El arte después de Ayotzinapa…

La expresión artística sin duda es una forma de denunciar, es una forma distinta de hacer las cosas en un país como este: Esteban Illades. El arte es fundamental en los sucesos coyunturales y tendría que estar ahí siempre: Cecilia Sotres.

Por Perla Velázquez

(N22)Ayotzinapa es un parteaguas, es un hecho vergonzoso, degradante que nos debería de avergonzar a todos los mexicanos, llenar de indignación obviamente. Yo como pintor lo que hago es consignar hacer algo, tengo un oficio, sé hacer algo y a través de ese oficio trato de dejar una constancia, un registro, una especie de bitácora, comentó el pintor Gustavo Monroy.

Este es un evento que cambió a gran parte del país, no puedo decir que a todos porque en muchos casos anteriores, en pláticas que he tenido, para ellos ha habido otros eventos de igual o mayor trascendencia. Pero éste movió mucho y sin duda una de las principales respuestas, es la respuesta artística, agregó Esteban Illades.

Y para Ana Francis Mor, integrante de las reinas chulas, “a partir de los sucesos de Ayotzinapa del año pasado un poco como artistas y como artistas del cabaret siempre tienes que tomar lo que está ocurriendo para llevarlo a escena”.

Entre mayo y junio de 1937 Pablo Picasso pintó el Guernica, mural en el que el español dejó de lado su vida personal como inspiración y contrapuso las temáticas sociales. Del otro lado del mundo, en México Francisco Goitia reflejó el sufrir de la sociedad después de la Revolución. En la actualidad, son varios los artistas que buscan expresar los hechos sociales que siguen marcando a la población.

Por ello, como parte de la historia del arte, Monroy creyó necesario hablar del tema de forma visual, “porque me duelen, porque México es mi país y porque intento de alguna manera exorcizar, hacer algo, no puedo quedarme con los brazos cruzados».

El arte no sólo es una forma de denuncia importante sino también es un recordatorio, es algo que se plasma y seguirá ahí, tal vez en nuestras consciencias, en nuestro día a día se nos olvide lo que sucedió o cambie o nos enfoquemos a otras cosas, pero ese registro me parece importante para nunca olvidar que el 26 de septiembre desaparecieron 43 estudiantes, agregó Illades.

En el libro La noche más triste, el periodista Esteban Illades relata qué fue lo que pasó el 26 de septiembre del 2014. Por su parte, Gustavo Monroy utiliza la máscara de un jaguar para hablar en concreto de Guerrero. Las Reinas Chulas a través del cabaret intentan responder a las preguntas que Ayotzinapa ha despertado.

“La idea de todo esto era poder corroborar dentro de lo que se puede los testimonios de los estudiantes para dar una especie de línea de tiempo de qué es lo que sucedió”.

Ayotzinapa: un hecho que se refleja en el arte

El 26 de septiembre de 2014 en el municipio de Iguala desaparecieron 43 estudiantes pertenecientes a la Normal Isidro Burgos, de las pocas escuelas que aún se especializan en la educación rural. Esa noche también perdieron la vida tres normalistas y tres civiles. Buscar el contexto en el que se desarrolló este hecho es fundamental para darle sentido a las obras artísticas.

Son escuelas que entrenan a jóvenes para que salgan dentro de todo adelante, porque estamos hablando de un estado que es de los tres estados más pobres del país donde las vías de salida son muy difíciles. Es un estado con alta migración a Estados Unidos, por ejemplo a Chicago, también es un estado con altos índices de narcotráfico, entonces de las pocas opciones que hay en el Estado de Guerrero, es estudiar para ser maestro rural y con eso alejarse un poco de la pobreza, explicó Esteban Illades.

Monroy piensa que en los trabajos artísticos también se busca entender no sólo esa noche, sino también todo lo de alrededor para entender bien a bien todo lo que sucedió, por ello lo hace, “porque en México desde hace mucho estamos en este proceso de degradación, de barbarie, de descomposición básicamente llega un punto en el que me doy cuenta que un elemento muy importante es que se nos olvidó completamente que el otro somos nosotros también. Lo que le pasa al otro nos puede pasar a nosotros”.

Este contexto social en el que se desató el caso Ayotzinapa provocó que la sociedad saliera a las calles para exigir justicia. El nombre de los normalistas fue repasado durante las manifestaciones. “La sociedad civil es la que debe de marcar la agenda de las exigencias de justicia social”, agregó Francis.

Las verdades históricas por parte del gobierno siempre están sucias, revueltas como agua sucia, nunca hay una verdad histórica trasparente, justa, humana que satisfaga. Entonces, mientras eso no suceda la sociedad civil se tendrá que seguir organizando y tendríamos que seguir exigiendo, agregó Illades.

Pocos días después del 26 de septiembre comenzaron las creaciones artísticas: Ilustradores con Ayotzinapa intentó dar rostro a los 43 normalistas con la finalidad de humanizar a la sociedad; en el teatro varias compañías han dedicado sus funciones a los desaparecidos; los músicos también se sumaron a las exigencias. Éstas tan sólo son un ejemplo de cómo el arte se convierte en un catalizador y en un punto de comunión entre la gente y, en este caso, Ayotzinapa.

A mí me parece que es la noche más triste en tiempos recientes, para mí en particular ver que 43 estudiantes desaparecieran, 43 estudiantes independientemente de todo lo que se haya dicho de ellos, porque mucho se ha dicho que la toma de autobuses, de los boteos, todo esto que sucede a fin de cuentas, eran estudiantes y eran jóvenes, eran jóvenes de 18, 19 años, cuyo interés principal era estudiar para ser maestros y para enseñar a las comunidades, concluyó Illades.

Por tanto, para Monroy, el arte siempre está ahí, el arte es una esponja que chupa los sucesos del momento los transmuta, los reelabora y los consigna, ya sea a través de la literatura del teatro, de la música, de cualquier hecho artístico como lo hemos visto. Entonces el arte sigue cumpliendo esa función y la seguirá cumpliendo.