Beijing (PL) China redujo su crecimiento económico para el 2015 al siete por ciento, la más lenta expansión en más de dos décadas, centrada en la reforma y la apertura, y dirigida a la innovación para un mayor desarrollo.
Tras el estallido de la crisis financiera global en 2008, China, al igual que otras economías emergentes y países en desarrollo, actuó como locomotora del crecimiento económico mundial durante varios años.
No obstante, desde principios de este año el crecimiento de las economías emergentes se vio desacelerado, al mismo tiempo que las naciones desarrolladas afrontan una incertidumbre cada vez mayor en lo que respecta a una subida de los tipos de interés.
El Gobierno actual, liderado por el presidente Xi Jinping, impulsa la reforma y apertura firmemente en un intento por mantener el crecimiento económico dentro de un rango apropiado, cuando el país enfrenta desafíos en lo que denomina una «nueva normalidad» económica.
China debe alcanzar un equilibrio entre el crecimiento económico estable y un ajuste necesario en la estructura económica. Es precisamente la promoción de la reforma la que ayudará a cumplir esa meta, si se logra mejor calidad y un desarrollo más coordinado.
Ante las exportaciones y la demanda interna débiles, se ha basado cada vez más en la reforma general en casi todas las áreas para garantizar el crecimiento sostenible durante una desaceleración inevitable.
Este país ha introducido una serie de políticas y medidas, como el establecimiento de zonas de libre comercio, la administración racionalizada y la delegación de poderes, lo que ha alentado la innovación y ha ayudado a las pequeñas firmas.
El Producto Interno Bruto de China se expandió en 7,3 por ciento en el tercer trimestre de 2014, la cifra trimestral más débil desde 2009.
Sin embargo, Xi aseguró que la tasa de crecimiento anual de China no deberá ser inferior al 6,5 por ciento en el próximo quinquenio para poder lograr la meta que persigue el Gobierno de doblar para el año 2020, el Producto Interno Bruto (PIB) y la renta per cápita de 2010.
Para conseguirlo tiene que mantener un crecimiento medio-alto durante el venidero lustro.
Así se acordó en la V Sesión Plenaria del XVIII Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) celebrada a finales de octubre en esta capital para formular el XIII Plan Quinquenal del país (2016-2020).
Mantener un nivel medio-alto de crecimiento garantizará la mejora del nivel de vida a los ciudadanos, para que puedan beneficiarse verdaderamente del éxito del país a la a la hora de construir de manera integral una sociedad moderadamente próspera, expuso el líder de esta nación.
A juicio de la Administración, en los próximos cinco años, el desarrollo de China no deberá centrarse exclusivamente en el ritmo de crecimiento, sino también en el volumen, y, aún más importante, en la calidad de dicho crecimiento.
En ese sentido, el Gobierno coordinará diversos indicadores económicos en el próximo lustro para garantizar un desarrollo más equilibrado, incluyente y sostenido.
Para ello, se necesita tiempo para eliminar el exceso de capacidad de producción, optimizar la estructura económica y lograr un desarrollo impulsado por la innovación, por lo que no resultará fácil mantener un crecimiento relativamente rápido.
En consonancia con los objetivos gubernamentales, el Banco Popular de China prometió que implementará medidas innovadoras y efectivas de macrocontrol con el fin de promover la reforma financiera y la apertura.
Debido a que este milenario territorio es la nación en vías de desarrollo más grande y la segunda mayor economía del mundo, la más mínima maniobra importante en la formulación de sus políticas socioeconómicas atraerá sin duda la atención mundial.
No caben dudas de que mientras el desarrollo chino se integra de manera gradual con el del resto del mundo, las naciones también se están relacionando con el sueño del pueblo chino de un mejor futuro.
Si bien Xi insiste en alcanzar un desarrollo equitativo, abierto, integral y orientado por la innovación para reducir la pobreza en el nivel global, países de todo el mundo esperan fortalecer su cooperación con China, así como compartir más dividendos de la reforma y el desarrollo de este gigante asiático.
Además de subrayar la innovación y el desarrollo coordinado e inclusivo, que principalmente tienen por objetivo resolver las cuestiones del desarrollo doméstico, el país también promueve un futuro más limpio y próspero, no solo para sí mismo, sino para el mundo entero.
China, la nación más poblada del mundo, ha sido una fuerza motriz predominante para la economía mundial durante años, y su decisión de continuar ampliando la apertura es muy bien acogida por muchos Estados.
Por una parte, estimulará y respaldará a un mayor número de empresas nacionales para invertir en proyectos en el exterior, y eso permitirá a muchas naciones escasas de efectivo usar el dinero chino para mejorar sus redes de infraestructura o ayudar a restaurar sus afectadas economías nacionales.
Por la otra, las compañías foráneas disfrutarán de un mayor acceso al mercado en China, especialmente en el sector de los servicios.
Es claro que su economía está impulsando el consumo, y los actores extranjeros también se beneficiarán de esta transformación.
La economía sigue operando en un rango razonable, con una mejor calidad del desarrollo y la contención efectiva de riesgos sistemáticos.
Para el gobierno, el desarrollo es la prioridad y la mayor contribución al mundo.
INICIATIVAS IMPULSADAS POR LA ADMINISTRACIûN
Este año el Gobierno expresó su deseo de integrar su Iniciativa de la Franja y la Ruta con las estrategias de desarrollo de los diferentes países.
La estrategia, propuesta por el presidente Xi Jinping en septiembre del 2013, es una oportunidad para la construcción de una comunidad de destino compartido.
Indistintamente el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII), una institución de desarrollo multilateral promovida por este Gobierno, busca financiar la construcción de infraestructura en Asia. Hasta el pasado 9 de octubre, la iniciativa fue rubricada por 53 de los 57 miembros. El BAII está considerado por algunos como un rival del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial y del Banco Asiático de Desarrollo (BAD), los cuales se estima que están dominados por países desarrollados como Estados Unidos.
En junio pasado, los 57 territorios fundadores del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras firmaron en esta capital los estatutos que crean la nueva entidad, la cual se estima que se ponga en marcha para finales de este año.
Australia fue el primero en firmar el documento, en el capitalino Gran Palacio del Pueblo.
De los países que rubricaron el acuerdo aquí, China resultó el mayor titular al suscribir 29,78 mil millones de dólares, con el 26,06 por ciento de los derechos de voto. Entre otras suscripciones iníciales por grandes miembros regionales figura la India, con 8,37 mil millones de dólares, Rusia con 6,54 mil millones de dólares, Corea con 3,74 y Australia con 3,69.
Asimismo, están Alemania (4,48), Francia (3,38), Brasil (3,18), Reino Unido (3,05) e Italia con 2,57 mil millones.
* Corresponsal de Prensa Latina en China.