Jorge Luna*
La Habana (Prensa Latina) El silenciamiento de Julián Assange, su prolongada reclusión, tortura psicológica y peligro de desaparecer en una cárcel de Estados Unidos, tienen cuantiosos antecedentes en el periodismo latinoamericano.
Son numerosos los medios y periodistas censurados y perseguidos a lo largo de la historia por publicar información veraz, considerada alternativa al mensaje hegemónico insertado en la mayoría de los grandes medios de la región.
Las voces de solidaridad con el periodista australiano, fundador de Wikileaks, y de denuncia de los intentos de aislarlo de por vida en Estados Unidos (piden 175 años de prisión), son valiosas, pero aún insuficientes.
Personalidades como el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y organizaciones periodísticas latinoamericanas y europeas vienen alertando sobre el peligro inminente que corre Assange, por el solo hecho de decir la verdad sin miedo.
A través de su organización, hizo públicos miles de documentos políticos y militares secretos -nunca desmentidos- del gobierno estadounidense sobre crímenes de guerra en distintas partes del mundo.
La implacable persecución revela la admisión por la Casa Blanca de la veracidad de las revelaciones de Assange.
Al denunciar el atropello de todos los preceptos de la libertad de información, 57 organizaciones españolas integrantes del Movimiento Estatal de Solidaridad con Cuba señalaron que la campaña contra Assange es también «una venganza imperial contra su lucha por la libertad humana, la misma que la de países como Cuba».
Y es que la concentración de la información y su manipulación tienen antiguas raíces en esta parte del mundo, donde desde mediados del siglo pasado solo dos agencias extranjeras, ambas estadounidenses, monopolizaron casi el ciento por ciento de la información internacional que publicaban los medios nacionales.
Esta agencia informativa latinoamericana, Prensa Latina, a punto de cumplir 63 años de labor ininterrumpida y pese al hostigamiento estadounidense, surgió precisamente para romper ese monopolio noticioso con el arma más temible: la verdad.
Sus fundadores, Fidel Castro, Ernesto Che Guevara y Jorge Ricardo Masetti, se percataron, varios meses antes el triunfo de la Revolución Cubana, en plena guerra en la Sierra Maestra, de la necesidad de que Cuba y América Latina contaran con voz propia.
Prensa Latina nació en emergencia el 16 de junio de 1959, al calor del triunfo revolucionario y de la indispensable «Operación Verdad», convocada por Fidel Castro solo tres semanas después de la victoria popular para mostrar a 400 periodistas extranjeros la realidad frente a poderosas campañas anticubanas.
En un reciente aniversario de Operación Verdad, el destacado intelectual cubano Eusebio Leal, Historiador de La Habana, insistió en que «es más necesario que nunca el testimonio verdadero, la capacidad de transmitirlo y darlo a conocer».
Es medular comprender, dijo, lo que está ocurriendo actualmente con la reversión de los movimientos progresistas y antimperialistas en el continente americano y la afirmación de grupos de extrema derecha y supremacistas, así como lo que sucede con el control de la información y la supuesta neutralidad de las agencias internacionales.
Desde sus inicios, Prensa Latina asumió grandes retos bajo el lema de Masetti: «objetivos, pero no imparciales», porque nadie decente-sentenció- puede ser imparcial entre el bien y el mal, entre la guerra y la paz.
Ante el Segundo Encuentro Internacional de Periodistas, en Baden, Austria, en 1960, sostuvo que decir la verdad constituía el mayor ‘pecadoâ€Ö y ‘crimenâ€Ö de Prensa Latina, según Washington, los grandes medios estadounidenses y la Sociedad Interamericana de Prensa.
Durante la guerra, subrayó en ese histórico discurso, combatieron al pueblo de Cuba con metrallas y con bombas; cuando terminó la guerra, combatieron y combaten a la Revolución Cubana con noticias falsas.
«Se nos atacó de toda forma, siendo una pequeña agencia, siendo mínimo lo que podemos hacer llegar a los pueblos de Latinoamérica. Siendo nuestra tarea mínima, lo que se ha hecho contra nosotros fue enorme, por todo el poderío de la propaganda norteamericana», denunció Masetti.
Y enfatizó: «así como hemos hecho la Revolución en nuestro pueblo, nosotros los periodistas revolucionarios de América Latina, queríamos revolucionar el ambiente periodístico latinoamericano, revolucionarlo en una forma muy sencilla, muy clara, nada más que con la verdad».
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