Londres, 16 oct (Prensa Latina) El Reino Unido y la Unión Europea (UE) negocian a contrarreloj para tratar de sellar hoy un acuerdo del Brexit que deberá ser presentado mañana a los líderes del bloque en la cumbre de Bruselas.
Según rumores que corrieron aquí anoche, el pacto era inminente, aunque poco después la oficina del primer ministro británico, Boris Johnson, se apresuró en aclarar que todavía había mucho trabajo por hacer.
El gobernante conservador tiene previsto reunirse este miércoles con su gabinete, y luego con los representantes Tories en la Cámara de los Comunes para actualizarlos sobre el curso de las negociaciones.
El eventual acuerdo no significaría, sin embargo, el fin de los problemas de Johnson, pues todavía le quedaría convencer a la oposición parlamentaria para que respalde el nuevo tratado de retirada.
La Cámara baja, donde los Conservadores ya no tienen mayoría, está convocada para reunirse de forma extraordinaria este sábado, algo que no ocurría desde hace 37 años, para escuchar la propuesta del Ejecutivo sobre el Brexit.
La sesión coincidirá además con la fecha en que, de acuerdo con una ley aprobada en septiembre pasado por el Parlamento, el primer ministro británico deberá solicitar a la UE un aplazamiento de la ruptura, en caso de no haber conseguido un nuevo pacto.
De momento, la Oposición encabezada por el Partido Laborista ha anunciado que no respaldará un divorcio en malos términos, y propone que en cualquier caso, el plan de salida sea sometido a una consulta popular, donde los británicos tendrían la opción de votar por seguir dentro de la UE.
El Brexit debió ejecutarse el 31 de marzo pasado, después que el 52 por ciento de los británicos votó a favor de abandonar el bloque en 2016, pero la negativa del Parlamento a aprobar el tratado de retirada firmado por la entonces primera ministra Theresa May obligó a posponer la ruptura, primero para abril, y luego para el 31 de octubre.
La controversia alrededor de una salvaguarda introducida por la UE para evitar el establecimiento de una frontera física entre ambas Irlandas mantiene estancado el proceso de salida, aunque Johnson asegura que del Reino Unido dejará el bloque en la fecha fijada, sin excusas ni pretextos.
En su afán por conseguirlo, el gobernante propuso a Bruselas hacer algunos cambios al llamado backstop irlandés, en el sentido de que la provincia británica de Irlanda del Norte abandonaría la unión aduanera junto con el resto del Reino Unido, pero seguiría dentro del mercado común por al menos cuatro años.
Johnson asegura además que los eventuales controles fronterizos físicos, que son la principal preocupación de la UE, serían mínimos, y en todo caso, lejos de la línea divisoria, y sin mucha demora, pues todo el papeleo se haría de forma electrónica.
La alianza considera, sin embargo, que la oferta contiene algunos puntos problemáticos que deben ser aclarados por el gobierno británico antes de firmar un nuevo tratado de retirada.