El Continente Americano superó la barrera del millón de muertos por Covid-19 a menos de un año de que se registrara el primer caso de una persona fallecida debido al virus.
La nueva ola de contagios de coronavirus en la región llegó con un debate central de la política pública en cada país, cuestionamientos respecto de las virtudes y desventajas del confinamiento y la manera de suprimir las cadenas de contagio.
Con políticas diferenciadas en cada entidad, Estados Unidos llegó este domingo a los 25 millones de contagios.
Sin embargo, y a pesar de que actualmente el número de muertes per cápita es sensiblemente mejor en América Latina que en Europa, analistas prevén que eso solo refleja el modo en el que cada nación o estado ha enfrentado a la pandemia, por lo que no se puede declarar una victoria aún.
Mientras tanto, lo que los números arrojan es que Perú, Ecuador y México encabezan la clasificación de un indicador, aún parcial y difícil de comparar a día de hoy: exceso de mortalidad.
El exceso de mortalidad es el número de personas de más, con respecto a la media esperada, que han muerto en un lugar específico en un periodo de tiempo determinado. Si, por ejemplo, los datos de años inmediatamente anteriores indican que en un país murieron en promedio 100 mil personas entre marzo y noviembre durante la década pasada, pero en 2020 fallecieron 150 mil personas, esos 50 mil decesos “extra” se consideran exceso de mortalidad; en este caso podrían ser atribuibles a la pandemia.
Cabe aclarar que el exceso de mortalidad no necesariamente podría derivarse del contagio de Covid-19, pero sí de los efectos de la pandemia debido a los obstáculos en el acceso a salud y las condiciones económicas o sociales de las personas que se han visto afectadas por el contexto.
Así, el número de muertes “extra” acumuladas en Ecuador el año pasado llega a 34 mil hasta final de septiembre; en Perú, llega a 84 mil. Ambas cifras son bastante superiores al número oficial de muertes por coronavirus reportadas en estos países (14 mil 300 y 38 mil 700, respectivamente).
Asimismo, este indicador apuntaría a otro factor: Europa, Estados Unidos y Canadá tienen una cantidad mayor de muertes per cápita a causa del coronavirus, pero ello se debe también a que tienen poblaciones más envejecidas y la enfermedad afecta en mayor medida a las personas de mayor edad. Sin embargo, si medimos en función del exceso de mortalidad contra los niveles esperados, los países con más jóvenes estarían abarcando en estas cifras a muchas más personas que habrían estado en circunstancias más favorables de no ser por la pandemia.
De tal manera que, si se compara a México con España, durante sus respectivas primeras olas: en el caso español, la mayor tasa de exceso se presentó entre las personas de 70 años o más; mientras que en el mexicano fue para la mediana edad (de 45 a 64 años): un 63 por ciento hasta el 26 de septiembre respecto a años anteriores.
Ahora, América Latina se ve inmersa en una nueva ola que comenzó a crecer a finales de diciembre y apunta a llegar a su cumbre entre enero y febrero. Se trata de un reflejo de las olas que comenzaron y aún se mantienen en Europa (octubre) y sobre todo en Norteamérica (noviembre). Analistas apuntan a que, en ambos casos, el clima tuvo que ver: en invierno, las poblaciones del norte se mueven a espacios interiores, con menor distancia física y sobre todo menos ventilación, favoreciendo así el contagio.
Sin embargo, en las poblaciones del sur, donde el clima no pudo ser un factor que favoreciera la ola de contagio, las autoridades han intentado buscar responsabilidades entre las mutaciones del virus y a las celebraciones decembrinas.
El SARS-CoV-2, como cualquier otro virus en circulación, muta con relativa frecuencia, hasta ahora con un leve impacto en la pandemia. Pero en los últimos meses los sistemas de vigilancia genómica han llamado la atención sobre algunas mutaciones que podrían ser significativas.
Así, la ola de contagios puede atribuirse a las actividades sociales propias de la región en los meses pasados: diciembre es un mes de encuentros, particularmente en América. Al norte, el ciclo de reuniones familiares y desplazamientos se inicia con Acción de Gracias, en la última semana de noviembre; y se extiende hasta el cierre de año. Al sur, es hacia mediados de diciembre, cuando el inicio de las fiestas se combina con el de las vacaciones en muchos lugares. La temporada comercial y turística se une a las costumbres de encuentros entre hogares.
Incluso Google ha recogido datos de esos desplazamientos: se observa un aumento sostenido que en el caso del comercio se vuelve más pronunciado en la primera semana de diciembre. Pero cae desde la segunda, probablemente por la reintroducción de ciertas restricciones en algunas partes del continente como Chile y Panamá.
Empero, los analistas internacionales aclaran que no toda la responsabilidad de estos rebrotes cae en la ciudadanía y en sus acciones individuales como la decisión de reunirse o salir de compras: las personas y los hogares toman decisiones de acuerdo con la información y previsiones que establecen las autoridades.
Aun así, países como Bolivia, Brasil, Colombia, Guatemala o Perú mostraron relajación de restricciones alrededor de diciembre, en muchos casos para volver a introducirlas hacia enero.
De tal manera, países de América ya iniciaron sus procesos de vacunación en medio de una ola de contagios en medio de la cual, a pesar de la inoculación inminente, es más que necesario continuar con las medidas como el distanciamiento social, uso de cubrebocas, ventilación de espacios, lavado frecuente de manos y aislamiento individual en caso de presentar síntomas.
Con información: AMX NOTICIAS