Panamá, 28 ene (PL) El papa Francisco calificó la migración de asunto muy complejo y de falta de memoria, al dialogar con los periodistas que lo acompañaron en el vuelo de regreso desde esta ciudad a Roma, donde llegó hoy.
«Es un problema que requiere memoria, preguntarse si mi patria estuvo hecha de migrantes. Nosotros, los argentinos, todos migrantes. Estados Unidos, todos migrantes», reflexionó Francisco en la conferencia de prensa ofrecida a bordo del avión.
Al respecto, el papa argentino, hijo de emigrantes italianos, aseguró que las personas deben tener el corazón abierto para recibir, acoger, acompañar, hacer crecer e integrar, y el gobernante tiene que usar la prudencia, porque esa debe ser su virtud.
En tal sentido, recordó que en los años 70 del siglo XX, a raíz de la operación Cóndor implementada en América Latina por muchos regímenes dictatoriales para desaparecer físicamente a sus oponentes, Suecia recibió a muchas personas procedentes de esa región, de mutuo acuerdo.
«Es un tema de caridad, de amor, de solidaridad. Y yo reitero que las naciones más generosas en recibir, pues no todas pueden, han sido Italia y Grecia, y un poco Turquía», dijo.
El pontífice aseguró que un modo de resolver el problema de la migración es ayudar a los países de donde viene, «invertir donde hay hambre, porque los migrantes vienen por hambre o por guerra», y Europa es capaz de hacer esto, de ayudar a crecer.
Y reiteró que la migración es un problema complejo, del cual se debe hablar sin prejuicios, en referencia a las personas que emprenden viaje desde África y el Medio Oriente en busca de una vida mejor y oportunidades para su desarrollo y el de sus familias.
Al abordar el tema de los migrantes durante la Jornada Mundial de la Juventud católica, que concluyó ayer en la capital panameña, su santidad afirmó que «el Vía Crucis de Jesús se prolonga hoy en el grito sofocado de los niños, a quienes se les impide nacer y de tantos otros a los que se les niega el derecho a tener infancia y familia».
«(…) en los ojos tristes de los jóvenes que ven arrebatadas sus esperanzas de futuro por falta de educación y trabajo digno; se prolonga en la angustia de rostros jóvenes, amigos nuestros que caen en las redes de gente sin escrúpulos, de explotación, criminalidad y abuso, que se alimentan de sus vidas».
Y expresó: «Se prolonga en el dolor oculto e indignante de quienes, en vez de solidaridad por parte de una sociedad repleta de abundancia, encuentran rechazo, dolor y miseria, y además son señalados y tratados como los portadores y responsables de todo el mal social».
El obispo de Roma aseveró que Panamá es una nación noble y a diferencia de Europa, cuando le preguntamos cuál es su orgullo, ellos alzan a los hijos y dicen: «esta es mi victoria, mi futuro, mi orgullo».