Vibra México con Ringo Starr, entre el presente y el legado

México, 14 nov (PL) Más de cuatro décadas después de que un fenómeno bautizado como beatlemanía comenzara a recorrer el mundo, Ringo Starr volvió a demostrar que el éxito de los Cuatro Grandes de Liverpool nunca fue fortuito, y mucho menos temporal.

Anoche, cuando en el Auditorio Nacional de México se escuchó el grito de «Letâ€Ös rock» (Vamos a rockear), unas 10 mil personas aclamaron al exbaterista de The Beatles como si el año 1970 nunca hubiera pasado, y la agrupación continuara tocando con la misma intensidad.

Mientras las calles mexicanas desbordaban regocijo por la victoria de la selección local de fútbol frente a Nueva Zelanda, en el interior del teatro se vivía una emoción diferente, pero hecha de esa misma fuerza que solo pueden despertar pasiones como el arte y el deporte.

Acompañado de su renovada banda All Starr, Ringo probó dos cosas durante la presentación en la capital mexicana: que no es casual la fama mantenida tras la disolución del conjunto británico, y que tiene una habilidad extraordinaria para unirse a músicos de un talento excepcional.

La impronta de The Beatles se sintió desde el principio del concierto a través de «Matchbox», un tema que el grupo popularizó en sus primeros años y que en esta ocasión dejó listo el camino para dos horas de canciones antológicas.

Con un carisma y una energía desbordante, a sus 73 años el baterista logró enamorar más aún a una audiencia atraída por la estela del cuarteto británico, pero que se llevó además el regalo de las soberbias interpretaciones del resto de la banda.

Eso fue lo que sucedió con «It donâ€Öt come easy», pieza en la que el saxofonista Mark Rivera y el guitarrista Todd Rundgren hicieron alarde de virtuosismo y arrancaron ovaciones al público.

Durante la noche hubo momentos de una ternura desbordada, como «Love is the answer», en la voz de Rundgren, o «Broken Wings», cantada por Richard Page, que por algunos minutos permitieron retomar la respiración antes de volver a perder el aliento.

Cuando empezaron a escucharse los acordes de un himno, «Yellow Submarine», centenares de globos amarillos sobrevolaron el auditorio, que se puso completamente de pie para acompañar el distintivo timbre de Ringo.

«We all live in a yellow submarine», entonaron miles de voces al unísono, desechando diferencias de idiomas y unidas por esa trepidación ancestral que tiene en la música su expresión más completa.

Pero el multitudinario coro también siguió otros temas emblemáticos: «África» y «Rosanna», de la banda Toto, interpretados precisamente por uno de los miembros de la agrupación estadounidense, Steve Lukather.

En tanto, el tecladista Gregg Rolie, quien tocó con Carlos Santana, se encargó de ponerle el sabor latino al concierto a través de «Oye como va», y Ringo repasó algunas de sus obras en solitario, entre ellas «Anthem», de su último disco.

Los asistentes al teatro volvieron a viajar a la época en que The Beatles se convirtieron en un indiscutible suceso cultural a través de «I wanna be your man», «Donâ€Öt pass me by» y «Act Naturally», anticipos del éxtasis que marcaría el cierre con «With a little help from my friends».

Y cuando parecía que no había espacio para más emociones, Ringo lanzó un mensaje de paz y amor e hizo presente a otro de los colosalmente grandes, el exBeatle John Lennon, a través de su legendaria «Give peace a chance».

El 10 de abril de 1970 millones de personas alrededor de todo el mundo lamentaron la noticia de la desaparición del cuarteto de Liverpool, pero el artista y su All Starr Band demostraron que a pesar de los años, la obra de los Fab Four sigue provocando el mismo estremecimiento.

Convertido ya en leyenda por haber integrado un conjunto considerado por muchos críticos y seguidores como el más importante de la música popular, el baterista ratificó este miércoles que es un digno continuador de ese inmenso legado.

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