La Habana, 27 feb (Prensa Latina) Transcurrido más de un siglo de su caída en combate, Cuba recuerda hoy a Carlos Manuel de Céspedes, iniciador de las luchas independentistas en 1868 y primer presidente de la República en Armas.
Hace exactamente 150 años, el aquí conocido como Padre de la Patria perdió la vida durante un desigual combate contra las tropas colonialistas españolas en la localidad de San Lorenzo, en la Sierra Maestra, en el oriente cubano.
Abogado de profesión y terrateniente, Céspedes liberó a sus esclavos en la finca La Demajagua, en la hoy oriental provincia de Granma, el 10 de octubre de 1868 y los convidó a la independencia o la muerte para iniciar así la guerra de liberación contra España.
Con el grado de mayor general del Ejército Libertador, asumió en abril de 1869 la presidencia de la República en Armas.
Trazó estrategias para llevar la guerra a todo el país a partir de una cruzada del oriente al occidente, con el objetivo de destruir las riquezas de España para socavar sus fuentes de sustento y conquistar finalmente la soberanía nacional.
Aunque la contienda fracasó, esta tuvo un profundo carácter anticolonial, dado que defendía un proyecto político opuesto a las ideas reformistas y anexionistas para lograr, simultáneamente con la independencia, la abolición total de la esclavitud.
Tensiones y discrepancias con la Cámara de Representantes llevaron a que esta depusiera a Céspedes el 27 de octubre de 1873.
Según historiadores de la isla, la deposición fue la antesala de su muerte porque lo privaron de ayudantes y escolta, y al mismo tiempo, lo obligaron a marchar a la saga del gobierno.
Injustamente privado de la escolta que por el alto cargo desempeñado le correspondía, cayó el 27 de febrero de 1874 en una emboscada perpetrada por el Batallón de Cazadores de San Quintín, de los cuales se defendió con solo un revólver.
El pueblo cubano lo nombró el Padre de la Patria por su protagonismo en las luchas por la independencia y porque cuando recibió la noticia de la condena a muerte de su hijo menor y fue chantajeado para deponer las armas si quería salvarlo, expresó: Oscar no es mi único hijo: yo soy el padre de todos los cubanos que han muerto por la Revolución.