Se invita a mejorar hábitos en Día Mundial de la Alimentación

Por Cira Rodriguez César

Naciones Unidas, 16 oct (Prensa Latina) Con el lema Nuestras acciones son nuestro futuro, mejor producción, nutrición y medio ambiente, se celebra hoy el Día Mundial de la Alimentación 2021 con un llamado a la transformación de los sistemas agroalimentarios.


Por la fecha, los máximos representantes de organismo y agencias de las Naciones Unidas vinculadas al tema levantaron sus voces con una exhortación encaminada a lograr prácticas alimentarias más eficientes, inclusivas, resilientes y sostenibles.


Según el último informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, el número de personas víctimas del hambre creció en los últimos cinco años, y ascendió a 811 millones en 2020.


Celebrado por segunda ocasión mientras los países de todo el mundo se enfrentan a los efectos generalizados de la pandemia de la Covid-19, la fecha llega justo un mes después de la Cumbre de los Sistemas Alimentarios.   

En dicha cita se adoptó un enfoque global para la transformación de los sistemas agroalimentarios, con el fin de luchar contra la pobreza y el hambre, reducir las desigualdades y preservar el medio ambiente.


De acuerdo con la ONU, esa enfermedad trajo consigo grandes retrocesos en los avances para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030, pues la obesidad y otras enfermedades no transmisibles se están convirtiendo en un problema creciente, mientras que unos tres mil millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable.


El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, precisó que «el modo en que producimos, consumimos y desperdiciamos está poniendo a dura prueba a nuestro planeta, una presión histórica sobre nuestros recursos naturales que nos cuesta trillones de dólares al año. Pero el poder de cambiar está en nuestras manos».


Tales alarmas movilizan al mundo, ante la urgencia de replantear las prácticas alimentarias para hacerlas más sostenibles y sean capaces de sustentar a 10 mil millones de personas en 2050, según estimaciones del Programa Mundial de Alimentos (PMA).


Ese organismo planteó que «la crisis climática alimenta la crisis alimentaria con un crecimiento exponencial del hambre en el mundo y llevará a una carestía sin precedentes».


La advertencia se basa en que un aumento de dos grados centígrados en la temperatura promedio global, respecto de los niveles preindustriales, llevará a otros 189 millones de personas a luchar contra el hambre.


El director ejecutivo del PAM, David Beasley, subrayó que las comunidades vulnerables, cuya gran mayoría depende de la agricultura, la pesca y la crianza de animales, son las que menos contribuyen a la crisis climática pero seguirán sufriendo la mayor parte de los daños causados por los eventos climáticos extremos, con medios limitados para afrontarlos.


Asimismo, alertó que los conflictos en el mundo llevan al hambre a millones de personas, pero la crisis climática dejará atrás a las conflagraciones como causa principal de las carestías de mañana.


Sobre las acciones más urgentes para combatir estas situaciones sociales, políticas y medio ambientales, mencionó invertir en sistemas de alerta precoz y programas de adaptación y resiliencia al clima para evitar una inminente catástrofe humanitaria.


Por su parte, el director general de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, recordó que el 14 por ciento de la comida se pierde y el 17 por ciento se despilfarra, por lo que ratificó la sentencia de que cambiar esa situación está en nuestras manos.


También se hizo eco de su llamado el presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola Gilbert F. Hounbgo, quien significó que para construir sistemas alimentarios más justos y equitativos, hay que escuchar las voces de la pequeña escala, productores y comunidades rurales.


Por su parte, el Papa Francisco, en un mensaje a la FAO, dijo que «la lucha contra el hambre exige superar la fría lógica del mercado, centrada ávidamente en el mero beneficio económico y en la reducción de la alimentación a una mercadería como tantas, y reforzar la lógica de la solidaridad».