La pesca entre objetivos de sostenibilidad y retos

Por Silvia Martínez

Roma (PL) A mediados de este siglo la población mundial superará los nueve mil millones de habitantes, desafío que entraña, además de responder con alimentos y medios de subsistencia a esa creciente población, hacerlo frente a fenómenos climatológicos adversos.
En ese camino la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas ofrecen un «planteamiento único, transformador e integrador para colocar al mundo en una senda sostenible y resiliente que no deje a nadie atrás».
Para la FAO, parte decisiva de ese empeño, la alimentación y la agricultura son esenciales para alcanzar los ODS, varios de ellos asociados a la pesca y la acuicultura, en particular el 14, dirigido a conservar y utilizar de manera sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos.
En términos alimentarios, la pesca es un medio de vida que proporciona la necesaria proteína animal para sobrevivir ante situaciones críticas de otros sectores, como la ganadería y la producción agrícola, por sequía y otras adversidades.
Océanos, mares, ríos y embalses atesoran ese inestimable recurso renovable que da sustento alimentaria, medios de vida y empleo a millones de seres, quienes son parte y también  dolientes, de la contaminación de sus agua y extinción de sus especies.
El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2018 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, vaticina que para el 2030 la pesca y la acuicultura crecerán un 18 por ciento por encima de los niveles actuales, pero será un alza que exigirá retos.
El análisis del documento estima que en los próximos 10 años ese sector registrará una producción de 201 millones de toneladas de pescado contra 171 millones (47 por ciento correspondiente a acuicultura) en 2016, que además representó un máximo histórico, junto a un consumo per cápita de 20,3 kilogramos, cifra también récord.
Ello fue posible, añade el texto,  por una «estabilidad relativa de la producción de la pesca de captura, la reducción del despilfarro y el continuo crecimiento de la acuicultura».
Ante ese equilibrio de la producción de la pesca de captura desde finales de los años 80, la acuicultura asumió el elevado crecimiento continuo del suministro de ese alimento para el consumo humano.
Las evaluaciones del informe, presentado en el último Comité de Pesca de la FAO, prevén que la producción, el consumo y el comercio de pescado a nivel mundial aumenten, solo si los recursos se gestionan adecuadamente, pero igual advierten que ese crecimiento se ralentizará con el tiempo.
Las previsiones del ente de ONU apuntan a que la producción acuícola mundial, aunque crezca a un ritmo menor que en el pasado, cierre la brecha entre la oferta y la demanda, y que de igual modo, todos los precios permanecerán elevados.
La incertidumbre de los pronósticos está en la variabilidad climática y los fenómenos meteorológicos extremos, la degradación ambiental y la destrucción de hábitats.
La pesca excesiva, no declarada y no reglamentada; la gobernanza deficiente, la invasión de especies no nativas y la accesibilidad y disponibilidad de zonas y recursos hídricos, que igualmente atentan contra las previsiones.
Incluso, tal como planteó en el prólogo del documento, el director general de la FAO, José Graziano da Silva, deberá tenerse en cuenta «reducir el porcentaje de poblaciones de peces capturados más allá de la sostenibilidad biológica».
Igual Da Silva  destacó el valor crucial para la meta Hambre Cero que tiene este sector y cuánto representa en la alimentación, la nutrición y el empleo de millones de personas, muchas de ellas con serias limitaciones para preservar sus medios de vida.
ODS  de la Agenda 2030
La inmensa mayoría de las poblaciones rurales más pobres y vulnerables del planeta tienen la pesca como único recurso para vivir.
Actividad que contribuye  -mucho más si es protegida y potenciada- a la reducción de la pobreza y a la creación de resiliencia mediante el suministro de alimentos, ingresos y empleo, de ahí su relación con el ODS 1 enfocado en la erradicación de la pobreza.
De igual modo la pesca continental  asegura una  fuente sostenible de alimentos  con elevado contenido de nutrientes  y cubre, a los niveles actuales de captura, la proteína animal necesaria de las personas, a menudo las más pobres del planeta.
Los pescadores, con artes de pesca de bajo costo y con poca o ninguna mecanización, proveen de alimentos a sus familias y a la localidad, al tiempo que contribuyen de esa manera a la meta Hambre Cero descrita en el ODS 2 de la Agenda de ONU.
Igual ocurre con el ODS 3 dirigido a crear Salud y Bienestar, pues esa forma de pesca, además de ser fuente de nutrientes,  ayuda al control biológico a través del uso de especies, como la carpa y la tilapia, para controlar vectores de la malaria, la fiebre del Zika y la esquistosomiasis,  provocada por gusanos parásitos, entre otras enfermedades.
Asimismo, datos del Banco Mundial citados por FAO  destacan que  alrededor de 35 millones de mujeres participan  en la pesca continental a nivel mundial y en sus cadenas de valor, cerca de la mitad de los 60 millones estimados en ese oficio.
Ello evidencia de la contribución del sector al empoderamiento de las féminas y a la igualdad de género, aspecto contemplado en el ODS 5.
Sobre agua limpia y saneamiento, del cual se ocupa el ODS 6, los ecosistemas sanos, son indicadores de una buena calidad del agua, lo cual genera beneficios relacionados con la productividad de los recursos pesqueros y la reducción al mínimo del tratamiento del agua potable municipal.
En el camino de favorecer la pesca continental igual se beneficia con la creación de autoridades nacionales y transfronterizas responsables de lagos y cuencas fluviales con la misión de supervisar diversos sistemas de agua dulce en todo el mundo.
Pero, además es fuente de empleo y de ingresos directos (ODS 8) para cerca de 20 millones de personas del planeta, más en las naciones en desarrollo; incluso unos 30 millones adicionales laboran en la cadena de suministros, sobre todo mujeres.
Para la FAO, la mayor parte de la pesca continental se realiza en pequeña escala, capaz de crea varias veces más empleo, pues al ser menos mecanizada exige por lo general más mano de obra.
También los esfuerzos para reducir el desperdicio en esas cadenas de valor y mejorar el valor nutricional ofrecido por la pesca continental,  pueden generar beneficios considerables relacionados con el ODS 12.
Este tipo de pesca es considerada, de igual modo, una fuente de alimentos con una baja huella de carbono en comparación con la agricultura terrestre, la pesca marina y la acuicultura.
Ella no necesita piensos, ni fertilizantes, principales  factores que contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero en la agricultura. Tampoco por lo regular utiliza medios que requieran uso de combustible, de ahí su aporte al ODS 13: Acción por el clima.
Los ecosistemas de agua dulce, relacionado con el ODS 15, son una fuente rica de biodiversidad que abarcan aproximadamente el uno por ciento de la superficie terrestre donde  habitan unas 14 mil especies, casi la mitad de las existentes en el mundo.
La FAO considera a los arrozales como una fuente particular de biodiversidad de agua dulce; en algunos casos esa diversidad tiene un valor económico mayor que el propio arroz.  Los arrozales -dicen los expertos-contienen alrededor de 200 especies diferentes de gran utilidad para las comunidades locales.
Un adecuado manejo de esa biodiversidad, acota el ente especializado de ONU, a través de un manejo integrado de plagas, los agricultores emplean cantidades menores de plaguicidas y herbicidas, además de recibir alimentos e ingresos adicionales.

Pescado, seguridad alimentaria y el decenio de nutrición

El Decenio de las Naciones Unidas de Acción sobre la Nutrición 2016-2025, dirigido por la FAO y la Organización Mundial de la Salud, ofrece una oportunidad decisiva para sensibilizar al público sobre los valores nutricionales del pescado y garantizar su incorporación en las políticas de seguridad alimentaria y nutrición.
El panorama de malnutrición -que incluye a 817 millones de personas hambrientas, además del creciente número de individuos con sobrepeso-  lejos de disminuir aumenta y afecta hoy a una de cada tres personas en el mundo, con posibilidades de llegar a una de cada dos en 2030, de no actuarse a tiempo.
El pescado es considerado un componente dietético importante, representa más del 20 por ciento de la ingesta promedio per cápita de proteínas animales de tres mil millones de personas.
Es un alimento esencial para más del 50 por ciento de los pobladores de algunos países menos desarrollados, sobre todo de las zonas rurales, por lo regular con dietas menos diversificadas e índices inferiores de seguridad alimentaria.
Según FAO lograr una pesca sostenible exige establecer alianzas eficaces que contrarresten las sobrecapturas, apoyadas con monitoreo de pesca, además de explorar más estrategias que favorezcan la adaptación al cambio climático de la pesca y las especies que se explotan.
Igual existe una creciente preocupación por el abandono de los aparejos de pesca y los microplásticos cada vez más frecuentes en los ambientes acuáticos,  por los efectos en los peces como alimento de consumo humano y por la salud de los ecosistemas marinos.
La FAO favorece la adopción de medidas preventivas para reducir la basura marina y los microplásticos en los océanos,  desde  un enfoque de economía circular para evitar la generación de desechos con un mayor reciclaje, junto a la eliminación gradual de los plásticos de un solo uso.

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