OTRAS NOVELAS EJEMPLARES

Por Víctor M. Navarro

Hacía rato que no leía una novela de aventuras, una novela entretenida, un libro que tenga la eficacia de desarrollar situaciones que lo mantengan a uno en vilo con ganas de enterarse qué sigue y cómo sigue.

Leer la literatura escrita por William C. Gordon, la cual cumple a cabalidad los preceptos del género policiaco ha sido una sorpresa agradable y también un ejercicio de reflexión sobre la operación de escribir.

El principio de aventura, los enigmas a resolver que plantea Gordon responden a la dinámica que rige la vida política, social y económica de las sociedades actuales, ubicadas en un San Francisco de la segunda mitad del siglo pasado donde distintos grupos y personajes se pelean un campo que existe desde los inicios de la humanidad: el poder.

Si quisiéramos entrar al metalenguaje que toda obra literaria implica, la novelística de este escritor se imbuye en un mundo donde la lucha del bien contra el mal siempre está presente, ambos representados por personajes bien definidos. Tras situaciones evidentemente policiacas como son asesinatos, desapariciones, abuso de poder podemos leer entre líneas esa barbarie que caracteriza al capitalismo salvaje de las últimas décadas; la contraposición de espíritus que buscan la igualdad y la justicia, frente a la siempre grotesca explotación del hombre por el hombre y el abuso del poder. Esta lectura nos arroja al entarimado de los mecanismos clásicos del hecho narrativo, la agudeza del héroe que reconoce y descubre el abuso y la explotación y el derecho a la justicia que tiene todo ser humano, Retrato también de las pasiones más recónditas de los hombres y las aspiraciones por un mundo mejor donde prevalezca la justicia.

En cuanto a los dispositivos literarios, nos remitimos a la base y esencia de la narrativa, desde la Ilíada y La Odisea están planteadas las grandes motivaciones de los seres humanos, el anhelo de aventura y la sed de justicia; el hombre que enfrenta los peligros que implica vivir la vida y la capacidad de resolverlos con sagacidad e inteligencia.

Para llevar a cabo estas encomiendas William C. Gordon ha dado vida a personajes que conforme avanza uno en lectura se van volviendo entrañables, tanto del lado oscuro como de la claridad humana. Aquí hago referencia ya concreta a una de las novelas de la zaga, Las Esferas del Poder, en ella el nefasto personaje Chad Conklin, dueño de una planta química donde han ocurridos hechos irresponsables que llevan a la muerte de uno de los hermanos Sánchez, es un eficaz retrato que sirve para que Samuel Hamilton (recalcitrante periodista ahora devenido investigador adjunto del comisionado de la policía) desarrolle sus habilidades y se desenvuelva como un personaje inteligente y sagaz, a su vez Bruno Bernardi, el jefe de la policía agudo y eficiente o la simpática Melba dueña del bar Camelot, son piezas de un ajedrez narrativo muy bien llevado, jugadas que rematan habitualmente con jaque mate literario.

Menciono la galería de personajes porque ellos son los que le dan fuerza y verosimilitud al relato, si hay necesidad de que la novela se desarrolle en Chinatown la familia Chun Chang y el personaje de la jovencita Dientes de Castor le dan vida y nos inculcan la curiosidad en esa serie de asesinatos o muertes extrañas perpetrados por… y aquí mejor pongo puntos suspensivos para que todos ustedes adquieran esta y otras novelas… bueno, ahora continuo con los personajes, quienes para desarrollarse necesitan de otro artilugio literario bien resuelto: la creación de atmósferas en torno a una ciudad de San Francisco con los escenarios perfectamente ubicados para el desarrollo de la historia: calles que suben y bajan, los infaltables tranvías, callejones a media luz y avenidas de gran actividad: ya lo decía, como buena novela policiaca la lectura nos lleva a leer perfectamente, a ver perfectamente como en una pantalla lo que va pasando.

Aquí hago otra acotación que me lleva a subrayar la calidad narrativa del autor, creo que cualquiera de estas novelas es muy susceptible de llevar al cine, como diría el inspector Bernardi: el meollo del asunto está resuelto

William C. Gordon ha sabido plantear de manera eficaz y sencilla, sus escenarios para el desarrollo de las historias que siempre llevan un nudo dramático a desentrañar. La vida cotidiana, las escenas de todos los días le dan un matiz a esta narrativa que inmediatamente involucran al lector.

Par ejemplificar esto que digo, cito un pequeño fragmento de la novela Vidas Rotas, Samuel Hamilton y el jefe de la policía investigan un asesinato:” –Vayamos a echar un vistazo a la cafetería- propuso Samuel.

De vuelta en el sótano, caminaron hasta el ala oeste del edificio en dirección hacia la cafetería. Bernardi encendió la luz y la sala, que contaba con una cocina industrial de tamaño medio y unas cuantas mesas y sillas desgastadas por el uso, se iluminó. Las sillas se encontraban recogidas boca abajo sobre las mesas, salvo en una mesa situada junto al mostrador de servicio, donde dos sillas de patas cromadas y dos asientos recubiertos de un plástico acolchado amarillo estaban colocados en diagonal.

-Aquí no hay nada fuera de lo normal-afirmo Bernardi.

Samuel echó un vistazo a la cocina.

-Me parece que alguien se dejo el plato y la sartén en el fregadero sin lavar, después de freír unos huevos y preparar unas verduras. ¿No es un poco raro si tenemos en cuenta que sabían que se iban a quedar en remojo todo el fin de semana?

-Si fue el asesino, a lo mejor le daba igual-contestó Bernardi…”

Es así como el escritor va desarrollando de manera cotidiana y sencilla las atmósferas de su novelas; pero ojo, cuando digo sencillo no hablo de simpleza o facilismo, sino de una narrativa que fluye y atrapa como si nada, el lector inicia la novela y páginas después ya está totalmente inmiscuido en la historia, planteando hipótesis y haciéndose la pregunta clásica ¿quién es el asesino?

Otra característica de la novela policiaca es que uno quiere saber, como lector, en qué va a desembocar la situación, de qué habilidades se valdrán Samuel y Bernardi para dar con el o los asesinos, de qué recursos echarán mano, la argucia del escritor nos lleva por estos derroteros

Vaya pues el reconocimiento y el agradecimiento a William C. Gordon por esta refrescante plataforma literaria, libros que cumplen la sustancial función de entretener y gozar la lectura, reviven la aventura de las letras.

Deja tu comentario