¿Mortificado por la cantidad de pequeños mendigos en tu localidad? ¿Te importunan los limosneros y sus «camadas» de hijos? ¿Te parece que este increíble (y al parecer en aumento) número de pequeños, con pocas o nulas oportunidades más allá de la vida de limosnero o de criminal, es una gran aportación al deplorable estado de tu nación? Pues enhorabuena, porque Jonathan Swift, nada menos que el autor de los viajes de Gulliver (la cual definitivamente no es una historia para niños), ofrece una solución eficaz, razonable y, lo más importante, económica. Pero, ¿cuáles son las promesas que Swift ofrece para los infantes y la sociedad? bueno, en sus propias palabras, lo siguiente: yo propongo que nos ocupemos de ellos de manera tal que, en lugar de constituir una carga para sus padres o la parroquia, o de carecer de comida y vestido por el resto de sus vidas, contribuirán por el contrario a la alimentación, y en parte a la vestimenta, de muchos miles.
Antes de entrar en detalles con la propuesta, quiero mencionar que esta reflexión del señor Swift fue planeada con la sociedad irlandesa del siglo XVIII (1729) en mente; por lo que algunas cosas pueden haber cambiado y definitivamente no tendría sentido mencionar las cifras que él ha calculado. Sólo mantengan en mente la siguiente formula: a la tasa de natalidad anual, resten el número de infantes cuyos padres tengan solvencia económica para proveerles; luego resten las muertes al nacer, o en el vientre; por último a la cantidad restante, resten el 16% (para su reproducción). Si ya tienen su cifra disponible, continuemos.
¿Y después? qué propone Swift que se haga con la cantidad restante de neonatos. Presten atención, porque esto seguramente los dejara impresionados. Resulta que, y esta idea le llego por recomendación de un amigo norteamericano, la carne de un niño tierno y bien criado, de un año exactamente, es, en palabras del irlandés: el alimento más delicioso, nutritivo y saludable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido (…). Vamos, más delicioso que un chancho alimentado con bellotas. Dicho lo anterior, por si alguien tiene dudas acerca de en que consiste la propuesta (los entiendo perfectamente es difícil recuperarse de la impresión ante una idea tan innovadora) y para confirmar sus sospechas; sí, efectivamente la propuesta consiste en abrir el mercado (de manera legal), para la compra y venta de carne de infante.
Es importante tener en cuenta que, en concordancia con las recomendaciones del autor, el pequeño no debe tener ni más ni menos de un año de edad. Esto en razón, no sólo de que la carne estará en su punto al año de edad, sino también porque postergar el periodo derivaría en un gasto excesivo para los padres, dando como resultado una compensación que apenas cubriría lo invertido en la nutrición del infante. Olvidaba mencionar, que como propuesta tentativa, Swift también sugiere la manufactura de vestimentas, de la más alta calidad, con la piel de los pequeños humanos, como «guantes para las damas y botas de verano para elegantes caballeros».
Las obvias ventajas de dicha proposición son muchas y muy variadas, en adelante enumero algunas: 1) Los pobres arrendatarios, tendrán algo de valor que les pueda ser embargado (los neonatos) y así poder cubrir parte de la renta al arrendador. 2) La cantidad de dinero que se ahorraría en las arcas nacionales, al no tener que ocuparse de los apoyos a los más desprotegidos. 3) Las «reproductoras constantes» obtendrían un ingreso económico constante y se quitarían la carga de proveerles después del primer año. 4) Sería un gran estimulo para las parejas: las mujeres casadas competirían entre ellas por ver quién lleva al mercado al niño más gordo, y los padres cuidarían de ellas como cuidan de sus yeguas, vacas y puercas cuando están por parir.
Dejando las «bromas» de lado, espero que el tono sarcástico y satírico (tanto el de Swift como el mio) del escrito hallan quedado claros, me disculpo si a alguien hice pasar un mal rato. Una Modesta Proposición (A Modest Proposal), es un ensayo que Jonathan Swift escribió en 1729, con el objetivo de llamar la atención y enfrentar (y de qué manera) a la sociedad irlandesa con la miseria de mendigos, jornaleros y campesinos; estos últimos a merced de los terratenientes, e incapaces de sostener a sus familias. Swift mostraba una genuina preocupación por los más desprovistos y a su muerte, en 1745 dono gran parte de su fortuna a los pobres, y dispuso que se construyera un manicomio.