La propuesta presentada por el senador Higinio Martínez Miranda de dividir el territorio de Ecatepec ha generado un debate importante a nivel político y social.
La mayoría de las expresiones que han surgido a pocos días de haber sido presentada la polémica iniciativa, van en contra de la ruptura y a favor de mantener la conformación actual del municipio más poblado del país.
Incluso, muchos coinciden en que el debate no tendría que centrarse en la creación del municipio 126 de Ciudad Azteca, sino en el nacimiento del estado 32 de la República.
Existen muchas condiciones que le dan sentido a esta propuesta, una de ellas es que Ecatepec tiene una población de más de 2.5 millones de habitantes reales, superior a la de al menos 9 estados del país:
Durango: 1 799 320
Quintana Roo: 1 664 667
Zacatecas: 1 600 412
Aguascalientes: 1 321 453
Tlaxcala: 1 313 067
Nayarit: 1 268 460
Campeche: 935 047
Baja California Sur: 809 833
Colima: 747 801.
Pese a esto, el municipio padece una marcada injusticia presupuestal, ya que un estado como Durango, con menos habitantes, recibe más de 15 mil millones de pesos de presupuesto anual, el triple de los 5 mil millones que ejerce el gobierno de Ecatepec.
Con esto, actualmente el gasto social per cápita que se aplica en cada uno de los ciudadanos de la tierra del Dios del Viento es, con mucho, uno de los más bajos a nivel nacional.
La conformación del estado 32 de la República en Ecatepec significaría acabar de tajo con esa brecha de desigualdad que padecen los ecatepenses, que se ve reflejada en el marcado deterioro de los servicios, la infraestructura urbana y la calidad de vida en general.
Especialistas coinciden en que la inversión pública justa y equitativa es fundamental para restaurar la viabilidad de un territorio que, lejos de dividirse, está listo para dejar de ser el municipio más poblado de México y de América Latina para consolidarse en una soberanía estatal.
Los legisladores deben entender que la solución no es dividir el municipio, sino fortalecer su gobernabilidad, reconocer su importancia estratégica en la economía del valle de México, al aportar una fuerza laboral de más de 400 mil personas a la Ciudad de México y una economía interna de más de 800 mil personas.
Para muchos, el resultado de 30 años de malos gobiernos que descompusieron la estructura social de Ecatepec, no debe ser la desaparición del municipio fundado hace justamente 200 años, sino fortalecer el proceso de restauración iniciado en 2019, con un gobierno que ha vuelto a las calles a trabajar con la gente en sus colonias.
Un gobierno que abandonó desde hace muchos meses el palacio municipal para volverse itinerante e instalarse en las comunidades más lastimadas por la falta de servicios y la inseguridad, como la V Zona, San Andrés de la Cañada y Santa María Tulpetlac.
En síntesis, para resolver los problemas de fondo no hacen falta medidas electorales e inmediatistas, sino aplicar una visión de futuro, un análisis profundo de las condiciones sociales e históricas del municipio y, sobre todo, trabajar desde las entrañas de la selva urbana, recuperar la confianza de la gente, rescatar los valores sociales y reconstruir el tejido social roto por la pobreza y la falta de oportunidades.
Mal haríamos en fragmentar la historia y la identidad de un territorio con profundas raíces prehispánicas y gran riqueza cultural. Por el contrario, el municipio requiere de fortalecer ese arraigo y reconstruir su poderío social, económico e industrial, perdido por el saqueo de políticos rapaces que ya fueron condenados como protagonistas de la historia negra del municipio.
Seguramente la intentona de romper el territorio y la identidad de Ecatepec no prosperará porque algunos políticos que no conocen el terreno, no saben que pese a las adversidades, hay solidez entre los más de 500 pueblos, colonias y fraccionamientos aglutinados en 186.9 kilómetros cuadrados de valles, llanos y montañas.
Definitivamente Ecatepec no piensa en dar pasos atrás, piensa en su restauración, piensa en la grandeza de su gente, de su historia, de su territorio; piensa en un mejor futuro y sueña en constituirse como una entidad federativa, que por historia, territorio, habitantes y economía, ya es.