Londres, 22 ene (PL) las advertencias sobre otra recesión en Estados Unidos aumentan con el freno de la economía china, la devaluación del yuan, el desplome del petróleo y un entorno mundial de debilidad financiera aseguran los expertos.
Tales factores avizoran una nueva crisis para 2017 en la mayor economía mundial, posibilidad que creció un 20 por ciento, aunque aun lejana de semejarse a la de 2008-2009, de acuerdo con especialistas del Bank of America Merril Lynch.
Otras previsiones como las de economistas de Citi comentaron que crece el riesgo de una recesión global, mientras que Morgan Stanley coincide en que esa posibilidad es de 20 por ciento en el peor de los casos, mientras el banco francés Societe Generale la ubicó en 10 por ciento y en alza.
El economista jefe de ese banco, Ellen Zentner, señaló que el deterioro en el mercado crediticio internacional y el desplome de las acciones en el mundo podrían transferir una angustia global a la economía interna de Estados Unidos.
Además, una encuesta de The Wall Street Journal mostró que 17 por ciento de 60 expertos estadounidenses encuestados cree que el retroceso de China, así como el adverso ámbito global, llevarán a Washington a una nueva recesión económica en 2017.
Por ese porcentaje el actual riesgo es el mayor desde julio de 2012, cuando el país se recuperaba de la crisis financiera global iniciada cuatro años antes, de acuerdo con la investigación.
Actualmente, el promedio de las estimaciones de crecimiento económico para Estados Unidos es de 2,5 por ciento para 2016, aunque esta proyección podría variar pronto por la volatilidad de los mercados mundiales de capital, dice el estudio.
The Wall Street Journal agrega que los principales índices accionarios de ese país han acumulado una pérdida cercana al 10 por ciento desde sus máximos del año pasado, afectados por temores de que «la debilidad en la economía global pudiera afectar la solidez del crecimiento estadounidense».
En todo ese panorama incide que el precio del petróleo West Texas Intermediate (WTI) se cotiza por debajo de los 30 dólares por barril, su menor nivel en 12 años, reflejo de la debilidad en la demanda mundial.