¿Cuántas veces un individuo quiere emprender una acción, desea desesperadamente algo que no puede poseer y lo peor es que no tiene los recursos, medios o las oportunidades para concretarlo?
Este planteamiento aplica para una diversidad de situaciones, pero todos los seres humanos lo han experimentado, algunos en mayor o menor medida.
Para ciertas personas todo puede radicar en bienes materiales, los cuales nunca alcanzará por su estatus socioeconómico por más que se esfuerce, otros desearán amor de forma desesperada, posiblemente porque nunca han sido amados, habrá quienes no se conformarán con el rol de venir al mundo y ser uno más entre miles y querrán hacer lo imposible por «destacar» o dejar esa «huella inmortal».
Hay deseos desde los más elementales hasta los más complejos, pero en ocasiones las personas son un error socioeconómico, demográfico y contextual, ya que no nacieron en el medio adhoc para que sus anhelos se vuelvan realidad. El esfuerzo sí puede hacer la excepción y forjar el destino; empero no siempre es suficiente.
La economía en el país y en los demás territorios es difícil ¡Lo sabemos! Sin embargo, entre todas las ambiciones quizá sea la más «fácil» de conseguir o con una adecuada cultura financiera se pueda poseer más dinero. Las metas emocionales, espirituales, intelectuales, existencialistas o trascendentales son más complicadas de lograr.
Pero también es una realidad que las demás metas no se disfrutarán plenamente en una época como la de ahora sino se tiene un considerable capital, la cuestión es no quedarte con una en específico y tratar de evitar la idea de que si ya se logró una «estabilidad económica» ya se triunfó en todo.
¡Qué complicado! ¿No? ¡Decidir! Si bien es muy cierto que existe una contrariedad entre la «mediocridad» actual y la inconformidad eterna del ser humano, la realidad es que a veces uno se conforma con lo que no debería y se «inconforma» con estupideces. No siempre, pero es un error en el que se puede caer.
Al final, tiene que ver con las prioridades de cada persona, pero eso no la justifica, ya que se está creando un mundo en el que todas las «justificaciones» son válidas y esa situación es inviable.
La impotencia del alma
Ésta es la peor de todas, la cual se encarga de invadir con emociones pero sin posibilidad de poder actuar. La psicología permite el control de las emociones, pero en el fondo es una artimaña inteligente para evadir el sentimiento y la frustración de saber que hay cosas que no se podrán cambiar.
Así que estamos ante un panorama que nos puede rendir buenos frutos, de acuerdo a nuestro esmero, ganas y oportunidades que se vayan presentando, pero siempre con la disyuntiva de que no será suficiente, de que a veces por más que lo intente uno no se logrará tan fácilmente. Sin embargo, para confrontar a la impotencia es bueno prepararse psicológicamente y jugar con la mente asegurándonos de creer que todo lo podemos, aunque no sea así, pero al menos esa creencia permitirá obtener mejores resultados porque muchas veces la limitante se encuentra en el cerebro.