Brasil (Prensa Latina) «Queremos volver (al poder) para que nadie se atreva a desafiar la democracia de nuevo», asegura el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien figura como candidato favorito para ganar las elecciones del 2 de octubre en Brasil.
Por Osvaldo Cardosa
Corresponsal de Prensa Latina en Brasil
Restituido en la política desde marzo de 2021 y convencido de que puede reconstruir el país, Lula insiste en que, con su victoria en las urnas, el fascismo volverá a «la cloaca de la historia, de donde nunca debió salir», en alusión a los casi cuatro años de administración del mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro.
Con 76 años y la energía de 30, como se autodefine, nuevamente el fundador del Partido de los Trabajadores (PT) buscará un tercer mandato, tras cumplir 580 días de prisión política (entre abril de 2018 y noviembre de 2019) y tener anuladas sus condenas, para imposibilitar el apetito de reelección del exmilitar.
Por sexta ocasión, el antiguo tornero mecánico disputará las presidenciales. Lo hizo en 1989, 1994 y 1998, y solo ganó en 2002 y 2006.
El manipulado accionar de la desactivada operación judicial Lava Jato, encabezada por el otrora coordinador Deltan Dallagnol y exjuez Sérgio Moro, resultó suficiente para apartar a Lula de las elecciones de 2018 y pavimentar el camino para el triunfo de Bolsonaro en las urnas.
Como era de esperar, el exdirigente obrero sufrió luego una avalancha de imputaciones en los tribunales, pero con el tiempo mostró la verdad libre de culpas y una inigualable pureza moral. El exgobernante pudo recobrar su elegibilidad y registrar además 26 impresionantes victorias en el Supremo Tribunal Federal.
Según analistas, tales recompensas judiciales sacaron a la luz, una vez más, la orquestada cacería montada por grupos del Ministerio Público Federal y la justicia para destruir a Lula como actor político, así como privarlo de los derechos electorales.
A las claras, atestiguan la persecución legal y mediática de la que fue víctima el petista. Desde el final de su encarcelamiento, el exjefe de Estado estuvo más de 20 veces en las cortes y puso al desnudo la lawfare (guerra jurídica) de la que resultó blanco.
Su victoria más emblemática ocurrió en el tribunal superior que anuló cuatro acciones contra él, al declarar parcial y sospechosa la práctica de Moro.
Luego que el Supremo confirmara el 23 de junio de 2021 que el exmagistrado actuó en casos judiciales con iniquidad, la defensa de Lula indicó que el dictamen es «una victoria del derecho» y el restablecimiento del debido proceso legal y «de la credibilidad del Poder Judicial en Brasil».
Reiteró que, desde la primera manifestación escrita, en 2016, Moro usó el cargo de juez para practicar lawfare y «promover una verdadera cruzada contra el expresidente Lula».
PRESIDENTE OBRERO
Nació en 1945 en una casa de dos habitaciones y suelo de tierra batida en la localidad de Caetés, estado de Pernambuco (nordeste). Sin luz, sin alcantarillado, baño o zapatos, el niño y su familia, en busca de fortuna como miles de otros brasileños, viajó a Sao Paulo, donde comenzó a trabajar en el muelle de Santos para ayudar en los gastos de casa.
Ambulante a los ocho años y lustrabotas a los nueve, se convirtió en ayudante de tintorería en la adolescencia temprana. Empleado en una metalúrgica a los 14 años, resultó admitido en el curso técnico de tornero mecánico.
Fascinado con el tamaño y las posibilidades de la gran ciudad, Lula fue convencido por un hermano, militante del entonces clandestino Partido Comunista Brasileño, a frecuentar reuniones en el sindicato.
Por primera vez se puso en contacto con las penurias de la clase obrera y aprendió expresiones como la presión salarial y el fondo de huelga. Negociador habilidoso, fue invitado a ocupar una vacante de suplente en la dirección del sindicato que vendría a ser elegida en el inicio de 1969, inaugurando así su trayectoria de líder sindical.
Tornero mecánico y suplente de la dirección del sindicato, se casó a los 23 años. Dos años después perdió a su hijo y mujer, embarazada de ocho meses, víctima de una hepatitis agravada por una anemia y la negligencia de los profesionales de la salud que la atendieron.
Con Miriam Cordeiro, una de las novias, tuvo su primera hija, Lurian. Se casó por segunda vez con la también viuda Marisa Leticia, con quien tendría tres hijos (Lula también registraría al hijastro Marcos, retoño de la mujer que no llegó a conocer al padre biológico). En 1975, antes de cumplir 30 años, asumió la presidencia del sindicato.
Más tarde ingresó en la política. Durante la dictadura militar (1964-1985) toda la oposición estaba reunida en el Movimiento Democrático Brasileño. Con la pérdida de aliento del régimen el sistema de bipartidismo tuvo fin.
Cuando se liberó la creación de partidos políticos, hubo una gran fragmentación, especialmente debido a la diversidad ideológica en el grupo democrático.
Ese fue el contexto de surgimiento del PT, fundado el 10 de febrero de 1980 e identificado con ideas de izquierda. Su manifiesto de fundación defendió banderas como la participación política de los obreros, la construcción de un partido volcado a las masas y la lucha contra el sistema económico y político vigente.
La organización surgió como agente promotor de cambios en la vida de los trabajadores de la ciudad y del campo, militantes de izquierda, intelectuales y artistas. Años después Lula fue diputado federal y candidato presidencial.
Cuando perdió las justas comiciales en 1982 al gobierno de Sao Paulo y pensaba dejar la política, «visité Cuba y Fidel Castro me dijo que no había sido derrotado, pues nunca antes un trabajador había recibido tantos votos en unas elecciones. Eso me animó a seguir en la política», declaró a Prensa Latina en una de las visitas que cumplía a Brasilia.
Lula desea reconducir Brasil «por los caminos de la soberanía, el desarrollo, la justicia y la inclusión social, la democracia y el respeto al medio ambiente».
Denunció el inextricable momento que atraviesa el gigante suramericano, «uno de los más graves de nuestra historia, el cual nos obliga a superar posibles diferencias para construir juntos un camino alternativo a la incompetencia y el autoritarismo que nos gobiernan».
Historiadores aseguran que el petista constituye el mejor presidente en la historia reciente brasileña por su enorme programa de ayudas sociales, como Bolsa Familia, que ayudó a sacar a millones de personas de la pobreza y dejó el poder con un índice de aprobación superior al 80 por ciento.
Tiene ahora a su favor en el sufragio la erosión del exparacaidista por los cerca de 700 mil muertos que cobró la Covid-19 en Brasil y la crisis económica.
«Y es importante entender que el gobierno de Bolsonaro es un accidente, que pasará como lo hizo (el expresidente Donald) Trump en Estados Unidos. Brasil y el mundo se merecen algo mucho mejor que Bolsonaro», subrayó finalmente Lula a Prensa Latina.