Un ensayo literario contra el hijo tirano: Lina Meruane

Por Nuria Ocaña

“Que me acusen de feminista mal agestada. De amargada y pesimista. De anticuada (…) Exijo que quienes levanten la primera piedra pongan, antes de hacerlo, una de sus manos sobre el pecho y se planteen en serio si todo ha sido tan simple en lo que a tener hijos se refiere”.

Y es que si nos jactamos de ser personas modernas, críticas y de mente abierta a nuevos planteamientos, se debe considerar la perorata de la chilena Lina Meruane (Santiago, Chile, 1970), quien en su más reciente libro, Contra los hijos, publicado por Tumbona ediciones, hace un alegato al derecho legítimo de rechazar la maternidad.

De acuerdo con Meruane, desde el inicio de los tiempos, el rol de la mujer sólo puede entenderse mediante la combinación mujer-madre. Para cualquiera de este género, el máximo esplendor de la femineidad conlleva siempre la procreación, y en el imaginario social persiste la idea de que una mujer no constituye un ser completo por sí misma si no ha incursionado en este rol.

“A cada logro feminista ha seguido un retroceso, a cada golpe femenino un contragolpe social destinado a domar los impulsos centrífugos de la liberación”, dice la escritora de ascendencia palestina.

Esta es la eterna lucha que las mujeres han llevado sobre sus espaldas a lo largo de la historia, por haber sido las “elegidas” para engendrar vida nueva -nunca sin subestimar la fundamental participación del hombre-. A ellas no se les pregunta, dice Meruane, si van a tener hijos o no, sino ¿cuándo piensan tenerlos?

Pero esta responsabilidad, sustentada bajo el discurso biológico, no se trató de una decisión consciente del género femenino y, sin embargo, en un intento consciente por explicarse la negativa al deseo de asumirla, la sociedad ha ido respondiendo para sí misma que “seguro es infértil”, que “no puede”, que “en algún punto le llegará el momento” o que “es una madre desnaturalizada”, porque no se entiende de otro modo.

Para responder, la chilena analiza arbitrariamente diferentes épocas y fundamenta una de sus conclusiones: es también desde el inicio de los tiempos que ha estado presente ese no-deseo o ese deseo-no tener hijos.

¿Por qué entonces, en esta era de modernidad y de libertades, resurge este reclamo de corte feminista?, y aquí la hipótesis de Meruane: “A falta de un Estado que garantice el acceso igualitario a beneficios y oportunidades y un futuro mejor, son los progenitores quienes deben asegurarlo”, lo cual, además, devino en la transformación del papel del hijo, quien se ha convertido, según la chilena, en una especie de tirano e inútil, dependiente en su mayor medida de los padres -entiéndase madres-.

Es este mismo contexto contemporáneo, con todas las características de modernidad que le distinguen, el que en su renovación del discurso sobre la maternidad plantea ahora sus dos variantes propias -siempre respetando los prejuicios de los “más altos deberes de esposa y madre en una forma de esclavitud doméstica”-. Por un lado, el modelo de mujer-madre a seguir implica ahora, un retorno a lo natural, al parto sin anestesia, al abandono de la mamila y la extensión de la lactancia natural, al pañal reciclable, a la abstención de vacunas, todo aquello que implica un mayor sacrificio pero un mayor reconocimiento social; en contraparte, la falta del deseo de procrear en una mujer se explica gracias a los maravillosos avances en la medicina, ante la falta de un gen responsable del instinto materno.

Ahora el reclamo cambia de dirección. Aún cuando el eterno discurso que apela a la maternidad se edifica en ese llamado “instinto materno”, la ideología social siempre tuvo, tiene y tendrá mayor peso sin lugar a dudas. Entonces, Meruane reclama en este libro a aquellas mujeres que han sucumbido a la demanda y a la presión social que les exige tener hijos, aún sin desearlo. Porque cuando una mujer decidió no ser madre, la sociedad termina por juzgar, señalando con el dedo, a aquellas “madres desnaturalizadas”, esas conversas egoístas que sólo escuchan sus propios deseos. Así, estos fenómenos deben luchar no sólo con leyes sociales y códigos morales, sino con las miradas recriminatorias y, en ocasiones, lastimeras, de sus pares.

Y es que no se trata de ir en contra de tener hijos, explica la chilena, sino de fomentar, ante la falta de determinación propia, un sistema que continúa apelando a esa esclavitud doméstica de las mujeres, en pos de los hijos, y de la idealización de éstos como única vía para la realización plena de la mujer. “Es contra estos terribles hijos que me rebelo. Contra el advenimiento del imperio de estos tiranos”, señala la ensayista.

Lina Meruane, Contra los hijos, Tumbona ediciones, 2014.

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