplegar una gran enseña nacional.
El recibimiento que merecen
Un mar de agitadas banderas nacionales, estandartes de todo tipo y miles de bengalas encendidas, en medio de la algarabía fue el escenario mil veces repetido en todo el trayecto del bus destechado que transportó a los devenidos héroes nacionales en una lenta marcha hasta el corazón de la ciudad.
En tanto, las multitudes concentradas en varias plazas zagrebinas, que seguían por pantallas gigantes todos los pormenores de la llegada y el recibimiento, disfrutaban de los lindo el momento con canciones, carteles y, a juzgar por una simple observación, mucha cerveza.
Era solo el comienzo de la mayor concentración de personas registrada en la historia de esta ciudad, de acuerdo con los comentaristas de la televisión pública.
Mientras en la plaza Ban Josip Jelacic, el eje central capitalino, aguardan a los Vatreni unas 110 mil personas en masa apretada, llegadas desde temprano en la mañana, en los parques y avenidas a lo largo del itinerario de la caravana más de 200 mil se aglomeraron para ver de cerca a los nuevos hidalgos.
A las 21:00 locales, cinco horas y media después de la llegada al aeropuerto, en el recorrido más lento del mundo, los subcampeones entraron en el perímetro de la plaza y entonces estalló el paroxismo.
Allí, después de entonar el himno nacional Ljepa nasa domovino (Nuestra hermosa patria) compartieron la alegría desde una tarima, donde ya había arrancado un concierto sin hora marcada de finalización y con un programa preparado por destacados músicos y artistas especialmente para ellos y para todos.
La presidenta de la República, Kolinda Grabar-Kitarovic, decidió, ante esta especial circunstancia no realizar allí la ceremonia de condecoración y premiación a los deportistas prevista y posponerla para una ocasión posterior.