Quito, 7 abr (Prensa Latina) El asalto a la embajada de México en Ecuador es hoy motivo de repudio internacional, sin embargo el gobierno de Daniel Noboa justifica su accionar con un supuesto riesgo de fuga del exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas.
El exfuncionario se encontraba desde diciembre pasado en la legación mexicana en calidad de huésped y a la espera de una respuesta a su solicitud de asilo, que el presidente Andrés Manuel López Obrador le concedió el viernes por considerarlo un perseguido político.
Ese mismo día en la noche, militares y policías ecuatorianos invadieron la sede diplomática y secuestraron a Glas, quien en estos momentos se encuentra en una cárcel de máxima seguridad y sus abogados expresan preocupación por su salud e integridad física.
Pero, ¿es un perseguido político o un criminal condenado?
Parte de la población ecuatoriana, instigada por los políticos y medios de comunicación, responderá que es un corrupto y debe responder por sus actos, pero sus partidarios y juristas internacionales opinan que el militante de la Revolución Ciudadana es víctima de procesos viciados, plagados de irregularidades típicas del denominado «lawfare».
«Glas está preso por las fuerzas de las circunstancias», dijo hace unos años un conocido detractor y para muchos es verdad.
La trama principal contra el exvicepresidente fue lo relacionado con Odebrecht, un caso que en Brasil, país donde se originó, provocó una sentencia -ahora anulada- contra el actual mandatario, Luiz Inácio Lula da Silva.
Si bien en Brasil se declararon inválidas las pruebas de esa pesquisa, a Ecuador parece no haber llegado la noticia, y por eso muchos creen que el objetivo no es servir a la justicia, sino lograr finalidades políticas.
En resumen, el exvciemandatario recibió de forma temporal el beneficio de la prelibertad el 28 de noviembre de 2022, luego de la unificación de dos penas de cárcel de seis y ocho años por los casos Odebrecht y Sobornos; sin embargo, la medida fue revocada a finales de 2023.
Ante esa nueva arremetida, Glas buscó refugio en diciembre pasado en la embajada de México y solicitó asilo político.
A inicios de este año, la justicia ordenó la captura del exfuncionario por presunto peculado en otro caso, denominado Reconstrucción de Manabí, que investiga una supuesta malversación en obras públicas tras el terremoto de 2016.
El actual gobierno ecuatoriano se incomodó con unos comentarios del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, sobre el proceso electoral en el cual resultó electo mandatario de la nación sudamericana Daniel Noboa.
El joven gobernante decidió declarar persona non grata a la embajadora de México, Raquel Serur, y como ese país le concedió el asilo a Glas, Noboa ordenó una incursión ilegal contra la sede diplomática para capturarlo y llevarlo a La Roca, como si fuera un trofeo político, a pesar de las consecuencias.
En estos momentos Ecuador enfrenta una crisis diplomática, con decenas de países y organizaciones que repudian su violación a la Convención de Viena y México decidió romper las relaciones, lo cual impactará en la economía y la sociedad.