Brasilia (Prensa Latina) En la Cumbre de Líderes del Grupo de los Veinte (G20), celebrada en la ciudad de Río de Janeiro el 18 y 19 de noviembre, Brasil abordó complejos desafíos globales con resultados significativos.
Por Osvaldo Cardosa
Corresponsal jefe en Brasil
El foro de las 19 principales economías del mundo y las uniones Europea y Africana dejó una repercusión importante en temas como la sostenibilidad, la lucha contra el hambre y la pobreza, y las reformas en la gobernanza internacional.
Bajo el mando de Brasil este año, liderada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, se dio prioridad a cuestiones sociales y ambientales, marcando un enfoque inclusivo y multilateral.
Lula afirmó en el cierre de la cita que el legado dejado por su país en el G20 es la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza. La iniciativa recibió la adhesión de al menos 82 naciones, 24 organizaciones financieras, nueve financiadores e instituciones de filantropía.
Reconoció, asimismo, que los trabajos de la presidencia brasileña del grupo, aunque desempeñados con tesón, fueron capaces solo de arañar los complejos problemas enfrentados por la humanidad.
«Trabajamos con ahínco, aun sabiendo que solo arrancamos la superficie de los profundos desafíos que el mundo tiene que enfrentar», refirió.
En el liderazgo brasileño del bloque, iniciado en diciembre de 2023, se realizaron más de 140 reuniones en 15 ciudades del país.
«Lanzamos la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza e iniciamos un debate inédito sobre la tributación de los superricos. Hemos puesto el cambio climático en la agenda de los Ministerios de Finanzas y Bancos Centrales, y aprobado el primer documento multilateral sobre bioeconomía», expuso el líder progresista.
Puntualizó que se hizo un llamado a la acción para reformas que hagan la gobernanza global más efectiva y representativa, y dialogaron con la sociedad por medio del G20 Social (foro creado por la presidencia brasileña de la alianza).
El exsindicalista elogió, por otra parte, el grupo de trabajo creado para discutir el empoderamiento femenino y la proposición de añadir la promoción de la igualdad racial a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Declaró que se aprobó «una estrategia para promover la cooperación en innovación abierta contra las asimetrías en la producción científica y tecnológica, y decidimos establecer un grupo de trabajo sobre la gobernanza de la inteligencia artificial en el G20».
REFORMA DE LA GOBERNANZA GLOBAL
En medio de debates, Brasil impulsó en la reunión la modernización de instituciones como Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, para reflejar las realidades del siglo XXI.
Con lo anterior se busca una mayor equidad en la toma de decisiones internacionales, especialmente para los países en desarrollo.
«Este año, la reforma de la gobernanza global entró definitivamente en la agenda del G20. Por primera vez, el grupo fue a la ONU y aprobó, con el respaldo de otros 40 países, un llamado a la acción. Pero este llamado es solo un toque de atención», opinó Lula.
Alertó que la omisión del Consejo de Seguridad resulta en sí misma una amenaza a la paz y seguridad internacionales. «El uso indiscriminado del veto hace al órgano rehén de los cinco miembros permanentes», señaló.
Consideró que intervenciones desastrosas subvirtieron el orden en Afganistán y Libia, y «la indiferencia relegó a Sudán y Haití al olvido. Las sanciones unilaterales producen sufrimiento y afectan a los más vulnerables».
Las instituciones de Bretton Woods, nombre de un acuerdo económico firmado en 1944 por 45 países aliados en esa ciudad (Estados Unidos), que estableció las bases de la política económica global después de la Segunda Guerra Mundial, han puesto obstáculos a los propios objetivos de desarrollo sostenible que deberían promover, refirió.
En su discurso, Lula evaluó además que la «globalización neoliberal» fracasó y defendió la revisión de reglas financieras que afectan desproporcionadamente a países en desarrollo.
«No es de extrañar que la desigualdad fomente el odio, el extremismo y la violencia. Ni que la democracia está en peligro. La globalización neoliberal ha fracasado. En medio de las crecientes turbulencias, la comunidad internacional parece resignada a navegar sin rumbo por disputadas hegemonías», remarcó.
El gobernante anfitrión sostuvo que el mundo quedó a la deriva, «como arrastrado por un torrente que nos empuja hacia una tragedia. Pero el enfrentamiento no es una fatalidad. Negar esto es renunciar a nuestra responsabilidad», razonó.
DECLARACIûN FINAL
Pese a roces y presiones, la Cumbre del G20 aprobó su Declaración Final, en la cual condena el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones.
En consonancia con la Carta de la ONU, todos los Estados deben abstenerse de la amenaza o uso de la fuerza para buscar la adquisición territorial contra la integridad territorial y soberanía o independencia política de cualquier Estado, refiere el texto.
La declaración hace mención a los conflictos en la Franja de Gaza, el Líbano y Ucrania, y destaca «el sufrimiento humano y los impactos negativos» de las guerras.
Sobre el conflicto en Oriente Medio, los líderes del G-20 puntualizan en la «necesidad urgente de ampliar el flujo de asistencia humanitaria, reforzar la protección de civiles y exigir la eliminación de todas las barreras a la prestación de asistencia humanitaria a escala».
Demandan el derecho palestino a la autodeterminación, reiteran el compromiso inquebrantable con la visión de la solución de dos Estados, en el cual «Israel y un Estado palestino vivan lado a lado en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas, compatibles con el derecho internacional y las resoluciones pertinentes de la ONU».
Los países del G20 declaran su apoyo a la tributación progresiva para que los ricos paguen impuestos de forma más efectiva y se comprometieron a continuar discusiones sobre la propuesta brasileña para la posible creación de un impuesto global a los superricos.
SUDÁFRICA AL MANDO DEL G20
Sudáfrica se convirtió en la cumbre en el primer país africano en presidir el G20, destacó el presidente Cyril Ramaphosa al recibir el mandato de Lula.
Luego del traspaso, Ramaphosa aseveró que aprovecharán el momento para incluir las prioridades de desarrollo del continente africano y del Sur Global con más firmeza en la agenda del grupo.
Comunicó que la presidencia de su país promoverá tres prioridades: el crecimiento económico inclusivo, la industrialización, el empleo y la desigualdad; la seguridad alimentaria; y la inteligencia artificial y la innovación para el desarrollo sostenible.
«Es un honor aceptar, en nombre del pueblo de Sudáfrica, la responsabilidad de la Presidencia del G20 para el próximo año», remarcó el mandatario, quien felicitó a Lula y a Brasil por un desempeño exitoso al frente del bloque.
Ponderó el «liderazgo inspirador» y el traer la participación de los grupos sociales y de la sociedad civil al trabajo, al convocar a la primera Cumbre Social del G20.
«Continuaremos con esta innovadora plataforma de participación durante nuestra Presidencia», dijo el sudafricano, quien garantizó que esa proyección está en línea con las tradiciones de su país, que a través de acciones de las formaciones de la sociedad civil pudo poner fin al apartheid y lograr la democracia.
Acogió con satisfacción el mayor enfoque en la perspectiva de los países con economías en desarrollo y aplaudió la aprobación de la Declaración de Líderes del G20 de Río, que describe las acciones que se deben tomar para construir juntos un mundo mejor. Esbozó los desafíos y crisis actuales, que se ven exacerbados por la fragilidad de la solidaridad global, el subdesarrollo paralizante y la desigualdad cada vez más profunda.
Anunció que el lema escogido es «Solidaridad, Igualdad y Sostenibilidad», por lo que buscarán fortalecer y avanzar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Pacto para el Futuro.
La entrega de la directiva del G20 de Brasil a Sudáfrica para 2025 marca un momento significativo, pues representa una oportunidad para colocar las prioridades de África en el centro de la agenda global.
Sudáfrica, como único país africano en el G20, asumirá el liderazgo en un momento de desafíos globales críticos y podría aprovechar esta posición para destacar los intereses de la región.
Pretoria tendrá la posibilidad de consolidar su posición como líder del continente y portavoz de las necesidades africanas en cuestiones como el desarrollo sostenible, el comercio global y la lucha contra la pobreza. Además, puede actuar como un puente entre las economías emergentes y los países desarrollados.
La presidencia permitirá a Sudáfrica alinear los objetivos del G20 con la visión de desarrollo a largo plazo de África, incluyendo la industrialización, la infraestructura, y la integración regional, aspectos fundamentales de la Agenda 2063.
De igual manera, podría presionar por una representación más justa de África en instituciones internacionales, en línea con las prioridades ya planteadas por Brasil en 2024. Puede, asimismo, impulsar una mayor inclusión en el Consejo de Seguridad de la ONU.
El mando de Sudáfrica no solo es simbólico, sino una oportunidad estratégica para posicionar las prioridades africanas en el centro de las decisiones globales.
Si logra alinear las agendas nacionales, regionales y universales, podría marcar un cambio significativo en la influencia de África en el sistema internacional.