Mal tiempo para Trudeau en Canadá

La Habana, (PL) El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, está en problemas desde la renuncia de Jody Wilson-Raybould a la cartera de Asuntos de Veteranos, lo que desató la peor crisis política para el Gobierno liberal, y más en un año de elecciones.

Todo comenzó en la etapa en que Wilson-Raybould era titular de Justicia y estuvo al frente de una investigación a SNC-Lavalin Group Inc., una compañía canadiense que brinda servicios de ingeniería, adquisiciones y construcción en varias industrias.

Esta compañía multinacional tiene su sede en Montreal (Quebec), cuenta con unos 28 mil empleados y opera en más de 100 países.

El 14 de enero pasado, de forma sorpresiva, Trudeau hizo una remodelación en el gabinete, sustituyendo a Wilson-Raybould  como ministra de Justicia y la nombró titular de Asuntos de Veteranos, lo que a todas luces significó una «degradación», según comentarios difundidos en la prensa local.

Wilson-Raybould dimitió el 12 de febrero. Días después denunció ante el Comité de Justicia del Parlamento que durante meses fue objeto de presiones por parte de Trudeau y sus asesores para favorecer a la mayor constructora del país, SNC-Lavalin.
Algunos titulares del canal CTV calificaron de «explosiva historia» la renuncia de Wilson-Raybould, hecho que ocurrió en un escenario de imputaciones alrededor del primer ministro respecto a presuntas faltas éticas.

El 27 de febrero, Trudeau fue acusado de «interferencia política inapropiada» por la también exfiscal general de Canadá ante el Comité parlamentario.

Las declaraciones de Wilson-Raybould eran esperadas, cayeron  como el estreno de una telenovela de turno.

Dijo entre sus imputaciones que los funcionarios la sometieron a «una presión constante y sostenida» de septiembre a diciembre del año pasado para asegurar que SNC-Lavalin pagara una gran multa en lugar de ir a un proceso en los tribunales por supuestos hechos ocurridos entre agosto de 2001 y septiembre de 2011.

El acuerdo evitaría que la empresa fuera procesada criminalmente por el pago de sobornos, lo cual impediría la posibilidad de que se le prohibiera por el lapso de 10 años participar en contratos públicos en Canadá.

«Esta presión, o interferencia política para intervenir, no era apropiada», subrayó al añadir que hasta le habían hecho veladas amenazas provenientes de la Oficina del Primer Ministro con el fin de que ella cooperara.

Aunque primero lo negó, Trudeau admitió después que tanto él como otros integrantes de su equipo hablaron con Wilson-Raybould sobre alcanzar un acuerdo en el caso contra SNC-Lavalin; sin embargo, siempre negó haber actuado de manera indebida.

MÁS PARTIDAS…

El caso obligó a la renuncia del principal secretario privado de Trudeau, Gerald Butts, y además causó la inesperada dimisión de la ministra del Tesoro de Canadá, Jane Philpott, quien manifestó su solidaridad con Wilson-Raybould y confesó haber perdido la confianza en el Gobierno de Trudeau.
«He estado considerando los eventos que han sacudido al gobierno federal en las últimas semanas y luego de una seria reflexión, he llegado a la conclusión de que debo renunciar como miembro del Gabinete», indicó Philpott en ese momento.

A pesar de sus abdicaciones, las dos exfuncionarias manifestaron en repetidas ocasiones su voluntad de permanecer en el Partido Liberal.
Pero la divulgación a finales de marzo de una conversación que Wilson-Raybould grabó en secreto con el secretario del Consejo Privado Real de Canadá, Michael Wernick, ahonda la creciente crisis política en la que está inmerso Trudeau desde que en enero apareció el primer artículo de prensa sugiriendo su intervención para favorecer a SNC-Lavalin.
Ministros y diputados liberales la criticaron fuertemente, no solo por grabar sino también por divulgar las pláticas sin informar a Wernick, lo que pesó mucho en la decisión de Trudeau de expulsar a Wilson-Raybould y a Philpott de la organización.

«La confianza que previamente existía entre estas dos personas y nuestro equipo se ha roto, ya sea por la grabación de conversaciones sin consentimiento o por expresar de forma repetida la falta de confianza en nuestro Gobierno o en mí, personalmente, como líder», declaró el primer ministro.

LA OPINIÓN PÚBLICA

El escándalo SNC-Lavalin que salpicó Gobierno de Trudeau, influirá en el voto de uno de cada cuatro canadienses en las próximas elecciones federales, reveló una encuesta difundida en Ottawa.

Según el sondeo, las consecuencias políticas crecieron, sobre todo después del explosivo testimonio de casi cuatro horas de Wilson-Raybould en la Cámara de los Comunes.

La líder conservadora en la Cámara, Candice Bergen, quien impulsó el debate, apuntó que el caso creó una crisis de confianza en el primer ministro.

En una carta abierta dirigida a la comisionada de la Real Policía Montada de Canadá, Brenda Lucki, dos exministros de Justicia de Canadá y los exfiscales generales de Alberta, Nueva Escocia y Columbia Británica opinaron que «existen razones para creer que hubo presión e interferencia».

Mientras, al abordar la crisis, algunos politólogos plantearon que «dos ministros den un portazo así es algo que no se ha visto en años en Canadá».
Incluso apuntaron que sería difícil para Trudeau sobrevivir de continuar el goteo de ministros que dimiten.

Lo cierto es que Wilson-Raybould hizo historia en noviembre de 2015 cuando un triunfal Trudeau, luego de su victoria, la designó como ministra de Justicia y fiscal general, la primera mujer y la primera indígena en ocupar esos cargos en el norteño país.

Ahora también ha hecho historia al desatar esta crisis política. Malo para un Trudeau consciente de que ayudar a SNC-Lavalin era fundamental en tiempos de elecciones, porque Quebec -asegura la prensa canadiense- es decisivo para ganar.

Sin embargo, el escándalo y todo lo que vino después son nubes que amenazan con tormenta la reelección de Trudeau en octubre próximo.
arb/dfm

*Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.