Madrid, 3 oct (Prensa Latina) Pocas cosas pueden ser más desgarradoras que escuchar una frase de la vida real como esta: «mami, la amo, voy a morir», epilogo de la tragedia en una discoteca en Murcia, España.
Una chica de 28 años, ecuatoriana o colombiana, es una de las víctimas del incendio que dejó sin vida a 13 personas en las discotecas Teatre y Fonda Milagros, de Atalayas, Murcia, sur de España, en la madrugada del pasado domingo.
Mientras se depuran responsabilidades en torno a los locales que aparentemente no contaban con los permisos para seguir abiertos, equipos forenses laboran en la identificación de los cuerpos calcinados, siete de ellos hasta ahora desconocidos.
Representantes de la comunidad latinoamericana en la zona se manifestaron ayer en las inmediaciones de las discotecas para expresar solidaridad, en tanto familiares de jóvenes desaparecidos claman por noticias de los expertos forenses.
El dominicano Richard Uribe recibió el alta hospitalaria tras permanecer durante toda la jornada del domingo hospitalizado por inhalación de humo a consecuencia del incendio. Escaló hasta donde pudo y salvó la vida, según explicó a los medios.
No pude hacer más, el humo se me metió en los ojos y no podía respirar, ha sido un infierno, relató Uribe, quien está convencido de que el siniestro se inició en la sala Teatre.
Sudamericanos residentes en la región de Murcia tienen gran apego por las discotecas incendiadas y no se atrevieron a culpar a los dueños de los locales.
Sin embargo, desde el Ayuntamiento de Murcia se anunció una investigación a fondo, deslizando el incumplimiento de normas de seguridad y desacato ante la negativa de no contar con los permisos para funcionar.