Por Luis Manuel Arce Isaac
México, 2 nov (Prensa Latina) El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, divulgó hoy en redes sociales un mensaje que ha provocado de alguna manera cierta intranquilidad en los sectores sociales.
Acompañado de una fotografía en la que se ve su mano tomando una flor de bugambilia, el mensaje expresa:
¡Qué equivocados están los conservadores y sus halcones! Pudieron cometer la felonía de derrocar y asesinar a Madero porque este hombre bueno, Apóstol de la Democracia, no supo, o las circunstancias no se lo permitieron, apoyarse en una base social que lo protegiera y lo respaldara.
Ahora es distinto. Aunque son otras realidades y no debe caerse en la simplicidad de las comparaciones, la transformación que encabezo cuenta con el respaldo de una mayoría libre y consciente, justa y amante de la legalidad y de la paz, que no permitiría otro golpe de Estado en nuestro país.
Aquí no hay la más mínima oportunidad para los Huertas, los Francos, los Hitler o los Pinochet. El México de hoy no es tierra fértil para el genocidio ni para canallas que lo imploren.
Poco más de una semana atrás un oficial cuestionó al gobierno muy duramente. López Obrador respondió entonces que se entendía su criterio por haber sido uno de los artífices de la fallida política de combatir la violencia con la violencia que convirtió a México en una fosa gigantesca.
Aunque no menciona el nombre de ese oficial, general de división Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, ni a Calderón, es obvio que el mensaje del presidente, guarda una estrecha relación con ellos
El diario La Jornada inserta hoy un ilustrativo artículo del periodista y analista mexicano Carlos Fazio, cuya lectura es recomendable para profundizar en este tema.
Fazio recuerda que durante un desayuno el 22 de octubre con altos mandos del Ejército y la Fuerza Aérea y el general secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, Gaytán Ochoa cuestionó las «decisiones estratégicas» de López Obrador.
Atribuyó a la jerarquía castrense «la alta responsabilidad de mantener cohesionado al país, coadyuvar a su pacificación a la brevedad posible y de hacerlo todo con el menor costo social y la mayor eficacia».
Ante medio millar de oficiales usó un lenguaje genérico cuando, sin mencionar hecho concreto y asumiendo que todos compartían sus ideas, dijo: «Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados», escribe Fazio.
Agrega que, con una narrativa francamente deliberativa y que podría escapar al principio de neutralidad política y a la disciplina jerárquica, añadió que «en la actualidad vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes pretendidamente de izquierda, que acumularon durante años un gran resentimiento».
El periodista dice que sin mencionar a López Obrador ni su condición de comandante supremo, adujo que pese a la legitimidad de su investidura, «los frágiles mecanismos de contrapeso existentes» le han permitido un «fortalecimiento» que viene propiciando «decisiones estratégicas» que «no han convencido a todos, para decirlo con suavidad».
Esas palabras subieron de tono al decir que las decisiones del jefe del Ejecutivo «nos inquieta», «nos ofende», pero sobre todo «nos preocupa», toda vez que (los militares) «fuimos formados con valores axiológicos sólidos, que chocan con las formas con que hoy se conduce al país».
Si bien dijo a los oficiales que había tratado de «cuidar» sus palabras y mantenerse dentro de la «disciplina» a la que está obligado, abogó por soluciones «drásticas» ante un entorno histórico que «lo que requiere a gritos es pacificar, educar y mantener sano a México», apunta Fazio.
Dado que Gaytán Ochoa forma parte de una institución castrense donde la formación modela para jerarquizar, homogeneizar y uniformizar; para exterminar al enemigo, y donde el superior siempre tiene la razón aunque se equivoque, queda claro qué entiende por «pacificar», «educar» y mantener «sano» (sic) a México, expresa el periodista.
Miembro de una familia de militares (el padre general de división con importantes cargos bajo José López Portillo, y su hermano comandante en Chihuahua retirado en 2013 por abuso de autoridad), Gaytán Ochoa fue jefe del Estado Mayor en el régimen de Felipe Calderón, y como tal dio el visto bueno a la directiva para el combate al narcotráfico en 2007-2012 que provocó una catástrofe humanitaria.
El gobierno y la Secretaría de Defensa llamaron a transformar la lucha contra los criminales en una «cruzada», rechazando de manera categórica toda «insinuación o petición de negociación», atacando al enemigo en «todos los frentes», para «aniquilarlo» (sic), señala Fazio.
El objetivo fue causarle el mayor número de bajas al adversario, y se cumplió en tanto y cuanto se logró que hubiera muertos a granel en todo el país hasta hoy día. A la saña militar no escaparon niños ni mujeres.
Gaytán Ochoa pidió «el respaldo y la solidaridad» de sus compañeros para el secretario Cresencio Sandoval −a quien ofreció sus conocimientos y experiencia acumulada en 50 años de servicio−, pero en su solicitud excluyó al jefe supremo de las fuerzas armadas, el presidente López Obrador, concluyó Fazio su análisis.