Connecticut, EEUU. (Prensa Latina) Observando la tragedia que sucede en Gaza, surgen infinidad de preguntas. ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos va a la guerra con los percibidos por Israel como enemigos? ¿Por qué EEUU. ha destruido Irak, la mitad de Siria y amenaza con atacar a Irán? ¿Por qué EEUU. siempre apoya ipso facto cada acción de Israel, por perversa que esta sea?
José R. Oro*, colaborador de Prensa Latina
Los costos han sido enormes, los resultados horribles y las «recompensas» obtenidas por los EEUU., imperceptibles. ¿Cómo ha sucedido esto? ¿Es el lobby israelí en los EEUU. realmente tan poderoso? Y, aunque lo fuera, ¿por qué el resto del establishment estadounidense le ha seguido la corriente, de hecho se le ha subordinado? ¿Cómo han logrado confundir a muchos en el país?
La explicación está en el Complejo Militar Industrial (CMI) y en el concubinato profundamente fatídico que ha surgido entre aquel y el Estado de Israel. Además, fue una extensión del eurocentrismo, donde los colonos judíos blancos europeos eran ampliamente preferidos a los árabes, sin mencionar la afinidad ideológica y la auto- titulación de «pueblo elegido» (muchas iglesias evangélicas en los EEUU. consideran a Israel el «pueblo elegido» por ejemplo). Las guerras de Israel o asociadas con Israel en el Medio Oriente se han convertido en partes importantes de los ingresos del CMI. Cada bomba que lanza Israel; cada misil que dispara EEUU., cada país musulmán que invaden los EEUU. y sus aliados, genera dinero para el CMI. Israel recibe más de tre mil millones millones de dólares en ayuda militar de Washington cada año. La mayor parte de este dinero regresa inmediatamente a las corporaciones militares estadounidenses para comprar armas. Son socios económicos en el crimen.
La mayoría de los estadounidenses escucha la información sobre todos estos conflictos relacionados con Israel después de filtrada por el lobby proisraelí y sus extensiones mediáticas, que son de amplísimo rango. El neofascismo estadounidense, hoy rampante, fue presentado originalmente como neoconservadurismo, que se propuso desde el primer instante la conformación de un imperecedero (pero imposible) mundo unipolar. El Pentágono y las corporaciones militares ya contaban con poderosos programas de cabildeo. Algunos «leales» a Israel se dieron cuenta de que si ellos podían proporcionar las guerras, el CMI obtendría las ganancias, fortaleciendo a Israel en el proceso.
El grupo que se convirtió en el centro conceptual del neoconservadurismo comenzó con intelectuales judíos, muchos de ellos seguidores de Leo Strauss y Albert Wohlstetter en la Universidad de Chicago. Strauss era un filósofo que había escapado de los nazis en 1937. Wohlstetter fue un investigador nacido en Nueva York que se convirtió en una figura destacada de la corporación RAND, asesorando al Pentágono sobre inteligencia y sistemas de armas. Fueron constantes defensores de más armamentismo y de una actitud agresiva hacia la URSS.
Desde sus inicios, las causas de Estados Unidos e Israel parecían inseparables en los escritos neoconservadores. Según el ex- CIA, Phil Giraldi, los neoconservadores tienen dos creencias inquebrantables: «La primera es su insistencia en que Estados Unidos tiene el derecho o incluso la responsabilidad de utilizar su poder militar y económico para remodelar el mundo en términos de sus propios intereses y valores… El segundo principio, indisolublemente ligado al primero, es que Washington debe apoyar sin censura o critica a Israel sin importar lo que haga su gobierno, lo que hace que la defensa de todo lo israelí se convierta en un valor estadounidense». El otro punto común ha sido la oposición virulenta a los rusos (originalmente a los soviéticos). En 1960- 1989, los neoconservadores veían a la Unión Soviética, no al conflicto palestino-israelí, como la principal amenaza a los intereses estadounidenses en el Medio Oriente y el control de los yacimientos petrolíferos de esa región. Co
nsideraban que un Israel fuerte y poderoso era esencial para sus planes de dominación estadounidense de la región y el mundo. Después del colapso de la Unión Soviética en 1989, el gasto militar cayó, amenazando las ganancias del CMI. Necesitaban nuevos enemigos para reemplazar a la URSS, e Israel se sentía feliz de proporcionar los suyos. Se establecieron y designaron nuevos enemigos por los «think tanks» neoconservadores que incluyen: JINSA , el Instituto Judío de Asuntos de Seguridad Nacional; AEI , el Instituto Americano de Empresas; WINEP, el Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente; FDD, la Fundación para la Defensa de las Democracias, y una docena más. Estos grupos colaboran con otros de defensa de Israel de más larga data como AIPAC y Stand with Us. Comparten personal y financiadores y alquilan espacio entre sí. Uno de los más influyentes, el PNAC (Proyecto para un Nuevo Siglo Americano), incluía al menos a seis hombres que luego sirvieron como secretarios
(ministros) en la administración Bush.
Dos documentos neoconservadores que inflamaron la paz mundial
Los neoconservadores crearon dos documentos definitorios para las interminables guerras del siglo XXI. En 1997, ellos, reunidos con el grupo de expertos Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos Avanzados, con sede en Jerusalén, escribieron un documento de estrategia para el Partido Likud llamado Clean Break (Ruptura limpia), que propuso que Israel ya no tratara de hacer la paz con sus vecinos árabes como Siria, Líbano e Irak, sino hacerlos retroceder, desestabilizarlos y, en última instancia, cambiar sus regímenes por otros simpatéticos con Israel, y por consiguiente con los EEUU. Las recomendaciones contenidas en Clean Break se han llevado a cabo en gran medida utilizando la fuerza militar, tanto israelí como estadounidense.
En 1999, el PNAC escribió un documento similar, «Reconstruyendo las defensas estadounidenses: estrategias, fuerzas y recursos para un nuevo siglo», una suerte de pre- MAGA (Make America Great Again) , defendiendo un crecimiento masivo del presupuesto militar estadounidense, buscando la capacidad de librar múltiples guerras y acciones policiales simultáneas. Los autores Donald Kagan, junto con el ex consultor del Pentágono Gary Schmitt, y Thomas Donnelly, ex director de Lockheed Martin, calificaron el documento de «plan para mantener la preeminencia global de Estados Unidos, evitando el surgimiento de una gran potencia rival, y dar forma al orden de seguridad internacional de acuerdo con los principios e intereses estadounidenses».
El presupuesto militar de Estados Unidos aumentó de 287 mil millones de dólares en 2001 a 722 mil millones de dólares en 2011 (ahora en las cercanías de un billón de dólares, todo incluido). Como dijo el ex vicepresidente Al Gore: «Hemos reemplazado un mundo en el que los Estados se consideran sujetos a la ley» por «la noción de que no hay tal ley, sino la discrecionalidad del Presidente de los Estados Unidos».
Mientras que la estabilidad internacional había sido considerada uno de los objetivos más elevados en asuntos exteriores (al menos de la boca para afuera), defendida incluso por criminales de guerra como Henry Kissinger, los neoconservadores promovieron el caos y la destrucción. Michael Ledeen pidió «convertir Oriente Medio en una caldera». Los gobiernos de Israel y Estados Unidos han adoptado estas actitudes, y los países de la OTAN las han seguido en diversos grados. La estabilidad internacional que nunca había existido propiamente, se convirtió por completo en cosa del pasado. Y todo ello se estructuró ya antes del gobierno de Donald Trump.
El lobby proisraelí en sus vertientes política y mediática está sustentado en todo lo anterior, y en la necesidad de hacerlo aceptable y moral ante el pueblo de los EEUU. Para ello una gigantesca desinformación se convirtió en un requisito indispensable.
Otras organizaciones como la Conferencia de Presidentes de las Principales Organizaciones Judías (CPMJO, por sus siglas en inglés), la Organización Sionista de América y Cristianos Unidos por Israel también son elementos prominentes del lobby. Sin embargo, no son sólo las organizaciones de cabildeo, asimismo los dueños de los medios de comunicación, los políticos y muchos académicos.
En fin, se ha formado un poderoso y complejo sistema de cabildeo político y de obnubilación mediática, destinada a convencer a los estadounidenses que defender a Israel es defender a los EEUU. A pesar de todo ello, hay también un creciente movimiento popular en defensa de la causa palestina y en denuncia de la agresividad fascista del Estado de Israel.
¿Anti sionismo = Anti semitismo? ¿O es un instrumento para reprimir la crítica a las agresiones de Israel?
Mis amigos académicos acá en Nueva Inglaterra me dicen que están experimentando el entorno laboral más represivo de sus vidas. Los campus de Harvard, Yale, la Universidad de Connecticut, Cornell, MIT y otros centros de altos estudios de fama mundial se han visto divididos por el conflicto de Gaza. Los profesores considerados «demasiado comprensivos» con Palestina han sido tachados de ingenuos en el mejor de los casos y anti semitas en el peor, por parte de las administraciones universitarias, otros profesores y ciertos estudiantes. Algunos profesores han perdido sus empleos o han sido objeto de peticiones de estudiantes que exigen su destitución. Los rectores de universidades han sido acosados por organizaciones proisraelíes para que condenen en voz alta y públicamente las críticas al sionismo o a Israel.
Las organizaciones estudiantiles pro palestinas también han sido reprendidas y públicamente censuradas, ya sea por «insuficiente celo» al condenar la «inexplicable brutalidad de Hamas» el 7 de octubre, «por atribuir el ataque a una larga historia de provocaciones israelíes» o por exigir un alto el fuego. A algunos grupos, incluidos Voces Judías por la Paz y Estudiantes por la Justicia en Palestina, incluso se les ha prohibido la entrada a las universidades. Los estudiantes de estos grupos han sido ridiculizados engañados, acosados y, en algunos casos, agredidos. Algunos estudiantes judíos también han sido atacados o sometidos a abusos verbales por su apoyo vocal a Israel. El dolor y la ira en muchos campus universitarios son realmente abrumadores.
Ser llamado antisemita (aunque esto no se pruebe) es doloroso, gravísimo y puede ser profesionalmente aniquilador. El antisemitismo (y cualquier otra forma de discriminación) es especialmente vilipendiado por un profesorado que a menudo es liberal o de izquierda en su política y se esfuerza por lograr una comprensión histórica clasista de la opresión económica y política. El antisemitismo fue fundamental para el régimen nazi alemán; la única fe constante de Adolf Hitler, el mayor criminal que el mundo haya conocido (hasta el momento). Todo ello se usa para tildar, con mucho efecto, de «anti semita» a cualquier opositor a las agresiones de Israel.
En una intervención muy inusual, el presidente de Israel, Isaac Herzog, envió recientemente una carta a los presidentes de universidades estadounidenses en alusión al Holocausto. Al pedirles que rechacen «pública e inequívocamente» los «llamados a la eliminación de todo un país, Israel», Herzog sugiere que las críticas actuales a su país, son antisemitas y eliminacionistas, que es decir, potencialmente genocidas contra los judíos.
Esto va mucho más allá incluso de las definiciones excesivamente amplias de anti semitismo propuestas por la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (HRA) y la influyente Liga Antidifamación (ADL). Esta última escribió: «Si bien el anti sionismo es en realidad anti semitismo, el anti sionismo es mucho más aceptado socialmente que el antisemitismo clásico, por eso es tan peligroso». Ambas afirmaciones son mentiras, clarísimas mentiras, en mi opinión. En su forma más amplia, el anti sionismo es un rechazo de la idea y la realidad de un Estado exclusivamente judío en la tierra de la Palestina histórica. Más comúnmente, significa el rechazo del expansionismo radical y sin frenos del actual régimen israelí y su política de aislar a los palestinos detrás de muros y puestos de control, un sistema de apartheid del Medio Oriente. Nada que ver con discriminación contra los judíos como individuos.
Siguiendo con sus mentiras, la ADL repite que el anti sionismo (vendido como anti semitismo) goza de un amplio respaldo político y financiero. De hecho, los principales medios de comunicación y los políticos electos en los EEUU., en aplastante mayoría, aceptan (y muchas veces respaldan) el expansionismo israelí y la definición de antisionismo como antisemitismo de la HRA y la ADL. Y repiten la patraña de la ADL de que estamos experimentando una ola de anti semitismo sin igual en la historia de Estados Unidos. Esto no sólo es históricamente miope y una abierta patraña, sino que pasa por alto el peligro genuino que representan los extremistas de extrema derecha y los defensores estadounidenses del derecho a portar armas que han perpetrado o permitido actos de violencia asesina contra los propios judíos y otras personas, como en la sinagoga Árbol de la Vida en Pittsburgh y en Highland. Park, Illinois. De hecho, el lobby pro sionista oculta que sus «aliados de hoy» sea en EEUU. la Unión
Europea, la Ucrania de Zelenski o el Medio Oriente, fueron los responsables de Holocausto.
Una terrible omisión es no mencionar, ÂíNI UNA SOLA VEZ!, que el Ejército Rojo salvó la vida de millones de judíos europeos en Ucrania, Belarus, los países bálticos, Polonia, Alemania, Rumania, Hungría y otros países. Los aliados de Zelenski, judío él mismo, son los ultras fascistas de la UOM (hoy con diferentes nombres) que masacraron a decenas de miles de judíos en Babi Yar. En el presente no son anti semitas, sino sus aliados más firmes y fieles.
Un ejemplo de tildar de anti semita a cualquiera que se oponga a los actos del estado de Israel acaba de ocurrir en Chile. La Corte de Apelaciones de Santiago de Chile rechazó el viernes 24 de noviembre el recurso de protección presentado por una entidad sionista, en nombre de la comunidad judía local, contra Roger Waters (por cierto gran amigo de Cuba) para intentar censurar sus acciones o palabras durante los dos conciertos que ofreció en esa capital. En su escrito, la CJCh argumentaba que el ex- miembro del mundialmente famoso grupo Pink Floyd tiene «un consabido historial» de lo que ellos denominan declaraciones «judeófobas» que podrían constituir un delito de «incitación al odio» e incluye enlaces a reportajes, informaciones y fotografías de conciertos pasados. «Tras tales antecedentes la CJCh busca que se le prohíba en su concierto utilizar elementos o emitir comentarios que inciten al odio y al antisemitismo», señalaba.
Concluyendo: Israel se ha convertido desde 1948 a la fecha en el principal aliado de los EEUU. y su punta de lanza en el Medio Oriente y en muchos otros lugares del mundo. Creo necesario expresar que sabemos realmente quien es el títere y quien el titiritero. En ocasiones pareciera que Israel controlara a los EEUU. y no al revés.