Por Jorge Petinaud
Moscú, 7 feb (PL) Como una sombra, surge hoy la referencia a Estados Unidos en comentarios de politólogos acerca del acuerdo sobre Ucrania pactado aquí por el presidente Vladimir Putin, su par francés, François Hollande, y la canciller federal alemana, Ángela Mérkel.
Poco después de la medianoche de este sábado, Dmitri Peskov, asesor de prensa del líder ruso, afirmó que tras cinco horas de pláticas, el mandatario y sus huéspedes decidieron sostener el próximo domingo una conversación telefónica en el formato de Normandía (ellos tres más el titular ucraniano, Petro Poroshenko).
El texto incluirá las propuestas añadidas por Putin al plan Hollande-Merkel y las de Poroshenko, y será presentado a todos los actores del conflicto ucraniano, subrayó el portavoz en una breve intervención transmitida de manera especial por el Primer canal.
Según Peskov, las conversaciones de la «gran troika» -como le denomina aquí la prensa- resultaron constructivas y sustantivas en cuanto a contenido.
Agregó que a partir de las propuestas presentadas por Hollande y Mérkel, la labor conjunta estará enfilada a la preparación del texto del posible acuerdo conjunto para la implementación del memorando aprobado en Minsk, en septiembre de 2014.
El trabajo continuará y, presumiblemente, las definiciones serán selladas durante una conversación telefónica el domingo próximo en el formato de Normandía al más alto nivel, concluyó Peskov.
Apenas unos minutos después, Natalia Naroschnitskaya, directora del Fondo de Perspectiva Histórica, expresó la primera inquietud respecto al pacto en relación con la negativa influencia norteamericana en la guerra civil que provoca una crisis humanitaria en Ucrania.
Me gustaría ver un deseo realmente genuino de Europa en aras de que el conflicto no cayera bajo el talón de las estrategias estadounidenses, y se tengan en cuenta los intereses de todos, declaró al canal TVCentr.
Una prueba de que los europeos temen a las estrategias trasatlánticas es la premura con la que Mérkel y Hollande forzaron las negociaciones, y un catalizador visible es la visita a Kiev la víspera del jefe de la diplomacia norteamericana, John Kerry, observó la experta.
Para los medios periodísticos rusos no pasó inadvertido que la presencia de Kerry y su séquito en Ucrania transcurrió paralelamente a debates acalorados en Washington sobre la urgencia de entregar armas letales a las tropas enviadas a reprimir a la población del Donbass (sureste).
La focalización de este tema con gran respaldo de las grandes cadenas mediáticas es resultado de la presión del lobby militar en el Congreso de Estados Unidos, coincidió el panel de debate de TVCentr, transmitido mientras transcurrían las negociaciones en el Kremlin.
El politólogo ruso Serguei Markov, por su parte, consideró que las gestiones franco-alemanas constituyen una tregua táctica para impedir una derrota militar de Kiev en el nudo clave de Debáltsevo, donde permanecen cercados desde el 26 de enero unos ocho mil efectivos ucranianos.
La debacle de la junta de Kiev en Debáltsevo puede ser evitada por una ayuda militar con armas letales procedentes de Estados Unidos, subrayó el analista.
Markov sigue la lógica de que en ese caso este conflicto local podría transfigurarse en una guerra de gran magnitud con implicación de potencias nucleares, variante que preocupa a los más importantes líderes de la Unión Europea, al igual que una derrota militar de los actuales gobernantes ucranianos.
Varios panelistas coincidieron en que esta dualidad motiva a Mérkel y Hollande a aceptar un nuevo acuerdo que conceda una amplia autonomía a las zonas insurgentes, sin saber si se definirá como una federalización o simplemente «una hoja de ruta».
Cadenas mediáticas occidentales, mientras tanto, mencionaron esta posibilidad como «un conflicto congelado en el espacio post-soviético», similar al de Transdniéster con Moldova y el de Abjasia y Osetia del Sur con Georgia.