Londres, 17 ene (PL) La premier británica, Theresa May, logró sortear una moción de censura contra su gobierno, pero aún está por ver si podrá ofrecer a adeptos y críticos un acuerdo viable para la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).
Tras ganar anoche por un margen de 19 votos -325 a 306-, la gobernante llamó a los todos los parlamentarios a dejar a un lado sus intereses personales y trabajar juntos para concretar el Brexit, como se le conoce popularmente a la decisión adoptada por los británicos dos años atrás de abandonar el bloque europeo.
De hecho, May comenzó las reuniones con los demás líderes políticos inmediatamente después de recobrar la confianza de la mayoría de los miembros de la Cámara de los Comunes.
Notoria, sin embargo, es la ausencia en esas pláticas conciliatorias de última hora del líder de la Oposición, Jeremy Corbyn, quien dejó bien claro anoche a la nación que cualquier «discusión positiva» con el gobierno estará condicionada al compromiso del de no salir de la UE sin un acuerdo previo.
Incluso los que accedieron a dialogar, como es el caso del Partido Nacional Escocés, que votó en contra de la moción de censura, le pidieron a May un gesto de buena fe, y que incluya en el debate una prórroga del Artículo 50, el mecanismo que permitirá al Reino Unido abandonar el bloque, y cuya ejecución está prevista para el 29 de marzo próximo.
Al igual que Corbyn, los críticos del gobierno también exigen que se descarte una salida sin acuerdo, y que se deje abierta la posibilidad de convocar a un segundo referendo sobre el tema.
El acuerdo que fue rechazado el martes pasado por abrumadora mayoría plantea la ampliación del período de transición previsto tras la salida, así como la permanencia del Reino Unido en un territorio aduanero único con la UE hasta que se firme un tratado comercial definitivo.
También asegura que no se establecerá una frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, y para garantizarlo se incluyó en el mismo una cláusula de salvaguarda conocida en inglés como backstop.
Londres deberá además pagar 39 mil millones de libras esterlinas (unos 50 mil millones de dólares al cambio actual) a la UE para saldar sus deudas con los miembros de bloque, y garantizar la protección de los más de tres millones de ciudadanos europeos que viven y trabajan en el Reino Unido, y del millón británicos que hacen lo mismo en la UE.
El pacto negociado por May con Bruselas es rechazado, sin embargo, tanto por partidarios como por detractores del Brexit, por considerar que no respeta la integridad de la nación británica, y la mantiene en total dependencia de la alianza europea.
Según analistas, una salida a la crisis actual sería adoptar un acuerdo comercial similar al que mantiene Noruega con la UE, porque le permitiría al Reino Unido mantener su acceso al Mercado único europeo, y la libertad de movimiento.
Otra variante que se maneja es un pacto de libre comercio al estilo de Canadá, con lo cual se permitiría un comercio sin tarifas con el bloque de 27 países y la posibilidad de firmar otros acuerdos con el resto del mundo, aunque con restricciones para el mercado libre de los servicios.
Cualquiera de estas opciones requerirá, sin embargo, una demora en la entrada en vigor del Brexit más allá del 29 de marzo, pero para ello será necesario tener la aprobación de la UE.
La convocatoria a un segundo referendo tampoco está descartada, sobretodo después que Corbyn reafirmó anoche su llamado al voto popular sobre el tema.