Basura sobre la Tierra


La Habana (PL) En este siglo la humanidad ha logrado loables avances en el sector espacial; sin embargo, ese desarrollo supone también el aumento de basura espacial en la órbita terrestre, tema frecuentemente relegado de las agendas internacionales.
En estos casi tres lustros del siglo XXI la nave Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA), alcanzó su asteroide objetivo, mientras que el todoterreno Curiosity de la NASA cumplió dos años en la atmósfera marciana, por solo citar dos hechos recientes.
No obstante, instituciones advierten que, a la par de esos importantes acontecimientos, los últimos 14 años también han representado un incremento significativo de los desechos espaciales.
En ese sentido, la Oficina del Programa de Restos Orbitales, informó a inicios del presente mes que, aunque el 2013 terminó como el primer año de este siglo con reducción de basura espacial, en el primer semestre de 2014 los restos crecieron en 250 objetos.
Esa entidad, perteneciente a la Agencia estadounidense de la Aeronáutica y el Espacio (NASA), añadió en su informe que en total suman 16 mil 900 los cuerpos espaciales que rondan la Tierra.
Por basura espacial se entiende la cantidad de satélites activos o inactivos que han sido lanzados o bajados de sus órbitas para ser hundidos en el mar. Se incluyen, además, los cohetes antiguos y en funcionamiento, así como otros objetos procedentes de la fragmentación de residuos, generados por ejemplo en explosiones.
Según los datos de la NASA, el Reino Unido y sus colonias se mantienen como la mancomunidad que mayor cantidad de basura desecha al espacio, con un total de seis mil 380 objetos; seguida de Estados Unidos con cinco mil ocho, y China con tres mil 716.
Por su parte, la ESA sigue siendo la entidad que menos objetos emite, con 93 cuerpos, de los cuales 46 proceden de explosiones, y 47 son cohetes y demás escombros.
Pese a lo preocupante de esas cifras, han sido pocos los países que han propuesto alguna medida para disminuir la cantidad de basura espacial, y esas escasas ideas generalmente llegan vinculadas a estrategias militares.
El 6 de agosto último el gobierno japonés anunció su intención de lanzar en 2019 un sistema para rastrear y dar seguimiento a la basura espacial que orbita alrededor de nuestro planeta. Igualmente, informó que pretende activar una fuerza militar especial que rastree objetos peligrosos que puedan hacer daño a los satélites activos.
De acuerdo con medios de prensa de esa nación asiática, el sistema de rastreo incluye operaciones de radar y telescopios, que también proporcionarán datos al Ejército de Estados Unidos.
Según el experto en basura espacial de la ESA Walter Flury, esos objetos artificiales están compuestos en su mayoría por naves obsoletas y restos de cohetes que se encuentran en las órbitas más cercanas a nuestra atmósfera.
Según cálculos oficiales, un satélite con una superficie transversal de 100 metros cuadrados (incluidos los paneles solares), orbitando a 400 kilómetros de altitud, recibiría un impacto de unos 10 centímetros cada 15 mil años.
Sin embargo, la ESA recuerda que en 1996 su primera misión de mantenimiento encontró un orificio de más de un centímetro de diámetro en una de las antenas del telescopio espacial Hubble.
Solo tres años después, el satélite francés de reconocimiento militar Cerise recibió el impacto de un fragmento que provocó la destrucción de una sección de 4,2 metros del mástil de estabilización por gradiente de gravedad.
De acuerdo con el Instituto de astrofísica de Canarias, España, de 1958 a la fecha se conocen alrededor de 62 casos de fragmentos de desechos espaciales que han caído a la Tierra.  Entre los más famosos está el ocurrido en marzo de 1977, cuando el depósito de un cohete Delta, de más de 200 kilogramos, se estrelló a escasos 50 metros de una granja en Texas, Estados Unidos.
Otro hecho similar fue la caída en 1979 de Skylab, la primera estación espacial estadounidense, que dispersó en su descenso 20 toneladas de desperdicios entre el océano Indico y Australia.
Las agencias espaciales a nivel global deben generar acciones inminentes y prácticas en la detección y recogida de desechos espaciales para evitar hechos como estos, pues en la actualidad los mismos supondrían daños mucho mayores para la propia humanidad.

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