Lima (Prensa Latina) Cuba sigue padeciendo la ofensiva estadounidense que pretende ahogar el proyecto independiente, soberano y socialista iniciado con el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959.
Por Manuel Guerra*
Colaborador de Prensa Latina
Lo que el imperialismo norteamericano no pudo hacer a través del intervencionismo armado, pretende lograrlo con el bloqueo económico, comercial y financiero y con el aislamiento y desprestigio de Cuba, catalogándolo como un país que patrocina el terrorismo.
Ambas medidas tienen como objetivo asfixiar a Cuba, impedir su desarrollo y el bienestar de la población, y promover el descontento social; todo ello acompañado de una campaña mediática perversa.
Recientemente Estados Unidos anunció el retiro de Cuba de la lista de países que no cooperan plenamente con la lucha contra el terrorismo, lo que erróneamente puede ser interpretado como el retiro de ese país de la nómina de naciones que patrocinan el terrorismo.
Mantener a Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo afecta el acceso del país caribeño a la realización de importantes operaciones financieras, económicas y comerciales, agravándose así el bloqueo a Cuba que el Perú y los demás países latinoamericanos y caribeños rechazan.
Lo correcto es que Cuba sea retirada de la lista de países que patrocinan el terrorismo. Todo el mundo sabe que, más bien, Cuba sobresale como una de las naciones más solidarias del mundo, a pesar de las dificultades económicas por las cuales atraviesa.
El Perú siempre reconocerá a este país por su apoyo y solidaridad en momentos de grandes dificultades, como en los desastres ocasionados por los terremotos de Huaraz (1970) e Ica (2007).
Contrariamente a la propaganda yanqui, Cuba, en lugar de patrocinador, es víctima del terrorismo proveniente de Estados Unidos. No solo del bloqueo inhumano, también de acciones violentas que afectan a la población civil.
Entre esas acciones terroristas pueden citarse atentados contra cultivos, intentos de magnicidio, ataques a la aviación civil y otros crímenes que realizan de manera permanente, cínica e impune.
Estados Unidos hace caso omiso a la exigencia mundial que cese esa política de agresión e injerencia en asuntos internos del imperialismo norteamericano hacia Cuba.