Por Yasiel Cancio Vilar
La Habana, 26 oct (Prensa Latina) La serie final de las Grandes Ligas pondrá frente a frente a dos equipos dispares, que, a pesar de discutir la corona, pertenecen hoy a estratos muy diferentes en el béisbol de Estados Unidos.
Por una parte los Astros de Houston, una maquinaria perfecta, fabricada para «asesinar» a sus rivales con la sangre fría de un batallón de fuerzas especiales, encabezada por el slugger cubano Yordan Álvarez y el brillante lanzador Justin Verlander, un diamante único en el planeta Tierra.
Los dirigidos por Dusty Baker consiguieron 106 triunfos en la temporada regular, y luego, en los playoffs, cuentan sus salidas por victorias, todas espectaculares contra rivales de gigantesca envergadura.
Primero barrieron a los Marineros de Seattle en tres partidos antológicos, y más adelante le pasaron la escoba, sin misericordia de ningún tipo, a los mismísimos Yankees de Nueva York, aplicándole el tiro de gracia en el corazón del Bronx, frente a una aturdida fanaticada que miraba incrédula cómo avasallaban al glorioso equipo de la «gran manzana».
Con Yordan Álvarez encargado de infundir el pánico, secundado por el brillante talento de José Altuve, Jeremy Peña, Alex Bregman, Kyle Tucker y Yulieski Gurriel, los Astros parten como amplios favoritos para conquistar su primer título desde 2017, cuando ganaron valiéndose del fraude y la estafa, por un sistema ilegal de robo de señas que hizo estallar la esencia misma del deporte.
Si los bateadores siderales impresionan sobremanera, los lanzadores también intimidan desde la colina, parecen «aliens» invencibles, inmaculados, estratosféricos.
Además de Verlander, los también abridores Framber Valdés y Cristian Javier parecen salidos de otro planeta, mientras los relevistas marchan hacia la batalla final con estadísticas de fantasía: en 33 innings de labor en postemporada, presumen de una efectividad de 0.82, un WHIP de 0.73, de 42 ponches propinados, y un promedio ofensivo rival de apenas .142.
Con todo ese arsenal, Houston jugará la Serie Mundial por segundo año consecutivo y por cuarta ocasión en las últimas seis temporadas, ratificándose así como el equipo más estable de la Liga Americana en la última década.
Si el béisbol fuera una ciencia exacta, entonces sería mejor darle directamente el trofeo de campeón a los siderales, empero, sus rivales en la serie final de la Major League Baseball (MLB)están inmersos en una racha increíble, de esas que nadie esperaba, pero que ni la pitonisa más certera puede presagiar cuando acabará.
Los Filis clasificaron a los playoffs por los pelos, en el último tren, con muy pocas expectativas de avanzar en las fases de juegos extra, sin embargo, de la noche a la mañana se quitaron la piel de oveja y comenzaron a devorar a sus oponentes cual lobo despiadado, calculador y eficaz.
Primero, sin mucho sufrimiento, pulverizaron el 99,99 por ciento de los pronósticos y sacaron de competencia a dos líderes de división, los Cardenales de San Luis y los vigentes campeones de MLB Bravos de Atlanta.
Y más tarde, también contra natura, golpearon sin cesar a los Padres de San Diego, hasta dejarlos sin aliento en apenas cinco partidos, de una serie de campeonato de la Liga Nacional pactada al mejor de siete.
Zach Wheeler, Aaron Nola y el zurdo venezolano Ranger Suárez, más un «bullpen» que cerró filas en momentos clave, aguantaron desde el montículo las arremetidas de sus adversarios y lograron convertir en real lo que, a priori, parecía una quimera.
Desde el cajón de bateo primó la eficacia, porque todos los artilleros cumplieron roles determinantes en situaciones puntuales, hasta que finalmente se engranó la maquinaria y la ofensiva comenzó a funcionar en modo coral, afinada a la perfección.
Todavía resuenan los ecos del electrizante cuadrangular de Bryce Harper, sobre una recta de 99 millas por hora, que sirvió para meter a los Filis en la Serie Mundial por primera vez desde 2009.
Paréntesis: antes de esta temporada, Filadelfia había accedido a la Serie Mundial en siete ocasiones, de las cuales logró coronarse en solo dos, 1980 y 2008.
El match por la corona de 2022 arrancará el próximo viernes 28 en el Minute Maid Park de Houston, donde los dueños de casa acumulan 59 victorias y apenas 26 reveses (contando temporada regular y playoffs).
Salvo cambio de última hora, el duelo de abridores tendrá de protagonistas a Verlander y Wheeler en lo que será una ópera majestuosa, un Macbeth de Giuseppe Verdi con toda la tragedia inherente a la lucha de poderes y la ambición por el trono del béisbol.