Washington, 10 jun (Prensa Latina) La recesión es una de las consecuencias derivadas del impacto de la Covid-19 en Estados Unidos, cuyo presidente Donald Trump, en opinión de expertos, busca hoy desesperadamente recuperar uno de sus eslogan de campaña electoral: los resultados económicos.
Trump espera retomar los mítines de su carrera hacia la reelección en las próximas dos semanas, pero justo ahora tiene un grave problema: no tiene eslogan. O por lo menos no el adecuado, destacó el analista Camilo Gómez.
En enero de 2017, cuando apenas llevaba unos días en el cargo, el mandatario manifestó de manera prematura en una entrevista con The Washington Post cuál sería su lema para su segundo mandato: «Mantengamos a Estados Unidos grande«.
La frase, derivada de su eslogan ganador de 2016 «Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo», pesa hoy sobre su cabeza como una espada de Damocles.
El problema con este lema es que hay millones de estadounidenses que no quieren «mantener» la nación que tienen ahora, precisó Gómez.
La Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos informó recientemente que el crecimiento económico del país alcanzó su punto máximo en febrero de este año, y desde entonces entró en recesión: la primera desde 2009.
Esa realidad era evidente para millones, solo faltaba el dictamen oficial. Fueron 128 meses de expansión económica, pero ahora los números son negativos.
La tasa de desempleo en abril alcanzó el 14,7 por ciento, el registro más alto desde 1939; en los últimos tres meses, debido a la pandemia de coronavirus, se perdieron 36 millones de empleos.
En el informe de mayo se mostró una leve recuperación, pues la cifra cayó al 13,3 por ciento luego de que se añadieran 2,5 millones de empleos.
Pero el documento también reveló algo clave para el electorado: los más afectados, desde luego, son los hogares con bajos recursos.
El 40 por ciento de estos experimentó pérdida de trabajos y las minorías, como la comunidad afro y la latina, son las que más han perdido.
Detrás de estos números se esconde una crisis peor: la sanitaria y, según expertos, no se trata solo de las más de 100 mil víctimas que ha dejado la pandemia en la nación, algo que ya de por sí es dramático.
En 2019, la Reserva Federal señaló que el 25 por ciento de los adultos omitieron la atención médica porque no podían costearla.
Ahora, el brote de Covid-19 dejó a miles de ciudadanos endeudados con los hospitales debido al virus.
Por todo esto, a Trump no le conviene un eslogan sobre «mantener» al país como está. Y su equipo de comunicaciones lo reconoce.
En la página web de la campaña de Trump todavía se están vendiendo gorras, pines, banderines y cualquier tipo de objetos con el eslogan de «Mantener a Estados Unidos grande».
Sin embargo, el presidente ya no lo usa con el mismo entusiasmo de antes y tampoco sus asesores.
Señala The Post que se le ha visto probando nuevas frases, como «transición a la grandeza» o incluso la letra de una canción de Sinatra: «Lo mejor está por venir».
La campaña de Trump no puede simplemente cambiar la hoja de ruta y dejar el discurso de la economía atrás por dos razones, planteó Gómez.
La primera, y la más importante, es porque el presidente no tiene otra carta de presentación sólida. Trump basó toda su campaña en mostrar una economía fuerte, la «más fuerte en la historia del país«, como solía decir; pero ahora está desmoronada.
En segundo lugar, hacer campaña con la economía es algo tan antiguo como exitoso.
Existe la tendencia de que cuando la economía marcha mal, el pueblo elige a un gobernante de derecha, como Trump, aunque en Estados Unidos la historia no le da un buen augurio al presidente.
Su equipo y él fueron astutos; en lugar de desechar su único plan, lo modificaron un poco.
Ahora su campaña no busca mostrar los resultados de una economía fuerte del pasado, sino en el anhelo de una recuperación económica para el futuro, una que él asegura que puede lograr.
«Los presidentes obtienen demasiado crédito cuando la economía es buena y demasiada culpa cuando la economía es mala; sus acciones pueden marcar una diferencia en el margen (por ejemplo, podrían desencadenar una crisis), pero no controlan el ciclo económico», refirió Catherine Rampell, columnista de The Washington Post.
La verdad es que antes de que el nuevo coronavirus afectara gran parte de la economía, Estados Unidos experimentó una continuación de las mismas tendencias sólidas, pero no espectaculares en la contratación y el crecimiento del producto heredado del predecesor de Trump, explicó Rampell.
«El plan de Trump, en la medida en que exista, solo parece estar declarando que la economía es excelente, independientemente de la realidad. En noviembre, ¿a quién le creerán más los estadounidenses: a Trump o a sus propias cuentas bancarias?», concluyó la comentarista.