México, 9 dic (Prensa Latina) Un verdadero trabajo de cirugía realizan especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Puebla, México, para extraer los restos de un mamut descubierto en un cementerio local.
El hallazgo ocurrió en el poblado de Los Reyes de Juárez, al oriente del estado de Puebla, a principios de octubre, cuando un sepulturero preparaba más fosas en el nuevo cementerio municipal, pero fue ahora que los peritos confirmaron que realmente se trataba de un mamut que existió en el pleistoceno hace 10 mil años, según verificó el biólogo Iván Alarcón.
Mediante tareas de salvamento arqueológico, dijo, ya se pudieron recuperar una defensa (algo parecido a colmillos de elefantes)) casi completa, con una medida inicial de 2,90 metros, y también la segunda defensa que lamentablemente fue rota por la máquina excavadora del sepulturero.
Asimismo, explicó Alarcón, se recuperó el cráneo fragmentado, 70 por ciento de la pelvis y algunos fragmentos de costillas, la más completa de estas conserva 60 por ciento de su tamaño original.
Para evitar el deterioro del hueso, el cráneo se sacó inmerso en un cuadro de sedimento endurecido y será cuidadosamente limpiado en laboratorio para su posterior análisis, explicó.
Tanto la pelvis, los fragmentos de cráneo, costillas y las defensas serán sometidas a limpieza y tratamientos de consolidación, a fin de evitar que el hueso se deteriore con el cambio de humedad al sacarlas de su cápsula de enterramiento, añadió.
Alarcón explicó que tras la limpieza y estabilización de los restos óseos, se iniciará el análisis para confirmar datos básicos del ejemplar como su edad y sexo, y confirmar su especie. De manera preliminar, por el tamaño de las piezas, el biólogo advierte que se trata de un mamut colombino, macho, adulto de edad avanzada.
En las capas de tierra (estratigrafía) donde se halló el mamut, justo antes de llegar al nivel de los restos fósiles, el especialista identificó estratos de travertinos, una roca sedimentaria de dureza considerable que se forma con carbonatos de calcio, asociados con la presencia de fuentes de agua, como lagos o ríos subterráneos.
Las piezas óseas ya fueron trasladadas a los laboratorios del Centro INAH Puebla, donde son atendidas para su conservación y estudio.
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