Moscú, 15 jul (PL) Después de 20 años de larga espera, Francia logró reconquistar el trono del fútbol mundial; la generación de Antoine Griezmann y Kylian Mbappé quebró a Croacia en la final de Rusia-2018 e hizo realidad la segunda coronación de Les Bleus.
Los galos fueron el mejor equipo del campeonato, por mucho el más pragmático. Sus jugadores demostraron temple a la hora cero y jamás dejaron de creer en el objetivo de alzar el trofeo. Croacia fue un digno rival, pero solo eso.
Empecemos por el principio. El estadio Luzhniki de esta capital estaba a reventar. Más de 80 mil almas acudieron al partido de balompié más importante de los últimos cuatro años. La enorme mayoría hinchaba por los croatas. Era lógico, peleaban David y Goliat.
Entonces sonó el pitazo inicial y comenzó a rodar el balón. El ruido era atronador en el recinto, era imposible escuchar siquiera al compañero del asiento de al lado. Los equipos, mientras tanto, cogieron los primeros minutos del duelo para estudiarse, para reconocer las debilidades del rival.
Croacia dominaba en los primeros compases, eso es un hecho. Francia estuvo contra las cuerdas por buen rato, aunque sin sufrir demasiado. Sin embargo, la suerte se alió con los galos, o lo que es igual, la mala fortuna le jugó una mala pasada a los croatas.
En el 17, Marcelo Brozovic tumbó a Griezmann en las cercanías del área y el árbitro argentino Néstor Pitana cobró falta. Un minuto después, el propio delantero galo sacó el tiro libre y Mario Mandzukic marcó en propia puerta.
Hasta ese momento el fútbol era totalmente injusto con Croacia.
Pero las aguas tomaron su nivel y los croatas obtuvieron premio al esfuerzo. En el 28, Ivan Perisic golpeó de zurda el balón y salió un misil que llegó hasta el fondo de las redes. Era el 1-1 transitorio.
El Luzhniki enloqueció. El anunciador del estadio cantó -o más bien gritó- el gol como si hubiera marcado Rusia.
Los croatas seguían al alza y Francia, con su pragmatismo característico, mostraba una sangre fría bestial ante la adversidad.
Y entonces la suerte volvió a premiar a los franceses en el minuto 38, en esa ocasión beneficiados por las bondades del videoarbitraje asistido (VAR).
Perisic tocó claramente con la mano el balón dentro del área croata, pero Pitana no «cantó» penalti. Los galos protestaron enfurecidos y el principal acudió a las cámaras para reconsiderar su decisión: Era pena máxima, no había duda alguna.
Griezmann aprovechó el «regalo» para marcar desde el punto penal. Francia, que hasta entonces no había hecho un tiro a puerta, volvió a tomar la delantera en el partido.
Así llegaron al medio tiempo. Los galos tenían cerca su segundo título mundial, los croatas soñaban con subir al trono por primera vez en la historia.
Entonces, en la segunda mitad, parece que cambiaron los equipos. Francia salió a por todas y Croacia perdió empuje. Era visible desde todos los ángulos.
Y llegó la sentencia. Paul Pogba marcó en el 59 y Mbappé puso el 4-1 en el 65. En seis minutos Francia aseguró la corona y Croacia vio desvanecerse la quimera. A esas alturas y con esa ventaja era obvio que no habría un nuevo campeón mundial.
Mandzukic descontó en el 69, al aprovechar un error garrafal del arquero Hugo Lloris. Los de camisa a cuadros vieron la luz, pero era un espejismo, era un oasis en medio del desierto.
Con el pitazo final, Francia gritó y celebró y subió al trono. El 4-2 fue definitivo. Era su segunda coronación en la historia del balompié. Esta generación emuló con aquella de 1998, que humilló por 3-0 a Brasil en la gran final, con Zinedine Zidane en rol protagónico y Didier Deschamps en función de capitán.
Precisamente Deschamps se convirtió en el tercer ser humano que levanta el trofeo de monarca como jugador y como técnico, y pasó a engrosar el selecto club que solo integraban el brasileño Mario ‘El Lobo’ Zagallo y el alemán Franz ‘El Káiser’ Beckenbauer.
Griezmann dio un paso de gigante en la carrera por el Balón de Oro de este año. A todas luces será el encargado de poner punto final a la dictadura de la última década de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.
Esta generación está lista para crear una dinastía en el fútbol mundial. Los Griezmann, Mbappé, Pogba y compañía tienen un futuro brillante en el camino.
Francia, de hecho, fue el único equipo favorito precompetencia que hizo valer los pronósticos, tras los fiascos de España, Brasil, Alemania, Argentina y Portugal.
¡Allez Les Bleus! Francia toda está de fiesta. La torre Eiffel saluda a sus campeones.