México, 13 ene (PL) José Martí, prócer cubano latinoamericanista considerado por los mexicanos uno de los más importantes de su panteón de héroes, está en el corazón de la patria de Juárez eternamente vivo.
Por estos días, vísperas de su 167 cumpleaños el 28 de enero, el mausoleo que lo recuerda en la Alameda Central, a muy poca distancia del dedicado a Benito Juárez en la misma arboleda, afanosos obreros y artistas remozan el interior del monumento construido en 1976.
Mike Fernández, uno de los curadores y apasionado de la obra de Martí, de quien conoce todos los detalles de su estancia en México, explicó a Prensa Latina los alcances de los trabajos que ya están casi terminados en el anfiteatro, donde se ofrecen conferencias del Héroe Nacional cubano y donde cada año se reúnen cubanos y mexicanos para celebrar su nacimiento o conmemorar su caída en combate en Dos Ríos.
Los trabajadores llevan varios meses en la labor de renovación en la que ponen todo su conocimiento en restauración, amor y entusiasmo, por devolver al lugar su majestuosidad, al mismo tiempo sencilla y acogedora, en la que se siente la presencia del Maestro.
El monumento es un centro cultural muy visitado por mexicanos y extranjeros, que exhibe en su frontal una gran estatua en bronce de un Martí de pie, firme y serena mirada, y en su interior detalles de la vida del Apóstol, como se le reconocen en Cuba.
La parte más delicada de la restauración es el vestíbulo central, donde un gigantesco mural que abarca tres paredes, como una gran herradura, da la bienvenida a los visitantes que acceden al lugar por sus dos puertas laterales.
Con los colores subidos del trópico, el mural mezcla las historias revolucionarias de Cuba y México y en el imaginario de sus autores se abrazan los héroes y mártires de las dos naciones, desde Martí y Zapata con un Juárez a quien no pudo conocer, hasta cerrar en nuestros días con la imagen del Señor de la Vanguardia, Camilo Cienfuegos, y recordando a medio camino la frase en Nuestra América de que «La independencia de América venía de un siglo atrás sangrando».
Desde que se entra al recinto, como señaló Mike Fernández, se respira un aire diferente en el que se reconoce que Martí es cultura, amor, libertad, patria, humanidad, cualidades que trata de reflejar el complejo mural en cuya pintura participaron dos grandes artistas en nombre de Cuba, Mariano Rodríguez y Fayad Jamís, y por México Luis Nishizawa y Mario Orozco, con la colaboración de Raquel Tibol como coordinadora y Facundo Cordero, ayudante, y que denominaron Canto a Martí.
Y con la observación de Mike Fernández se recuerda otra del secretario de Cultura de la Gobernación de la Ciudad de México, José Alfonso Suárez del Real, cuando dijo el año pasado por esta época, frente a la estatua del héroe:
«La principal y más temida arma de José Martí fue la palabra, y ésta es tan fuerte y vital que remonta los años, las épocas para renovarse y mantener su vigencia».
Lo de hoy:
Deportó Estados Unidos dos millones 200 mil mexicanos en 10 años