¿Con qué sueñan los androides?

Por Laura Esquivel Sobrado

La Habana, 23 dic (Prensa Latina) Blade Runner, de Ridley Scott, uno de los filmes más sobresalientes del género de ciencia ficción, no existiría hoy en día de no ser por la obra del escritor estadounidense Philip K. Dick.
Nacido el 16 de diciembre de 1928 en Chicago, Dick está considerado como una de las figuras más importantes de la ciencia ficción en siglo XX, aunque pasó la mayor parte de su carrera como escritor casi en la pobreza, acosado por problemas mentales y por el consumo desenfrenado de drogas.
Ganó en 1963 el premio Hugo a la mejor novela por El hombre en el castillo, una versión alternativa de la historia donde las fuerzas del Eje derrotaron a los aliados en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y el territorio de Estados Unidos ha sido dividido, ocupando su costa este la Alemania nazi y la costa oeste fuerzas del imperio japonés.
Su obra explora diversas cuestiones filosóficas y sociales como la impronta de la realidad, la naturaleza humana y la identidad, y comúnmente presenta personajes que luchan contra realidades otras, entornos ilusorios, corporaciones monopolísticas, abuso de drogas, Gobiernos autoritarios y estados alterados de la conciencia.
En una de sus novelas más populares,¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, adaptada libremente por Scott en lo que se convertiría el clásico cinematográfico Blade Runner, Dick plasmó su obsesión por descubrir qué nos hace humanos en un mundo donde los límites entre lo artificial y lo natural son cada vez más difusos.
La película se estrenó cuatro meses después de su muerte, por lo que no pudo ser testigo de su gran éxito o imaginar que la cinta se convertiría en un icono del cine fantástico y de ciencia ficción, ni del interés que despertarían sus libros.
El filme de 1982 provocó una fascinación por la obra del autor, llevada al cine en múltiples ocasiones, destacándose Desafío total (Paul Verhoeven, 1990), MinorityReport (Steven Spielberg, 2002) y Una mirada a la oscuridad (Richard Linklater, 2006).
La influencia de sus textos y las ideas contenidas en ellos se hacen notar en trabajos como Ex Machina (Alex Garland, 2014) o en el manga Ghost in the Shell.
El 17 de febrero de 1982, al finalizar una entrevista, el autor se puso en contacto con su médico quejándose de problemas de visión.
Al día siguiente lo encontraron en su casa en Santa Ana, California, inconsciente, después de haber sufrido un derrame cerebral.Una semana más tarde, el 25 de febrero, sufrió otro episodio en el hospital, lo que le provocó la muerte cerebral. El 2 de marzo de 1982, el autor de El hombre en el castillo fue desconectado del soporte vital que lo mantenía con vida.