Por Huemanzin Rodríguez
El primer concierto de esta edición del Festival Cervantino en el Templo de la Valencia, continúa el Proyecto Beethoven, creado hace cinco años con la intención de tocar en vivo toda la obra del genio de Bonn. Este año se ha seleccionado una parte pequeña del repertorio del compositor, enfocado en las cinco sonatas para piano y violonchelo, con la interpretación de la violonchelista británica Natalie Clein, y la pianista armenia Marianna Shirinyan. Para ello, las obras se dividieron en dos programas, en el primero interpretaron las sonatas 5, 4 y 1.
“Y entonces terminamos con la sonata número 1, en su creación es la opus 5, está muy influenciado por los estilos de Haydn y Mozart en estos instrumentos”, comentó la pianista Marianna Shirinyan.
Al terminar con la sonata 1, los trinos en el piano, que es el instrumento que más luce en estas obras ya que en la época, aunque se escribía para violonchelo, éste aún no era un instrumento tan protagónico entre los compositores. En el programa dos, presentado el domingo, tocaron las sonatas 2 y 3.
“La tercera de las cinco, la Sonata en La mayor, opus 69. Que escribió justo a la mitad de su vida como compositor, escrita a la mitad de las cinco sonatas. Y la pieza está como escrita por Dios, porque de alguna manera es como si fuera hecha para proteger. La forma en que guía a los instrumentos, y crea efectos entre ellos. La forma en que explota la técnica del chelo y la técnica del piano. El tema, las ideas y la increíble sensación de generosidad del espíritu, hace que esta sea una de mis más amadas piezas musicales”, comentó la chelista Natalie Clein.
Estas intérpretes discuten cada detalle para poder lograr una interpretación lo más perfecta posible, para ello han tenido que estudiar el desarrollo que han tenido sus instrumentos desde los años de Beethoven, así como otras obras del compositor que permitan un mejor acercamiento a estas sonatas.
“Estas sonatas, así como las sonatas para piano del primer período, fueron escritas básicamente para el piano forte. Lógicamente el instrumento siguió desarrollándose y al final de este período, que tiene que ver con sus obras opus 106, que es de hecho la Hammerklavier, tiene completamente otro sonido que el que podía dar el piano forte”, dice Shirinyan.
Clein comentó que, ambas, pianista y chelista, “pensamos en la partitura, pensamos en la música de la misma manera. Respetamos cada pequeña marca y discutimos cada detalle en la música. Nos emociona hablar de cada detalle e intentamos construir el sonido, el mundo, como una sola cosa, como un solo aliento.”
“En cierta medida, con nuestros equipos modernos nosotras intentamos encontrar esa voz, ese mensaje que tiene la obra, porque el mensaje es increíblemente fuerte, en su escritura, en su escritura dinámica, es tan claro lo que se desea escuchar”, continúa la pianista.
“No he llegado al final de este viaje para descubrir cuál es el mejor instrumento para el que Beethoven escribió, cuál es el ideal para expresar belleza, cómo hablar de diferentes frases, cómo interpretar diferentes marcas en la partitura. Estos signos y mensajes nos llegan desde hace 200 años e intentamos interpretarlos en el sentido que sentimos es auténtico para la música. ¿Qué es lo que no ha cambiado del espíritu humano? Y el deseo de belleza, y el deseo por la verdad. Creo que Beethoven se preguntaba fuertemente eso, más que otro compositor.”
Carlos Juica / © Festival Internacional Cervantino 2018